Mientras no llega el Sant Jordi oficial -el de julio-, las librerías online situaron a Terra Alta (Premio Planeta 2019) entre las tres novelas en castellano más vendidas durante el desventurado 23 de abril. Ajeno a los cantos de algoritmo, Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), confinado en Verges, escribe la segunda entrega de esta ficción tan distinta -que no infiel- a las anteriores.

¿Había mutado usted antes que el virus?

En los últimos años ha habido cosas que me han cambiado. Tengo la sensación de haber entrado en una selva desconocida. Eso es fantástico porque a una cierta edad, y si las cosas te han ido razonablemente bien, corres el peligro de convertirte en un imitador de ti mismo.

¿Qué obró el cambio?

El otoño del 2017. Me tocó profundamente. Cambió la visión de lo que había sido mi puñetera vida. Cuando la Historia en mayúsculas llega, se mete dentro de casa y te cambia a ti y a la relación con la gente. Esta crisis es terrible, pero me afecta menos de lo que me afectó aquello. Fue brutal.

Se mojó, y el Rey elogió su «valentía».

El Rey representa al Estado democrático. Pero, como decía Jules Renard, cuando alguien me hace un elogio no necesita repetírmelo dos veces, lo entiendo a la primera. Llevo peor los insultos y los ataques.

El soberanismo está en silencio.

No lo percibo. El Govern no sigue en otra cosa. No veo, como algunos, que esto sea el final de la crisis catalana.

Mientras tanto, ¿qué recuerdos tiene del presente?

La extrañeza. Algunos días, la ratio de muertos en España ha sido muy superior a la de la guerra civil. Y eso ocurre a tu alrededor, y sabes que tendrá consecuencias económicas terribles. La incertidumbre genera miedo, y el miedo es lo más peligroso del mundo. Walter Benjamin decía que la felicidad consiste en vivir sin temor. Eso ahora no es posible.

¿No le consuela librarse del fútbol y de los zarandeos de la promoción?

Si esto no fuera una catástrofe colectiva, sería una bendición individual. Los escritores, por voluntad propia, nos encerramos para leer, escribir y pensar en las musarañas.

¿El paisaje da para ficciones?

La literatura, a diferencia del periodismo, no cuenta lo que pasa cuando está pasando. La batalla debe acabar, tiene que bajar el polvo, contar los heridos y los muertos.

Suele decir que la novela vive del conflicto y el dolor.

La verdad -que es compleja y a menudo suena fea- es que lo que es malo para la vida es bueno para la literatura. Los escritores somos bestias carroñeras o, en el mejor de los casos, alquimistas que convierten el horror en belleza. Por eso la literatura es útil. Pero no sabemos el sentido de todo esto. No lo saben los epidemiólogos ni los economistas.

Así, de pronto, ¿a qué le da vueltas?

A una frase de Abraham Lincoln tomada de un dicho popular: «Don’t change horses in midstream» («no cambies de caballo en mitad del río»).

¿Y eso?

Bastaría esa razón para que los políticos apoyasen al Gobierno, y luego, una vez cruzado el río, a pedir cuentas. Me avergüenza ver el comportamiento de determinada gente que dice que le importa su país. No veo otra forma de ser leal al país que ser leal al Gobierno.

¿Pedro Sánchez funciona como arquetipo?

No me gustaría estar en su piel. Me llama más la atención Fernando Simón, un desconocido en el centro del foco. Y me ponen de los nervios algunos intelectuales.

¿Quién por ejemplo?

El filósofo Giorgio Agamben, que primero dijo que la epidemia no tenía importancia y después, cuando se acumulaban los muertos, que el confinamiento era una estrategia de los Estados para acabar con las libertades. Esa incapacidad para atenerse a la realidad me destroza.

La tensión entre libertad y seguridad es real.

Es una oportunidad para aspirantes a dictadores, claro. Pero eso no quiere decir que desacreditemos el hecho de confinarnos aplicando un artículo de la Constitución, renovándolo cada 15 días y sometiéndose a control parlamentario.

Oiga, ¿su patria dónde está?

Para mí, la palabra patria solo tiene un sentido limpio, que es el que le daba Cervantes: un lugar pequeñito donde tienes tus recuerdos y a la gente que quieres.