Era cuestión de tiempo que Málaga, la única ciudad con un festival dedicado por entero al cine (en) español, acogiera la gran fiesta del audiovisual patrio, ahora que sus productores, la Academia, transgreden la norma no escrita según la que sus premios se entregan en Madrid. Éstas son algunas de las claves de una cita que da para muchísimo.

Los Goya Spanish Tour 2019-...

Producir una ceremonia como los Goya es muy caro. De ahí que la Academia busque socios, más allá de los patrocinadores, para levantar un proyecto faraónico que pueda resultar excesivo para sus mimbres. Los ha encontrado en diversos ayuntamientos de nuestro país, ávidos de contar con un espectáculo de esta índole. «A partir de ahora, iremos donde nos quieran», aseguró el presidente de la Academia, Mariano Barroso, para justificar que Sevilla se convertiría, el año pasado, en la tercera ciudad en acoger la gala (tras Madrid, la sede oficial, y Barcelona, el one night stand del lejano 2000).

En esa carrera entre consistorios por atraer una cita atractiva y de colorín, fácilmente vendible como éxito de gestión, Málaga siempre estuvo en la pole: al fin y al cabo, hablamos de una ciudad que lleva más de dos décadas promocionando el cine español (ahora en español) desde su Festival; además, el ímpetu desde la Casona fue notable: no sentó demasiado bien que su eterna competidora autonómica se llevara el gato al agua antes.

¿La factura de los Goya en Málaga? En torno a los 2,4 millones de euros, asumidos por el Ayuntamiento, la Diputación Provincial, la Junta de Andalucía y Unicaja Banco (cada uno aportará 500.000 euros; el Consistorio, además, abonará los gastos de transformación del Palacio de los Deportes José María Martín Carpena, alrededor de los 700.000 euros). ¿Está justificado el desembolso? La concejala de Cultura, Noelia Losada, lo tiene clarísimo: en Sevilla se generaron cinco millones de euros, además de unas imponentes cifras en hoteles y restaurantes; sin olvidarnos de los intangibles de lo que supone un acontecimiento en términos de imagen para una ciudad. Porque la retransmisión de los Goya será, en realidad, un spot larguísimo para una ciudad que se está haciendo un hueco en la lista de las urbes que marcan el paso en nuestro país.

Por cierto, no parece que Barroso y los suyos tengan ganas de regresar a Madrid: el año que viene es más que probable que los Goya se celebren en Valencia, coincidiendo con el centenario del nacimiento del director Luis García Berlanga. Mallorca y Bilbao son otras ciudades que han mostrado interés por la gala.

Banderas y Almodóvar, ¿los reyes de los Goya 2020

Antonio Banderas subió en 2015 al escenario de la fiesta del cine español para recoger su Goya de Honor, el primero de su carrera, más forjada fuera que dentro de nuestras fronteras. Dijo en su sentido discurso de agradecimiento que comenzaba «la segunda parte del partido» de su vida. Nadie se imaginaba entonces que poco después el malagueño sufriría un infarto que le obligaría a reevaluar sus prioridades, que sería candidato al Oscar y que acabaría de hacer realidad su sueño de tener teatro propio en su tierra. Pero así está siendo ese provechoso segundo tiempo del encuentro de este futbolista vocacional. Añadan a la cosecha su casi seguro primer Goya por un trabajo concreto gracias a su interpretación, matizada, sentida y frágil, de Salvador Mallo, el alter ego del cineasta manchego en Dolor y gloria quizás el mejor papel en el currículum de Banderas junto al también almodovariano Ricky de ¡Átame!

El nombre y apellidos del autor de Dolor y gloria serán otros de los más repetidos a lo largo y ancho de la ceremonia. Hace años ya que el director y la Academia desenterraron el hacha de guerra: el director se manifestó radicalmente en contra del sistema de votaciones; su círculo expresó sottovoce que tampoco le había sentado bien que la institución no se decantase por su Hable con ella para representar a España en los Oscar. Almodóvar y la institución terminaron retomando su historia de amor, que bien podría traducirse en otro buen puñado de Goyas para el realizador. Aunque algunos expertos en la materia aseguran que Amenábar podría dar la campanada con su bien recibida Mientras dure la guerra y que La trinchera infinita no se queda coja en las quinielas. ¿Se imaginan la cara de Almodóvar al ver cómo otros y no él recoge los cabezones? ¿Nuevo desencuentro entre Almodóvar y la Academia habríamus?

El enigma Pepa Flores: su presencia es una tómbola...

