¿Cómo han sido estos meses para un músico como usted, de tener tres bolos en un día un fin de semana?

Imagínese lo difícil que es malvivir bien de la música, la de años sembrando para recoger cada año una mejor cosecha... Después del 2019, que fue increíble, teníamos este año casi hasta diciembre cerrado; la temporada empezaba muy fuerte y de pronto esta película... Es una impotencia muy grande. Hay que dar gracias porque se ha respetado la salud pero ha sido muy cruento ver cómo se desmorona todo el trabajo y no poder salir a buscarte la vida mientras la soga apretaba cada día que pasabas encerrado en casa.

¿En algún momento durante el confinamiento se ha dicho a sí mismo: «La verdad es que esto no merece la pena»?

En peores guerras he estado aunque no es una tan alucinante. Sabe usted que soy un tipo bastante enérgico en lo que me gusta, siempre manteniendo la esperanza; nunca soy de los que espera sentado a que se abra una ventana, voy directamente a por el pico y la pala y me invento un hueco, pero sin duda muchos días se me han pasado por la cabeza mil cosas: ves que llevas muchos años por el camino del trabajo, la superación, estudiando muchas horas un instrumento, horas muertas intentando mejorar un texto... Me saltaron muchas dudas cuando le pedí una opinión sobre una canción a Miguel, de Santero y Los Muchachos, y me llamó: «¿Qué carajo falta aquí, Zurdo, para que estés petándolo por toda España». El silencio de después que no supe romper con una respuesta decente me mató. Cuando pienso que no depende de mí en los días malos dan ganas de montar una quincalla en la calle Refino [Risas]. Pero he tenido otros días maravillosos, como cuando me llamó uno de mis ídolos patrios para pedirme que le escribiera las letras a sus nuevas canciones. Eso es un chute de alegría que para mí se queda. Aunque como diría el gran Miguel Vigil, que no se nos suba el fracaso a la cabeza.

Prueba de vida, el título del disco, ha cobrado un nuevo sentido, ¿no?Prueba de vida

Creo que tengo algo de futurólogo [Risas] En algunos textos me ha pasado que me he adelantado a los acontecimientos. El título lleva puesto un par de años, para decir «señores que aquí estoy, sigo vivo y coleando» pero sin duda ahora toma cada día más fuerza. Se tarda más de lo que me gustaría en terminar los discos: las canciones están, la producción de Candy [Caramelo, músico y productor de Ariel Rot, Andrés Calamaro y Miguel Ríos, entre muchos otros] es increíble, pero la agenda de conciertos es un maratón cada fin de semana, invertir de tu bolsillo en viajes, dietas, grabaciones, vídeos... Cuando llevas una casa para adelante con tu pareja es cada vez más complicado. Parece que no se me ocurre nada entre un disco y otro, pero es más tema de tiempo y dinero que de talento; por mí estaría haciendo a canción por semana. Sin duda, cada día disco es un acto de fe [título del anterior disco de El Zurdo] y una prueba de vida.

¿Qué Zurdo oiremos en este nuevo álbum?

Cada vez que subo a Madrid al estudio de mi querido Candy salgo de allí con la cara partida, creo que hemos dado en el clavo de lo que queremos que sea este proyecto en adelante, nos ha costado dos discos y mucho trabajo, pero tenemos la voz, el estilo y las canciones. Como buen alquimista, Candy ha sabido muy pacientemente ir destilando a éste que escribe, hasta dar con la esencia, mi sitio, mi parcela; cuando creces te salen aristas que haces que no encajes en nada que no seas tú, pues en ese punto estamos. Hay una versión de un clásico que creo que marcará un punto importante de inflexión donde saco mi vena más desconocida para la gente.

¿Cómo se plantea el concierto del 18 de julio?

Todo esto tiene un culpable llamado Pepe Salas, gran frontman malagueño y amigo personal que en cuanto se pudo reunió a quince amigos en su casa y me montó un concierto privado; también habló con la familia de La Cochera Cabaret para hacer un concierto acústico yo solo. Me encanta cantar a pelo con mi guitarra acústica, pero siento que hacerlo por las circustancias del negocio musical, el verte abocado a ser cantautónomo... Me niego en redondo. Yo soy sudor, electricidad, guitarra, voz y presencia escénica, arropado por unos tipos que están detrás insuflando esa energía que no se puede explicar. Perderme eso por juntar unos cuantos euros más me parecía mal después de estar tres meses sin pisar tabla, así que como siempre pasa, todo va a mayores. El Lere [músico en Red Rombo y Muchachito Bombo Infierno] abrirá el show, que contará con invitados maravillosos y unas cuantas nuevas canciones de mi próximo disco.

¿Un concierto con distancia social es un concierto o es otra cosa?

Esa nueva normalidad parece que va por barrios: lo que parece normal en unos casos donde el bombeo monetario es mayor es una locura donde no lo es; que me expliquen, de verdad, literalmente por qué se pueden llenar los aviones y los trenes hasta la boca durante horas de viaje, unos sentados con otros a medio centímetro de distancia, y no se puede llenar un teatro con las mismas medidas de seguridad. O la gente de la música empieza a unirse y a tener un poco de capacidad de presión o esto nos va a terminar de dar la puntilla. Pero no nos ponemos de acuerdo ni para el día de ensayo así que está complicada la cosa.

¿Es usted de los que ha aprendido algo durante la pandemia o es el mismo pero con menos dinero?

Imagínese cada mañana aguantarle la mirada al tipo del espejo... La verdad es que todo este tiempo en casa da para mucha reflexión. Creo que tengo que apostar más por mi música, que no puedo seguir tan solo este camino sin una banda estable que mate por este proyecto, que tengo que profesionalizar y dignificar más esta profesión, abrir más la mano a otros proyectos desde casa, grabación, composición, escribir para otros, música para cine o publicidad, tener un sustento digno y no andar en el alambre partiéndote la espalda y la boca con gente que no ve la diferencia entre un tipo que tiene esto por hobby o un profesional que vive 24 por 7 de esto. Que ya tengo dolores que antes no tenía y debo empezar a cuidarme un poquito más para alegría de mi directora de banco, que me quiere sano y salvo, y para disfrutar cada segundo de mi pareja, mis gatos y mi familia.