La gran familia de museos picassianos pronto tendrá un nuevo miembro. A las pinacotecas dedicadas en exclusiva al genio de La Merced instaladas en, claro, su Málaga, pero también en sus París, A Coruña, Barcelona, Antibes, Münster, Vallauris, Horta y Buitrago se le sumará un centro dedicado por entero a su obra en Aix-en-Provence, el sur de Francia y a sólo 15 kilómetros del castillo de Vauvernagues, donde está enterrado el artista. Y no será uno cualquiera: con sus 1.500 metros cuadrados expositivos (en el antiguo Colegio de los Predicadores, uno de los más preciados edificios históricos de la ciudad), ambiciona ser el más grande de todos. Se inaugurará la próxima primavera, la del 2021, si es que el coronavirus lo permite.

La operación corre a cargo de Catherine Hutin-Blay, hijastra de Picasso y la propietaria de la colección privada más importante del mundo del pintor. Hutin-Blay (67 años), heredó tras el suicidio de su madre, Jacqueline Roque, en octubre de 1986, más de un millar de cuadros del pintor, así como centenares de grabados, esculturas y un importante patrimonio inmobiliario. Por ejemplo, el célebre Jacqueline con traje turco, uno de los retratos favoritos de la viuda de Picasso, forma parte del impresionante stock. Pero los picassianos más ávidos salivan especialmente por la posibilidad de ponerse frente a frente a un buen montón de piezas del genio muy poco vistas de su último periodo creativo (de entre 1952 y 1973), la especialidad del catálogo de Hutin-Blay.

Relación

El museo se llamará tentativamente Jacqueline et Pablo Picasso y explorará, cómo no, la relación personal y artística del matrimonio (recordemos que el malagueño hizo hasta 400 retratos de su última musa). Contará, además, con un centro de documentación sobre Picasso, talleres de cerámica y grabado, un auditorio de 200 plazas, una cafetería y un restaurante. Espera despachar unas 500.000 visitas al año.

Las cifras del proyecto son mareantes: el edificio, que pertenecía al Ayuntamiento de la localidad de la Provenza francesa, fue vendido a Madame Z, la empresa de Hutin-Blay por 11,5 millones de euros hace un par de años. Entonces comenzó a hablarse de este proyecto museístico, que parece haber recibido un notable empujón los últimos meses.

Catherine Hutin-Blay es una de las figuras más discretas y enigmáticas del casi infinito universo picassiano: siempre pide que ponga colección privada en los carteles de las obras que presta para exposiciones a lo largo y ancho de todo el mundo, no suele conceder entrevistas y fue acusada de haber hecho desaparecer un testamento en el que presuntamente ésta donaba 61 obras del artista a España (Pepita Dupont, la autora del libro en que se afirmó tal hecho, fue condenada por difamación). Su museo de Aix En Provence es, sin duda, la gran obra de su vida.