Habida cuenta de que Dolor y gloria copará el palmarés casi con toda seguridad, la emoción y el intríngulis auténtico de estos Goya 2020 tiene dos nombres y un apellido: Pepa Flores, o sea, Marisol. Sólo la niña de luz y de color y la mujer «comunista, comunista» asidua a las procesiones de Semana Santa sabe si acudirá a recoger su estatuilla de Honor, rompiendo un retiro de más de tres décadas. Curioso que el único premio que ya tiene propietario sea el que más debates, rumores y dimes y diretes está generando.

Hay quienes confían en que la malagueña suba al escenario, ilusionados por la participación de su hija cantante, Celia, en el homenaje musical que se le brindará a la intérprete de Tómbola y por una posible foto que haría explotar los termómetros del malagueñismo: ¿saben que Pepa Flores dio carpetazo a su carrera cinematográfica con el filme Caso cerrado en el que participa un jovencísimo Antonio Banderas? ¿Se imaginan a Banderas entregándole el Goya de Honor a su mítica compañera?

Otros, en cambio, opinan que la actriz considera más que suficiente como gesto de agradecimiento las palabras que brindó a la Academia en la nota de prensa que ésta facilitó a los medios para dar a conocer su galardón. La propia hermana de Pepa Flores, Vicky, aseguró tajante a Telemadrid que la artista delegaría en una de sus herederas la comparecencia en los Goya; mientras, el círculo más íntimo de Marisol se mantiene en silencio absoluto. Y observadores de lo cinematográfico recuerdan datos demoledores como éste: Cabriola recaudó casi 35 millones de pesetas de 1964, equivalentes a 6 millones de euros actuales. Su productor, Manuel Goyanes, se embolsó la mitad; el padre de la protagonista, 50.000 pesetas. Quizás por cosas así Pepa Flores no quiera ni pisar una alfombra roja.

En cualquier caso, no estaría mal recuperar las palabras de Almodóvar a su vuelta a los Goya: «Me gustaría reivindicar la libertad que uno siempre debe tener para ir o no ir a los sitios sin que se interprete como síntoma de hostilidad o de orgullo».

Una noche Terrat, de risas blancas, sin complicaciones

Cuentan que nada más terminar la ceremonia pasada, en Sevilla, el presidente de la Academia, Mariano Barroso, brindó con los presentadores, Andreu Buenafuente y Silvia Abril, y que, complacido con lo que había visto, les ofreció, de manera informal, renovar para la siguiente gala. Y así ha sido. El humor blanco, pícaro pero amable, sin malos rollos de Buenafuente y Abril es perfecto para los que quieran unos Goya sin estridencias, sin más complicaciones de las necesarias y centrados en el puro entretenimiento.

La Academia aprendió del pitote que se montó con la gala del «no a la guerra», la conducida por Alberto San Juan y Willy Toledo, y desde entonces limita la provocación y lo reivindicativo a los contenidos de los discursos de los premiados. En otras palabras, no esperen por aquí a alguien como Ricky Gervais. Aunque, claro, quizás los chistes a costa de actores y actrices millonarios como los del británico resulten más graciosos: al fin y al cabo aquí el 80% los intérpretes están en paro. Y es difícil bromear sobre eso.

¿Y cómo será la ceremonia? Avanzan desde la Academia que el hecho de que se celebre por primera vez en un pabellón deportivo (adaptado) como el Martín Carpena ha multiplicado las posibilidades creativas del equipo de los Goya, y adelantan que la gala será muy visual, muy multimedia, y salpimentada por actuaciones musicales de Amaia y Celia Flores (la extriunfita y la hija de Marisol recordarán a la mítica intérprete), un número de A Chorus Line a cargo de Antonio Banderas y su compañía del Teatro del Soho CaixaBank y otro por el pianista y cantante de jazz pop británico Jamie Cullum (no sabemos muy bien a santo de qué).

Cine español 2019: el lado oscuro de los números

Almodóvar, Amenábar, Zambrano, Garaño-Arregi-Goenaga. Ha sido una temporada de pesos pesados y así se refleja en las candidaturas. Las aspirantes a Mejor Película en los Premios Goya suman un total de 18,7 millones de euros en taquilla hasta la fecha y más de 3,2 millones de espectadores, según los datos del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA). Se certifica la reconciliación entre la Academia y el público, marcada la pasada edición con el sonoro triunfo en los galardones de la muy taquillera Campeones, de Javier Fesser.

Pero conviene contemplar el dibujo completo, contextualizar esas cifras: porque ha sido también la campaña en la que el cine patrio no ha superado los 100 millones de euros de recaudación en su conjunto (tras más de un lustro lográndolo), algo especialmente doloroso en un año en el que el consumo de cine en salas ha experimentado una importante subida. Y siguiendo con datos oscuros: La trinchera infinita, una de las más nominadas en la presente edición, costó 3 millones de euros; ha recaudado poco más de uno.

