Desde la novela más leída de la historia, Don Quijote de La Mancha, hasta el último libro de Manuel Vilas, pasando por las intrigas de John Le Carré y Patricia Highsmith o la delicada prosa de Alessandro Baricco, el lector puede descubrir sorprendentes guiños al deporte en obras de ficción de todos los tiempos.

El fútbol, por su condición de juego universal, es el deporte más retratado en la literatura contemporánea, pero todos han reclamado alguna vez su cuota de protagonismo en un relato. Espeleología, remo, motociclismo, tenis y natación lo hacen en cinco obras con las que merece la pena celebrar este Día del Libro.Don Quijote, espeleólogo

La aventura de la Cueva de Montesinos es una de las historias más extraordinarias de la segunda parte de 'El Quijote' (1605). El bravo hidalgo no duda en atarse unas cuerdas para ser descolgado hasta el fondo de la sima, donde según Sancho pasa una hora que él asegura que fueron tres días. En ellos, cuenta Miguel de Cervantes, tuvo tiempo de visitar palacios y alcázares y coincidió con todo tipo de personajes, incluida la mismísima Dulcinea: "Iba don Quijote dando voces que le diesen soga, y más soga, y ellos se la daban poco a poco; y cuando las voces, que acanaladas por la cueva salían, dejaron de oírse, ya ellos tenían descolgadas las cien brazas de soga, y fueron de parecer de volver a subir a don Quijote, pues no le podían dar más cuerda".

El remo asesino de Tom Ripley

Nacido de la pluma de la estadounidense Patricia Highsmith, Tom Ripley es uno de los asesinos mejor perfilados de la historia de la literatura de suspense. El primero de sus crímenes, el de su amigo Dickie Greenlaf, lo comete valiéndose de un remo, en una lancha sobre las aguas del Mediterráneo, frente a la costa de San Remo. 'El talento de Mr Ripley' (1955) fue la primera de una serie de cinco novelas protagonizadas por este hombre sin moral pero lleno de encanto: "Tom le golpeó en el cuello, tres veces, con el canto del remo, como si éste fuese un hacha y el cuello de Dickie un árbol (...). Tom agarró el remo como si se tratase de una bayoneta y se lo hundió en un costado. Entonces, el cuerpo postrado se relajó y quedó quieto y fláccido".

Baricco y Rossi

'Esta historia', la deliciosa novela que publicó el italiano Alessando Baricco en 2005, pivota sobre la pasión por el automovilismo que guía la vida de Ultimo Parri, un personaje inolvidable. En el capítulo de agradecimientos que cierra el libro, el autor sorprende al mencionar en último lugar al piloto Valentino Rossi: "Y, en fin, si no hubiera decidido, hace ya tiempo, dejar de dedicar los libros a alguien, este libro se lo habría dedicado a Valentino Rossi. Nunca he estado con él y tampoco acabo de entender muy bien qué clase de persona es. Pero la historia esa de bajarse de la Honda y subirse a una moto que no tiraba ha sido una de las cosas más hermosas de estos años. Me ha enseñado mucho (...). Gracias, por tanto, a Valentino, por su descaro, valentía y talento".

Trama que nace en una pista de tenis

El joven matrimonio formado por los ingleses Gail y Perry pasa unas tranquilas vacaciones en la isla de Antigua. Otro huésped de su hotel, un millonario ruso llamado Dima, propone a Perry jugar un partido de tenis. A partir de ese momento, la vida de la pareja da un vuelco y se ve envuelta sin remedio en una compleja trama de espionaje internacional. 'Un traidor como los nuestros', del británico John Le Carré, maestro del género, se publicó en 2010 y fue convertida en película en 2016, con Ewan McGregor como protagonista. La final de Roland Garros del año 2009, entre Roger Federer y Robin Söderling, aparece también en la novela: "Para Perry, ver a Federer en la final del Abierto de Francia es como ver a Nijinsky en 'La siesta de un fauno'. ¿Cuántos discursos de Perry no habrá escuchado felizmente ella, acurrucada junto a él frente al televisor en Primrose Hill, en torno a Federer, el atleta perfecto que a Perry le habría gustado ser?".

El reino del agua

Manuel Vilas vuelve a compartir en 'Alegría', finalista del Premio Planeta 2019, su rica colección de recuerdos, como ya hizo en 2018 con la aclamada 'Ordesa'. La figura del padre vuelve a adquirir un papel fundamental, ese padre que reta a su hijo, que aprendió a nadar en el río Cinca, a tirarse al agua helada de una piscina en Benasque a cambio de cinco duros. Allí, sumergido, descubre otra realidad: "Solo estábamos el agua y yo, y la inmovilidad del tiempo, porque entonces descubrí que debajo del agua se suspendía el movimiento de la realidad, se insonorizaba el tiempo, y se congelaba el transcurso, desparecía la identidad social de quien debajo del agua hace su estancia, e indagué allí, en esa zona de los que bucean por deseo de marcharse del reino de los vivos a otro reino, al reino del agua".