El director Dani de la Torre cuenta que estuvo durante dos años investigando y acompañando en su día a día a agentes de la Policía Nacional que se dedican a la lucha contra el terrorismo. Son personas que, como todas, tienen su vida privada pero que están siempre pendientes del teléfono, de una llamada que les diga si se tienen que poner en marcha o deben esperar. En la serie La Unidad, que se estrena hoy en Movistar+, cuenta ese trabajo en seis capítulos, pero también el del otro bando, el de los yihadistas. La serie fue rodada en parte en Málaga.

¿Cómo nació La Unidad y esta idea de recrear la realidad de unos agentes cuya labor no suele ser visible?

Fue un ofrecimiento a mí y a Alberto Marini [guionista]. Una vez que nosotros entramos en el proyecto y empezamos a trabajar con la Policía Nacional escogimos productora y, al final, decidimos colaborar con Vaca Films, porque ya nos había producido nuestras películas. Alberto y yo estuvimos trabajando dos años con la policía codo con codo, nos abrieron las puertas de la unidad antiterrorista, estuvimos visitando a infiltrados, estuvimos en operaciones yihadistas, en la detención de un terrorista en Ceuta, en reuniones, en operaciones complejas y también nos acercamos un poco a su vida personal. Queríamos saber cómo piensan, cómo viven y cómo trabajan 24 horas dedicados al servicio de la sociedad. Nos sorprendió mucho ver una policía muy abierta, muy preparada, que habla idiomas, que estudia el Islam, que trabaja codo con codo con policías musulmanes, con colaboradores árabes en la propia comisaría y que tiene una imagen mucho más europea que la que se había retratado hasta el momento. Es bonito ver cómo funciona algo de tu sociedad desde dentro y ver que es la élite. Ahora mismo, es la unidad que más detenciones yihadistas realiza del mundo.

Uno de los personajes explica que su labor es detener a los malos antes de que cometan un atentado y, a la vez, se tienen que fijar en los pequeños detalles para que resulte creíble...

Fue muy difícil recrear eso. Ellos mismos nos lo decían: «Esto no es Arma Letal, ni Harry, el sucio, no somos Ocean’s eleven... Cada uno trabajamos con una función muy determinada. Nuestro trabajo depende del de los compañeros y aquí nadie va por libre». Son muchas secciones, muchos departamentos. Para nosotros era un puzle difícil de encajar porque teníamos mucha información, teníamos que crear un ficción pero apegarnos a la realidad lo máximo posible.

Retratan las dos caras, también la de los yihadistas.

Queríamos contar los dos mundos, no solo el de la Brigada de Información de la Policía, no queríamos obviar ni caricaturizar a los terroristas. Primero, queríamos separar al yihadismo del mundo árabe, para no estigmatizarlo ni crear esos guetos que hay cada vez que pasa algo. Aquí hablamos de terroristas yihadistas que son los que utilizan a Alá y a la religión como excusa para hacer daño y separarlo del mundo musulmán, que rechaza todo este tipo de comportamientos, porque está en lucha contra el terrorismo. Queríamos que se pudiese ver de dónde viene cada personaje, incluso los terroristas, no para justificarlos, sino para que el espectador sepa sus orígenes. No es igual venir de un país tranquilo que de Siria, que está en conflicto y arrasado por las guerras.

Eligieron que cada personaje hable en su idioma, francés, árabe, inglés, castellano y subtitular los diálogos, ¿por qué lo han hecho así?

Fue una de las cosas más complicadas. Yo quería que los personajes tuviesen mucha verdad, mostrar respeto por lo que estaba contando, tanto de un lado como del otro. Trabajamos en tres árabes diferentes, en árabe clásico, en marroquí y en sirio, trabajamos en inglés, en francés y en español para respetar los idiomas que usarían en la realidad. Queríamos que los espectadores no supiesen si estaban viendo una serie o un documental.

Pero después también tienen su parte personal...

Están entregados 24 horas, yo lo viví con ellos. Abandonan reuniones, dejan su vida personal para ocuparse de un problema en su departamento o de una alarma. Su vida es muy ingrata, es lo injusto de su trabajo, porque ellos se dedican a que la sociedad esté tranquila y después nadie les felicita, las operaciones que realizan no las conoce nadie y, a veces, vienen de salvar a un montón de gente y llegan a su casa y tienen un whatsapp en el grupo de padres poniendo a parir a la policía.

Se cuela además en su trabajo la política y la falta de medios, a pesar de que son la élite, ¿pueden hacer siempre lo que consideran necesario?

Ellos también tienen presiones políticas. En nuestro Estado de derecho antes de detener a alguien tienen que tener muchas pruebas. A veces, reunir esas pruebas necesarias pone en peligro una operación contra reloj para coger a alguien peligroso. Por otra parte están las maneras de proceder de los políticos. A lo mejor, no es procedente mandar a 200 policías a Cataluña en un momento delicado de la situación política. Aquí, la guerra está en el manejo de los tiempos. Todos quieren detener a los terroristas, nadie quiere un atentado, pero no es fácil cortar toda la Semana Santa en Andalucía por una amenaza terrorista. Hay que tener pruebas sólidas, porque los políticos lo que quieren es molestar lo menos posible a la ciudadanía con sus decisiones. Su premura y su urgencia choca con las necesidades de la propia política, pero creo que luchan conjuntamente, aunque la coordinación sufra un desgaste.