«Boquerones» nominados

Volviendo a las nominaciones, viviremos un duelo de Antonios en los Premios Goya boquerones: los malagueños Antonio Banderas y Antonio de la Torre se verán las caras para hacerse por el Premio al Mejor Actor Protagonista por Dolor y Gloria y La trinchera infinita, respectivamente. Como ya hemos señalado anteriormente, sería el primer cabezón (no honorífico) para Banderas y el tercero para De la Torre.

El protagonista del filme sobre un topo ficticio de la Guerra Civil (aunque claramente inspirado en el último alcalde republicano de Mijas) es considerado por muchos como el recordman de la noche del cine español: 13 nominaciones tiene en su currículum este hombre; desde el 2009 solo ha habido dos ediciones de los Goya en las que Antonio de la Torre no ha estado nominado. El intérprete ha manifestado su especial alegría por esta candidatura: «Me la tomo como una vuelta a Málaga. A mis padres les haría mucha ilusión, a mis amigos y familia se la hace, y también sé que al niño que fui y a quien se fue de Málaga para buscarse la vida. Es una manera simbólica de volver a Málaga con un sueño cumplido».

No son los Antonios los únicos malagueños nominados en los galardones del cine español: Belén Cuesta, ya toda una veterana en la noche del audiovisual patrio, opta al premio a la Mejor Actriz Protagonista por La trinchera infinita y Mona Martínez se estrena con la candidatura a Mejor Actriz de Reparto por Adiós. Por no hablar de Pablo Barce, realizador local que se ha colado en la categoría de Mejor Cortometraje de Ficción con El nadador. Y si nos ponemos un poco chauvinistas, Natalia de Molina, formada en la Escuela Superior de Arte Dramático, aspira también a galardón (Mejor Actriz Protagonista) por Adiós.

Pedro Sánchez, otra «estrella» por la alfombra roja

Pedro Sánchez ha decidido cambiar su agenda de compromisos para acudir a la ceremonia de los Goya. Será su tercera vez pero su primera como presidente del Gobierno. Resulta especialmente llamativo que Sánchez será el segundo líder del Ejecutivo (el primero fue José Luis Rodríguez Zapatero, en 2005) que ha querido acompañar a la comunidad del cine español en su gran velada. Que sólo un presidente del Gobierno haya acudido a la gala del cine español en más de 30 años de historia es la demostración clara del divorcio entre la comunidad del cine español y buena parte de la clase política española: el ya citado «no a la guerra» de la ceremonia del 2003 desató las irás del PP y otros partidos de derechas, como VOX, suelen emplear en su argumentario las, en su opinión, excesivas subvenciones al audiovisual patrio.

Pedro Sánchez no será el único componente del Ejecutivo que lucirá palmito en los Goya. Otros miembros del Gobierno que pasearán por la alfombra roja del Martín Carpena serán el ministro de Consumo, el malagueño Alberto Garzón, y el titular de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes; además, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, y la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, también han confirmado su asistencia. Declinó la invitación el máximo responsable de VOX, Santiago Abascal, quien el año pasado criticó no haber sido incluido en la lista de invitados (la Academia argumentó que sólo convocan a líderes de formaciones con representación en el arco parlamentario, requisito que entonces no cumplía VOX).

Y las mujeres, ¿qué?

De un tiempo a esta parte, las reivindicaciones de igualdad salarial y de decisión copan buena parte de la actualidad del mundo cinematográfico. También han llegado a las galas del cine español, marcadas por discursos en este sentido y la exhibición de abanicos rojos con el lema «Más mujeres». Lo cierto es que en esta edición los números no acompañan en este sentido: como destacan en Maldito Dato, si no incluimos los premios que son directamente para películas ni los que se dan a las actrices (protagonistas, de reparto o noveles), de las 56 nominaciones sólo ocho corresponden a mujeres; o sea, ellas representan el 14% de las nominaciones a los Goya. Para más inri, las mujeres han bajado cuatro puntos en el porcentaje de nominaciones respecto al año pasado. Habrá que trascender las declaraciones y los abanicos...

Pequeños estrenos logísticos de la gala de los Goya

Dos pequeños detalles de la ceremonia. La gala estrenará cabezones: los premiados recibirán un nuevo busto, réplica exacta de la obra del escultor Mariano Benlliure y con «más peso» (entre 2,5 y 3 kilos). Será el tercer modelo en la historia de los premios del cine español (el primero fue realizado por el escultor malagueño Miguel Berrocal).

Además, los sobres que contienen los ganadores de las categorías tendrán abrefácil. Y es que los del año pasado estaban tan bien sellados que los presentadores tuvieron serias dificultades para abrirlos; de ahí que Javier Fesser agradeciera su Goya por Campeones así: «Muchísimas gracias a Super Glue por patrocinar los sobres de la gala».