Arabesque. La suspensión en el aire de un bailarín justo antes de culminar su salto en una danza. También, las figuras geométricas que dibujan extravagantes flores, hojas o frutos y que descansan sobre las paredes de algunos monumentos árabes. Esta inesperada coincidencia de significados titula a la obra de Leonor Serrano Rivas, finalista del Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente, en ARCOMadrid 2020: «Me pareció que era una casualidad bonita que hubiera un término que pudiera aunar tanto el ornamento como el baile». Y es que Arabesque tiene historia.

Cien años atrás. A la época de la corriente vanguardista habría que remontarse para conocer los orígenes que dieron vida a esta obra. Fue entonces cuando la Alhambra de Granada fue testigo de la interpretación de los ballets rusos de Sergei Diaghilev, por primera vez en España. «Los trajo Manuel de Falla. García Lorca, que estaba por ahí, asistió a una representación que le inspiró e influyó mucho en la escenografía de su obra teatral». La pasión desmedida de Leonor se deja entrever en cada una de las palabras que componen la historia de Arabesque.

La nominación a estos premios supuso la oportunidad perfecta para esta artista malagueña y la investigación que llevaba ya algún tiempo desarrollando. En el ballet ruso Rivas encontró la confluencia de artes como la música, la pintura de las escenografías o los vestuarios. Fue en esta última, en la idiosincrasia de los patrones que conforman el vestuario de estos ballets, en lo que se centró su estudio. La joven malagueña comenzó entonces una investigación basada en los dibujos y patrones de estos telajes.

Para Leonor, el hecho de que todas las obras presentadas a este certamen tuvieran que estar relacionadas con la Alhambra fue el motivo perfecto para comenzar a gestar una obra en la que reunir las grandes pasiones que componen su estudio: «Relaciono lo llamativo del ornamento y los patrones que componen el vestuario del ballet ruso con el escenario en el que se interpretó, la Alhambra».

Arabesque pasó por las manos de tres artesanos. En Tánger se elaboraron la estampación y los hilos. Con un ebanista, posteriormente, se creó el caparazón de madera. Como broche final, fue la Real Fábrica de Tapices de Madrid fue la encargada de realizar el tensado de los hilos. Como resultado, una figura de 1,80 metros de altura, en la que su artífice buscó representar un cuerpo escultórico, basado en la figura de un bailarín: «Quería que estuviera suspendida en el aire, a medio camino entre un tapiz y un cuerpo».

Compuesta por madera, hierro, hilo de lana y estampación, Arabesque evoca el monumento que corona Granada, al tiempo que la figura de un bailarín en el aire se hace hueco en la composición. Los tres artesanos que formaron parte de la elaboración de la pieza plasmaron a la perfección el ensamblaje de ideas que Rivas quería trasmitir con su obra. La elaboración fue llevada a cabo de manera minuciosa y el resultado hace posible que «los hilos se entremezclen al menor movimiento sin perder la estructura, lo que hará palpitar los arabescos dibujados».

La obra de esta artista malagueña ha sido seleccionada como una de las cinco finalistas del Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente, que celebra este año su cuarta edición dentro de la prestigiosa feria ARCOMadrid. Las obras de Diego Delas, Irma Álvarez-Laviada, Christian García Bello y Lorenzo Sandoval, colgarán junto Arabesque en ARCO, desde el 26 de febrero hasta el 1 de marzo. El próximo 27 de febrero, un jurado, formado por distintas personalidades del panorama artístico internacional será el encargado de determinar si, finalmente, Arabesque y Leonor Serrano Rivas se alzan como ganadores de esta cuarta edición del certamen.

La malagueña confiesa sentirse ilusionada ante esta nominación. Para Leonor, Arabesque ha supuesto un gran paso en su trayectoria. Y si finalmente se hace con el galardón, uno mayor todavía.