Hijo del catedrático y gran poeta Pedro Salinas, Jaime nace en 1925, pasa su infancia en Sevilla y Madrid y a los 11 años, en 1936, parte al exilio con su familia, reside y se forma en los EEUU hasta 1955, año en el que vuelve a España sin propósito de permanecer. Entra por casualidad en la editorial Seix-Barral, en Barcelona, donde inicia una labor de gestor y organizador de la empresa, conecta en seguida con el proyecto de modernización y apertura de Carlos Barral y se integra, aunque nunca plenamente dado su carácter retraido, en el grupo de amigos de éste -Ferrater, Gil de Biedma, Castellet, los Goytisolo...- que constituyen la vanguardia literaria catalana.

Carlos Barral conseguirá con su Biblioteca Breve un éxito que Salinas va a potenciar con su buen hacer, cosmopolitismo y dominio de idiomas, conectando con las principales editoriales europeas sobre todo a través de los Premios Formentor e Internacional de Literatura de los que es la pieza clave, y experimentando de modo directo las dificultades de una labor editorial en la dictadura franquista, tan ajena a la cultura.

Después de casi diez años, por diversos problemas con Seix-Barral, deja Barcelona y se instala en Madrid, donde inicia la que a mi juicio es su mayor hazaña: la creación de Alianza Editorial cuya colección 'El Libro de Bolsillo' revoluciona el panorama cultural de la mano de los Ortega y diversos colaboradores.

En Madrid como en Barcelona se integra en un selecto grupo de escritores amigos: Benet, García Hortelano y otros y entra, siempre con cierta distancia, en diversos círculos sociales de la capital, e incluso acepta el nombramiento de director general del Libro y Bibliotecas, cargo que desempeñará durante dos años y en el que desarrolla, pese a la burocracia residual del franquismo, una labor notable en materia editorial y bibliotecaria.

Su participación en el círculo de amigos catalanes y madrileños es asidua y generosa, pero no íntima, la soledad y el desarraigo le acompañan siempre; su único amigo verdadero es Gudbergur Bergsson, un escritor e hispanista islandés al que conocía desde 1956, su amante y compañero durante 55 años.

Apartado de Alianza, lleva a cabo una intensa y fecunda labor de relanzamiento y modernización de las editoriales Alfaguara y Aguilar en las que dejará una huella imborrable de calidad y de buen gusto.

En 1990, a raíz de un infarto de miocardio, llega su jubilación, lo que no le impide colaborar eficazmente en la exposición dedicada al centenario de su padre, en la edición de sus obras completas y en el proyecto de recuperación del Archivo y Biblioteca de la Residencia de Estudiantes.

Fallece en 2011, a los 86 años, en Islandia, junto a su compañero Bergsson.

Salinas había publicado en 2003 unas memorias,con el título de 'Travesías', que tuvieron un gran éxito, pero que abarcaban sólo los primeros treinta años de su vida, es decir, hasta su regreso a España en el citado 1955 y, por lo tanto, dejaban fuera su interesantísima actividad pública como editor en los siguientes cuarenta años, sin que estuviera claro si no quiso o no pudo continuarlas.

La tarea de completar esas memorias, mediante el presente libro ha corrido a cargo de Enric Bou, profesor de literatura española en varias universidades, autor de obras de crítica literaria y además editor de las Obras Completas de Pedro Salinas (Catedra,2007), aparte de amigo de su hijo Jaime. Y lo ha hecho valiéndose, por una parte, de una concienzuda selección y ordenación de las cartas enviadas por éste, durante cuarenta años, a su amigo Bergsson, y de algunas de las remitidas a su familia, y por otra, de un aparato documental compuesto de recortes de prensa, fragmentos de entrevistas, tesis doctorales, ensayos, memorias... que va interpolando con acierto hasta construir un puzle de máxima coherencia y amenidad.

Esta naturaleza dual del libro que comento, sus dos partes perfectamente ensambladas pero diferentes, me permiten enjuiciarlo a continuación por separado.

Una correspondencia privada

Cabe decir ante todo que aquí se recogen sólo las misivas de Salinas, sin que se den a conocer las posibles respuestas de los destinatarios, por lo que no puede hablarse propiamente de 'correspondencia'.

Por otra parte, la publicación de unas misivas privadas plantea la vieja cuestión de la licitud moral de sacar a la luz algo sin permiso explícito de su autor ni prueba de su intención de publicarlas, problema que Bou se plantea en la introducción al libro pero que, a mi juicio, no resuelve.

Bien es verdad que Bou ha puesto un extremo cuidado en soslayar los pasajes más íntimos para volcarse en la faceta pública del personaje, pero aun así, la intimidad se 'cuela' por muchas rendijas en forma de comentarios producto de la ofuscación o el enfado momentáneos, que si bien aportan espontaneidad y frescura, no se libran de lo que el propio Bou califica como «la insolencia, el desparpajo terrible de una carta privada».

Por esta razón habría que preguntarse si el autor, en una hipotética decisión de publicar, no habría suprimido, corregido o suavizado muchas de sus opiniones, en especial las relativas, a veces crueles, a sus amigos y colaboradores, o no habría matizado, desde la distancia, sus comentarios sobre las situaciones y circustancias que se le iban presentando; hay que preguntarse también, en la misma hipótesis, si no habría incluido las respuestas a sus cartas para conseguir la unidad lógica y la coherencia de una correspondencia auténtica.

Dejando a un lado las hipótesis y ateniéndonos a lo publicado, estas cartas, cargadas, como no podía ser menos, de la subjetividad y de los estados de ánimo fluctuantes del día a día, nos suministran la imagen de una persona en general amargada, desanimada, a menudo injusta con amigos y colaboradores, víctima de una permanente sensación de fracaso..., por lo que la conclusión que se obtiene es la de que, desmintiendo el título del libro, para Salinas 'editar no fue una fiesta'.

Sin embargo, por lo que se conoce a partir de otras fuentes, en especial por el trabajo de Bou que ahora comentaré, esa imagen es incompleta y está distorsionada, no sólo por lo ya dicho, sino en gran parte por la modestia del personaje, que oculta siempre sus logros y por el altísimo nivel de exigencia que se impuso en su labor.

La obra de Bou: edición insuperable

Ya en la introducción al libro, en apenas veinte páginas, nos ofrece Bou una muestra de su preparación académica, su conocimiento de los Salinas y de su cariño y admiración hacia Jaime, en una semblanza magistral de su persona y su obra. Pero ésta es sólo la punta del iceberg que ha construido para culminar un auténtico ensayo, ameno y profundo, a base de sus propias notas y de los testimonios de otros.

El trabajo ha consistido en la investigación exhaustiva de citas relativas al personaje, la selección de las mismas y su colocación en el lugar adecuado para situar al lector en las circustancias que rodean o motivan las cartas en cuestión, tareas que ha realizado de modo perfecto, pudiendo rastrearse en la bibliografía la lista de los autores cuyos recuerdos y opiniones ha traído al libro y de aquellos cuyas obras ha consultado.

En conclusión, si en una hipótesis descabellada prescindiéramos de la materia prima del libro, las cartas, todavía nos quedaría un valiosísimo ensayo sobre el contexto personal e histórico del personaje que puso a España al nivel editorial de los países más avanzados.