«Yo no cambio, evoluciono. Necesito reinventarme. Y este disco ha sido sin duda el más extremo. No sé qué haré después de haber llegado tan lejos en mi carrera...». Así de contundente se muestra el incombustible Raphael sobre su último trabajo, Raphael ReSinphonico (2018); disco que ha presentado por todo lo alto en Londres, París y Moscú, y con el que esta noche llega a Málaga. Y llega dispuesto a reinventar sus clásicos, dándoles un nuevo enfoque, otra vuelta de tuerca; y la respuesta del público no ha podido ser mejor hasta el momento:. Sin ir más lejos, esta nueva gira, internacional, comenzó en diciembre con las entradas agotadas en el Teatro Real de Madrid, y no terminará hasta que cumpla un año de carretera.

Presenta hoy un proyecto muy diferente.

Bueno, ya hice Sinphónico, pero tenía ganas de darle a todo una vuelta de tuerca profunda. Grabamos con Lucas Vidal en los estudios Abbey Road en Londres y salió un discazo. Lo que es una maravilla es el concierto en sí, donde la gente se lo pasa muy bien. Bailan conmigo, es tremendo... Y yo estoy, como suele decirse, gozando mucho.

Así que es cierto eso que dicen de que el lugar donde ofrece el concierto se convierte en una discoteca y que el público se levanta cada dos por tres de sus butacas.

Sí, totalmente. La gente pierde la vergüenza y desde que suena Mi gran noche ya no hay nadie que pare. Es fantástico ver esto, de verdad.

¿Usted iba mucho de discotecas?

No mucho, pero sueno en todas ellas. Yo siempre he estado con la gente joven.

En este nuevo trabajo discográfico se encuentra una grabación de Yo soy aquel, que desde su primera publicación hace 53 años nunca había vuelto a ser grabada por usted, aunque nunca la dejó de cantar.

Así es. Es una tarjeta de presentación muy impresionante, una canción maravillosa que ha durado años y años sin perder su vigencia.

«Yo soy aquel que por tenerte da la vida, yo soy aquel, que estando lejos no te olvida...». Cuántas veces habremos escuchado esta canción. ¿Qué queda de aquel Raphael que entonó por primera esta canción?

Muchísimo, porque tengo la misma ilusión que entonces, la voz ahí puesta, y muchísima más experiencia de la que tenía. Entonces soy mucho más mejor. He aprendido mucho.

Lleva casi un año de gira con este disco. ¿Está contento con la recepción que el público le ha dado a esta revisión de sus grandes éxitos?

Sí. Afortunadamente tengo un público muy fiel que espera con ansia las novedades que le brindo, y en ese sentido estoy tranquilo. Puedo hacer cosas que son caras e importantes porque sé que la gente estará allí apoyándome. Ahora ya estoy metido en otra cosa, de la que no hablaremos porque no viene a cuento. Pero es algo importante, porque el público se lo merece por todo lo que me da y haber sido fiel a mi persona durante tantísimos años.

Escuchando el disco parece la banda sonora de una película. Suena abundante, con grandiosidad. ¿Esto es lo que buscaba?

Sí, este es otro de los méritos que tiene este disco. Es la banda sonora de una película. Y eso es pretendido. Es una delicia, simplemente la música es maravillosa. Y está grabado con la intención de que suene realmente grandioso.

El disco lo ha producido el compositor Lucas Vidal, talento de bandas sonoras con un pie en Hollywood y que acumula ya dos Goya. ¿Cómo ha sido trabajar con él?

Ha sido fantástico. Es un profesional enorme que me entendió desde el minuto uno y hasta el final. No será la última vez que trabajamos juntos. Ya le estoy preparando alguna encerrona.

No es la primera vez que se apoya en la música sinfónica para grabar un disco, aunque esta vez le ha sumado el elemento electrónico.

Sí, es la primera vez que se hace esto en el mundo: mezclar música sinfónica y electrónica. Lo he disfrutado mucho y creo que no me voy a separar de esta fórmula. En mis próximos discos seguro que habrá algo que recuerde a esto, porque es algo revolucionario. Yo siempre he ido un paso por delante, es lo que tiene ser inquieto.

A la gente le encanta escucharle, pero ¿cómo se siente usted cuando se escucha a sí mismo?

No suelo escucharme porque siempre veo todos los defectos. Es cierto que lo escucho para dar el visto bueno, pero una vez hecho, no me escucho a mí mismo y me complace porque siempre veo la parte que no está acertada. Soy muy exigente conmigo mismo.