El coronel no tiene quien le escriba, una de las obras más conocidas de García Márquez y de sus personajes más redondos. ¿Cómo ha sido la preparación del coronel, teniendo en cuenta que las primeras funciones fueron interpretadas por Juan Diego?

Se han dado algunas circunstancias que lo han hecho un tanto especial y algo precipitado. Este montaje lo estrenó en dos ocasiones Juan Diego y lo tuvo que abandonar porque tuvo una pequeña neumonía. No tuve el periodo de ensayos normal con la compañía sino que lo hice yo después. Tenía una grabación de por dónde había llevado el maestro Juan Diego todo el trabajo, era maravillosa la composición que hacía...

¿En qué se parece Imanol Arias a su personaje? ¿Es tan soñador e idealista como el coronel Nicolás?

En la vida, dice el coronel, con dignidad no se come pero con dignidad se vive. No sé si hasta el extremo que lo tiene él pero yo creo que todos tenemos siempre un faro y una pequeña guía que es nuestra dignidad.

¿Considera que en esta sociedad, en la que todos nos hemos vuelto un poco cínicos y descreídos, el idealismo es cada vez más necesario?

El idealismo se conforma de una serie de ilusiones que suponen que los problemas se han solucionado. El hombre ya ha dominado muchas pestes, entre ellas la propia preste, la pobreza generalizada en el mundo, el hambre y la guerra. Ahora que se produce un conato de conflicto en Irak, todo nuestro idealismo nos dice: «No, otra vez no, creí que la guerra ya la teníamos superada».

Del coronel destaca la capacidad de resistir ante las adversidades. ¿Cómo ha resistido Imanol a las adversidades que le ha presentado la vida?

He sido un hombre poco angustiado y últimamente prefiero ser feliz a tener razón. Lo que hago es buscar las emociones, que son las que conforman la vida. No tengo mucho anclaje con el pasado y tengo muy poco interés en el futuro inmediato. Solamente con enterarme del hoy ya me ocupa mucho tiempo. Vivo muy al día.

En 2018, más de veinte años después, regresó al escenario con La vida a palos, ¿se dio cuenta de que la escena le daba algo que el cine no?

Del teatro se pueden olvidar algunas cosas prácticas pero las sensaciones que te produce no, nunca. En 2018 encontré un compromiso que me ayudó a romper la mecánica de rodar nada más que Cuéntame y audiovisual. Rompí la dinámica de no trabajar en dos cosas a la vez y pude redescubrir el placer que uno tiene con el teatro. Me quedó claro que, en cuanto pudiera, volvería a hacer teatro con muchísimo gusto.

Y de coronel a sacerdote, en su última película, Legado en los huesos. ¿Cómo ha sido interpretar a un personaje tan querido por los lectores de las obras de Dolores Redondo?

Ha sido precioso trabajar en esta película, conocer la obra de Dolores Redondo y conocerla a ella, que es un ser delicioso. Me intrigó mucho y me gustó mucho el sacerdote, su investigación y su trabajo. La película es muy hermosa, es un gusto trabajar en algo así. Lo que se pretendía era no defraudar a los lectores al ver sus novelas en la pantalla. Es un placer que se estrene y esperamos que tenga éxito. Estamos muy contentos, la verdad.

Este año, el cine español no ha recaudado los 100 millones de euros que venía recaudando durante los últimos meses, ¿qué ha cambiado?

Han cambiado los hábitos. La gente utiliza el cine para ver un tipo de espectáculo y de películas de mucho presupuesto y muy modernas. Muchas películas españolas están en Netflix y se están viendo en todo el mundo pero tienen otro tipo de producción y ese es un camino que no sé si va a cambiar. El consumo de películas en otras plataformas hace que el cine se entienda de otra manera y no sé si tiene vuelta atrás.

Como ciudadano preocupado siempre por su país, ¿cómo ve la etapa política que se inicia, así como el tono de los debates de investidura?

No me ha gustado mucho. Para ser algo tan obvio, sólo una cosa podía pasar y tenía que pasar, he visto mucha tensión y crispación en todos. Me parece una legislatura con un gobierno en minoría muy complicada y, sobre todo, que va a hacer mucho ruido. Casi más que verla prefiero ponerme unos cascos buenos y escuchar música para que suene de otra manera. No me atrapa el espectáculo, lo leo en resumen y no me gusta. Van a ser tiempos de taparse los oídos más que de estar atento.

Va a recibir, en esta próxima edición del Festival de Teatro de Málaga, la segunda entrega del Premio Málaga de Teatro, ¿En qué momento de su vida llega este premio y cómo se siente?

Estoy asombrado y honradísimo de que me lo den con 63 años. Málaga me ha concedido el Premio Málaga de Cine, he presentado el Festival de Málaga en una ocasión y he sido jurado en otra. He tenido una relación con Málaga muy curiosa y me he sentido siempre muy querido. Estaré orgullosísimo y le dedicaré lo mejor de mi trabajo esos dos días de funciones.