Ha despachado 650.000 copias de sus tres primeros libros, y lanza mañana el cuarto, La chica de nieve, en el que busca nuevas aristas de su sello personal. De momento ya es número 1 en Amazon. Hablamos con el fuengiroleño horas después de tomar una difícil decisión: cancela el estreno del libro en un teatro madrileño por el tan temido coronavirus.

Tuvo que ser complicado el día de ayer.

Lo fue. La semana pasada la editorial y yo empezamos a analizar la situación; entonces estaba la sombra de la duda pero ayer [por el lunes] todo empezó a ser mucho más alarmante, y vimos que no tenía sentido reunir en un espacio como el Nuevo Teatro Alcalá a tantísima gente. En mis firmas hay cercanía, hay besos, hay abrazos... Es una situación muy de riesgo y lo que priman siempre los lectores, que no les pase nada. Lo retomaremos todo más adelante, al cien por cien, con más posibilidades de disfrutarlo, porque ahora todo iba a ser un tanto tenso, no iba a ser igual.

Esto del coronavirus da para una novela. Quizás la podría escribir usted.

No me imagino escribiéndola, ya hemos leído muchas de pandemias y brotes víricos. Pero es verdad que lo que está pasando, el cierre de fronteras, la saturación en los supermercados, son cosas que hasta ahora identificábamos con la imaginación de los escritores y los directores de cine, no con el mundo real.

Vamos con La chica de nieve. Su mujer, la influencer Verónica Díaz (@JustCoco), es su lectora cero. ¿Cuál es su veredicto sobre esta novela?

Me ha dicho que es, sin duda, mi mejor novela. A lo mejor también lo piensa porque me quiere más... [Risas] Pero la gente de mi entorno y de la editorial coinciden en eso, así que feliz. Ojalá el resto de lectores se encuentre una grata sorpresa en este enigma.

Una de las frases de promoción de su editorial: La chica de nieve es «el thriller perfecto que cambia las reglas del género». ¿Muy tremendo, no?

Sí, muy tremendo. Hace referencia a que éste no es un thriller al uso sino más bien dramático: normalmente es un género asociado a acción, disparos, explosiones, muertos, un asesinato por resolver; en este caso, el suspense se va desarrollando a través de escenas trágicas y emocionales. Aquí se ahonda en la profundidad de los personajes más que en los artificios para entretener. Y creo que a la gente le va a sorprender ese tono.

Tiene usted una marca personal, un sello como escritor. ¿Tenía miedo de que eso terminara en la fórmula, en la repetición?

Habría sido muy fácil escribir cuatro veces la misma novela, pero al final uno tiene que disfrutar con lo que hace, y a mí me encanta escribir cosas que no haya escrito; en este caso, un libro de una mayor profundidad emocional. Y creo de verdad que ésta es mi mejor novela. No tiene el ritmo vertiginoso de El día que se perdió la cordura pero sí tiene unos personajes que te hacen sentir la novela en el pecho, y eso hace que te absorba más incluso que La cordura sin poseer su ritmo loco.

Quizás gracias a este tono más emocional podría empezar la reconciliación con los críticos literarios, que no parecen ser muy amigos de sus libros.

No lo sé, ni me importa [Risas]. Al final, tengo la suerte de que mis mejores críticos es la gente que me lee. La opinión de un grupo de personas que lee un tipo de libros concretos... No funciona así el mundo.

Cuenta que es la novela que más le ha costado escribir, que tenía que detenerse en muchas ocasiones para llorar. ¿De dónde ha salido esta historia, de qué parte de usted?

De mi mayor miedo ahora mismo, que desaparezca un hijo [Javier Castillo tiene dos hijos de corta edad: Gala y Bruno]. Ese momento de pánico que dura un segundo en el que pierdes de vista a tu hijo por primera vez... Es como si cayeras de un rascacielos. Y esta novela es el reflejo de ese miedo a través de una trama. Suelo escribir en la Biblioteca de Fuengirola, así que cuando volvía a casa, veía a mi mujer y los niños jugando, y se me olvidaba todo... Aunque la verdad es que algo siempre quedaba dentro: por ejemplo, este año en la Cabalgata de los Reyes de Málaga, con mi hija Gala en hombros tuve un momento de estrés emocional, y me tuve que alejar, no podía estar ahí. Me imaginaba todo lo que podría ocurrir.

¿El Javier Castillo escritor de thrillers ha contagiado su mirada tras las apariencias al Javier Castillo padre?

No, no, yo soy muy normal [Risas]. Pero es cierto que hay momentos concretos en que te imaginas lo que escribes, porque mi cabeza siempre busca el suspense en zonas cotidianas. Pero, no crea, en general soy muy sociable y confío en todo el mundo [Risas].

De nuevo la trama se sitúa y desmadeja en Estados Unidos. ¿Podría ambientar alguna vez una novela en su Málaga?

No hay problema. Ésta podría ambientarse perfectamente en Málaga, cambiando los nombres de los personajes y los sitios. Pero en mi caso, yo creo que es parte de mi marca, de lo que escribo, de que la gente encuentre en mis novelas una especie de películas hechas novelas. Y luego pasa algo curioso: me leen en todo el mundo, y me es mucho más fácil explicar la cabalgata de Acción de Gracias de Nueva York que la de los Reyes Magos, porque no saben ni lo que son los Reyes Magos; tendría que detener la historia para justificarlo y yo soy un fanático del ritmo, quiero que la novela sea muy ágil.

A estas alturas, ¿cree que jamás superará el éxito de El día que se perdió la cordura, lo tiene asumido?

Es la novela que más ha vendido hasta ahora porque, lógicamente, es la que más tiempo lleva en el mercado y también porque ya está disponible en edición de bolsillo, con la que consigues mucho más lectores. Pero el primer año de Todo lo que sucedió con Miranda Huff [su tercera novela] fue mucho más fuerte, el doble que El día que se perdió la cordura. Veremos qué pasa ahora con La chica de nieve.