Aquel niño de diez años que veía las estrellas en su Vélez-Málaga natal y que soñaba con plasmar lo que sentía a través de la pintura es hoy un hombre de experiencias, vivencias y que está rodeado de arte que él propio realiza. José María Gallardo ha colgado en la Sala Manuel Barbadillo la exposición 'Apuntes Profanos' de Cristóbal Borrero Delis, en la que interpreta libremente los escritos de su gran amigo desde hace 35 años. Estará en cartel hasta el 18 de diciembre.

Se trata de un trabajo diferente, que combina los textos de Cristóbal Borrero con la pintura de Gallardo: «No se trata de una interpretación de los textos o una ilustración: se trata más bien pintarlos simplemente», explica José María. Según cuenta, solo ha tenido que escribir con la pintura lo que le iba «conviniendo»: «Muchas veces empezaba con el texto y otras era lo último, incluso había veces que empezaba a escribir en el medio», comenta.

Una parte fundamental de la obra la tienen los espectadores, puesto que el pintor malagueño no pretende decir nada, «solo lo esencial» con sus obras, solo compartirlas con el que quiera verlas. «Mi obra es la intuición, que determina cuando se ha terminado. La hora y las emociones que tienes dentro y determinan que esa obra aún tiene potencial », subraya José María. El pintor busca acabar con esa dualidad que tanto caracteriza a la sociedad a través de obras que carezcan de ese significado que la gente tanto busca: «Nosotros formamos un conjunto que somos un yo, que forma parte de la sociedad», explica.

Recuerda que de pequeño confundió los botes de óleo con acuarela la primera vez que fue a comprar y que preparaba sus propias mezclas con blanco España, aceite de oliva y arena para hacer «unas pringachas» con las que poder empezar sus primeras obras «sin tener ni idea de cómo plasmar las cosas». «A mí me producía emoción ver una pared. Cuando le daba la luz y sentía la energía luminosa», evoca Gallardo.

El creador se siente como un «espíritu libre» que siempre piensa en el presente. A los 18 años se fue del pueblo en busca de un lugar donde poder seguir creciendo profesionalmente: «Yo quería comparar mi arte con el de otros artistas. En el pueblo solo vendía cuatro cosas», recuerda José María. Barcelona, Madrid o Mallorca fueron algunas de las ciudades que recorrió, para luego volver a su Málaga natal, donde se casaría con su mujer y seguiría su carrera profesional. Ganó la primera Beca Picasso para las Artes Plásticas en el año 1991, gracias a la cual recorrió Europa empapándose de la cultura. «Había un montón de periodistas y estuvieron por lo menos tres días sacando información sobre esto», recuerda. Hoy expone en Málaga, en la Sala Manuel Barbadillo. Si no conocen su arte, ésta es una oportunidad inmejorable de hacerlo.