Joël Dicker se convirtió en 2012, cuando sólo tenía 27 años, en un superventas gracias a 'La verdad sobre el caso Harry Quebert', novela con la que ganó varios premios en Francia y que atrajo a una legión de lectores que, desde entonces, aguardan cada uno de sus libros con enorme expectación. Las historias del suizo, al que algunos tildan de facilón y efectista, beben de la novela negra, con tramas vertiginosas, constantes saltos entre épocas y algunos giros argumentales sorprendentes. Es cierto que cuando se empieza un libro de Dicker es difícil dejarlo porque, pese a ciertas inconsistencias en el planteamiento o la construcción de algunos personajes, sus páginas terminan siempre despertando mucha curiosidad e impelen a seguir leyendo, en espera de esa última revelación que deje, al fin, toda la verdad al descubierto.

Con estas mismas premisas, el afamado escritor acaba de publicar 'El enigma de la habitación 622', una historia ambientada en su Suiza natal y protagonizada, en un juego con sus lectores, por él mismo. Dicker afirma que este recurso obedece a su deseo de homenajear al que fuera su editor, Bernard de Fallois, fallecido en 2018, de quien habla de forma muy elogiosa en la novela. Y aunque él aclara que el Dicker de la novela no tiene por qué reflejar su propio carácter, lo cierto es que los cariñosos recuerdos hacia De Fallois que salpican muchas de sus páginas convierten la novela en su libro más personal.

Pero hablábamos de suspense y ciertamente Dicker sabe presentarlo y administrarlo de manera muy hábil a lo largo de las más de 660 páginas de su nueva novela. La trama parte de un crimen cometido hace unos años en el Hotel Palace de Verbier, del que nunca se encontró al culpable. Hasta allí llega, ya en el presente, nuestro novelista para pasar unos días. Acabará, por supuesto, iniciando una investigación junto a otra huésped del hotel para aclarar el asesinato. En este ocasión, la baza con la que juega el autor es que todos los personajes de la novela saben la identidad de la víctima, pero esa información clave no se revela al lector hasta bien avanzado el libro.

Dicker articula su novela en torno a las intrigas que se producen entre los directivos del ficticio Banco Ebezner por hacerse con el control de la entidad (una elección obvia para ambientar el libro, tratándose de Suiza), e introduce también ciertos elementos de espionaje, aunque ambos ámbitos aparecen retratados de forma muy superficial y no son más que un mero decorado desde el que desplegar la trama.

A pesar de ser un thriller, el tono de la historia tampoco encaja en los cánones habituales del género, teniendo de hecho momentos de auténtica comedia de enredo, casi vodevilescos, entre algunos de sus personajes. Y es que el autor ha confesado que no le convencen los libros de género, y que prefiere escribir historias que tengan un poco de todo. Vaya como aviso a los más puristas del thriller.

'El enigma de la habitación 622' pretende también lanzar una reflexión sobre la actual sociedad, presidida por el afán de aparentar ante los demás lo que no somos. Secretos, prejuicios, familia, caretas, envidias y traiciones jalonan un relato que también plantea temas como la posibilidad de ascenso social en esa Suiza de los banqueros (uno de los personajes, por ejemplo, comienza siendo botones de hotel y termina como alto ejecutivo). No falta tampoco el clásico triángulo amoroso entre sus protagonistas, con encuentros y desencuentros a lo largo de los años que serán claves en el devenir de los acontecimientos.