Si para el Octubre Picassiano, la Casa Natal exploró la amistad entre Pablo Ruiz Picasso y su barbero, Eugenio Arias, dos exiliados amantes de los toros, ahora la Fundación de la Plaza de la Merced ahonda en otra relación, entre la colaboración artística y el aprecio personal, del pintor, la que mantuvo en los años sesenta con el Nobel de Literatura Camilo José Cela. 'Trozo de Piel. Cela-Picasso: pasiones compartidas' resume hasta el 31 de mayo la historia de amistad entre dos tótems de nuestra cultura a través de un centenar de documentos, ediciones y obras del artista (cerámicas, ceras, litografías o grabados). Fondos que proceden de la Colección Gabarrón y que podrán contemplarse hasta el 31 de mayo.

"Es el Leonardo da Vinci que tenemos hoy en el mundo; un pintor extraordinario, un hombre a juego con su cualidad, con la que presenta como pintor, y un monstruo sagrado, un hombre completo, redondo, lleno de aristas por otra parte, de facetas difíciles de estudiar y de seguir". Son palabras del autor de 'La familia de Pascual Duarte', que demuestran la auténtica devoción que el gallego, que había hecho sus pinitos como pintor con varias exposiciones, sentía por el malagueño, quien, recordemos, estudió Bellas Artes en A Coruña.

Cela editaba una revista en Palma de Mallorca, 'Papeles de Son Armadans', con la que quería lanzar un monográfico dedicado a Pablo Picasso. Para ello, a instancias de su 'vecino' en la isla, Joan Miró, viajó hasta La Californie, la estupenda residencia del genio en Cannes, para proponerle el proyecto. Por supuesto, no era el único que quería ver a Picasso. "Picasso era como una embajada de sí mismo. En la puerta de La Californie había mucha gente que quería conocerlo, así que se les pasaba un papel en el que cada uno tenía que escribir su nombre y el motivo por el que quería contactar con el artista", comenta Javier Pérez Segura, el comisario de la exposición de la Casa Natal.

Finalmente, "testarudo" como era Cela, dice Pérez Segura, logró pasar el corte y literato y pintor congeniaron desde un primer momento. Porque, asegura el comisario, eran "personas muy parecidas: tenían un sentimiento muy peculiar de ser español, reconocían el genio creador, eran cosmopolitas, les gustaban muchas de las mismas cosas, eran inconformistas y transgresores". ¿Y las diferencias políticas? Toca desmontar mitos, matiza Péreza Segura: "Se sigue centrando la figura de Cela en su trabajo como censor en los años 40 pero él, que acabó sufriendo la censura en sus obras, terminó en la posición ideológica coherente con ello".

Entonces empezó una amistad testimoniada en 173 documentos, 41 de los cuales han viajado a Málaga. Y también una colaboración artística que dio cuatro frutos: ese citado monográfico dedicado a Picasso de 'Papeles de Son Armadans' (1960), el libro de poemas de Picasso 'Trozo de piel' (1960), 'Picasso. Dibujo y escritos' (1961) y el libro de Cela 'Gavilla de fábulas sin amor' (1962), con ilustraciones de Picasso. Como ven, una alianza en la que a veces Cela hacía de Cela y Picasso de Picasso, y en otras se intercambianan los roles. Junto a las colaboraciones editoriales se exponen ocho de los dibujos a la cera que Picasso realizó para Cela el día de su cuadragésimo quinto cumpleaños y una selección de obras del genio de La Merced (cerámicas y grabados) pertenecienes a la Colección Gabarrón.

Dice con orgullo el comisario que la muestra no "es de las que se ven en unos minutos". Y tiene razón: hay que pararse, leer las paredes y los documentos, para encontrar pequeños detalles que revelan los perfiles de dos absolutos maestros en lo suyo y también hombres del mayor de los intereses. Por ejemplo, en una carta a Jacqueline Rocque, le escribe Cela: "¿Recuerda usted lo que dijo Pablo la última vez que estuve con ustedes? Lo tengo grabado en la memoria: 'Nada puede hacerse sin amor, sin amor no es posible dar ni un paso'. ¡Qué gran elemental verdad".