Los melómanos más inquietos y curiosos no tienen en el Centro Histórico de Málaga una meca a la que peregrinar, precisamente. Bueno, pongamos la frase en pretérito imperfecto porque de un tiempo a esta parte la sala Theatro Club, en pleno corazón de la capital (calle Lazcano), está aportando un grano de arena que resulta más bien un contenedor entero.

Todo viene de una noticia desafortunada. Los cierres de Velvet, como sala de concierto aunque sigue abierto como bar, y Onda Pasadena. A raíz de esas bajadas de persiana nueve personas procedentes de diferentes proyectos relacionados con lo musical (Goetia Media, The Chapel Radio, The Braves Records o Ritval Prods) sintieron cierta orfandad y decidieron aunar esfuerzos y fundar el colectivo y promotora de conciertos LaMano para organizar recitales. Pero, ¿dónde? Theatro era un espacio perfecto, con licencia de café-teatro (es decir, apto para programar conciertos). Había un gran pero: «Los gestores y encargados, Javier Boxó y Angelo Criscione, nos recibieron desde el primer día con los brazos abiertos, pero había un problema: no tenían equipo como para poder superar los estándares de calidad de sonido que exigimos para los conciertos que organizamos», nos cuenta uno de los nueve dedos de esa mano, Víctor Hernández (el resto son María Guerrero, Jorge Fretes, Dani García, Antonio Gámez, Juan Soler, José Miguel Ocón, Gonzalo Presa y Fran Corpas). ¿Qué hicieron? «Nos liamos la manta a la cabeza y decidimos meternos bajo el paraguas de una sociedad cultural e invertir en un equipo nuevo, la sala aceptó esta inclusión y empezamos a trabajar juntos. Desde entonces todo ha ido viento en popa».

La filosofía de La Mano es tratar de acercar a Málaga «propuestas musicales de todos los estilos dentro de las escenas más underground». O sea, eufemismo de jugarse el pellejo como promotor. «A veces es complicado e incluso se arriesga el dinero, pero nosotros no hacemos esto por dinero. Sí tratamos de ir recuperando poco a poco nuestra inversión inicial, que fue un buen pellizco y nuestros técnicos cobran su parte, lógicamente. El resto es para pagar el alquiler del espacio y a los músicos que vienen a tocar», explica Hernández.

Concierto a concierto, ya podemos hablar de una parroquia propia de Theatro. «Es curioso porque en una escena tan minoritaria como la que nosotros defendemos es donde el público se muestra más fiel. Tenemos la suerte de que hay personas interesadas en lo que organizamos y suelen asistir con asiduidad, muchas veces incluso a ciegas, confiando en nuestro criterio», dice el integrante de La Mano, quien asegura que al fin y al cabo su propósito es tener «un espacio en el que descubrir y donde sientas que estás apoyando algo que de otro modo no tendría cabida».

Gracias a los conciertos organizados por este colectivo y otras productoras independientes de la ciudad que alquilan la sala (contando con el equipo y los técnicos de La Mano), el Centro de Málaga resiste al ocio puro y duro. Víctor Hernández, humilde, dice que «por ahora» se han cumplido «muchas de sus metas» y que para el colectivo el sueño «sería poder continuar mucho tiempo con esto»: «Queremos traer a Málaga todas las bandas que nos gustan y que cada vez hubiera más gente interesada en ello». Como el amigo que está ansioso por compartir contigo su último descubrimiento musical. Porque de eso trata, en buena medida, esto de la música: de experiencias compartidas.