¿Cuál fue la chispa que hizo saltar Vosotros, los que entráis

La chispa inicial de la trama fue la mención que, hace ya algunos años, me regaló mi buen amigo Chema Navarro respecto de la inscripción que Dante, en su Divina Comedia, refiere sobre el dintel de la puerta del Infierno. A partir de ahí, ese filón inspirador se fue combinando con mi gusto por las tramas del realismo policiaco, con el evocativo escenario de Costablanca, con algunos personajes reincidentes y con cierta inquietud literaria por coquetear ligeramente con los linderos de lo preternatural, un género al que se le exige muchísimo y que pareciera tener que demostrar más que otros a la hora de ofertarse y reconocerse como un producto de calidad literaria. Un género, además, dentro del cual seguimos contando a nivel mundial con titanes de la talla de Stephen King o, incluso sin salirnos de Málaga, con la natural calidad de Carlos Sisí, que recientemente ha culminado su última trilogía. Todo ello sin olvidar clásicos como Bram Stoker, H. P. Lovecraft o Edgar Allan Poe, entre otros.

En casi todas las novelas que transitan entre la tierra y lo sobrenatural, al final, el escritor nos obliga a elegir entre ambas. ¿Es así en su caso?

En este caso, la respuesta es un no rotundo. Mi mayor intencionalidad como autor de esta novela ha estado volcada en que, al final, no se aprecien las costuras entre ambos mundos. La trama policiaca que acontece en Vosotros, los que entráis no deja de ser un relato con visos de verosimilitud que termina caminando en paralelo con cierta reflexión muy específica sobre el mal. Una reflexión que nos sitúa con un pie en los escenarios que entendemos como cotidianos y otro en aquellas realidades en las que nuestro entorno comienza a desdibujarse. Mi intención, insisto, ha sido que lo sobrenatural que pueda o no sucederse en Vosotros, los que entráis, se presente, desde cierto punto de vista, como una posibilidad relativamente creíble. Lo sobrenatural en Vosotros, los que entráis, brota como una sobrenaturalidad muy particular.

Vuelve a Costablanca. ¿Es exactamente Málaga, o no del todo?

Efectivamente, Costablanca es Málaga, pero no como el reflejo que nos devolviera un espejo. Para encontrar a Málaga en Costablanca hemos de utilizar el concepto de la evocación, que, de alguna manera, es lo que nos permite esbozar nuestros escenarios sin caer en un excesivo localismo. En cualquier caso, el entorno de Vosotros, los que entráis se presenta, a cuenta de la trama, muchísimo más cerrado que el de mi primera novela, El crisol de lo prohibido y una mujer que desaparece, donde podíamos reconocer claramente en Costablanca, si bien bajo otros nombres, el Café Jardín, el paseo de Pedregalejo o la Plaza de Uncibay, por ejemplo.

Vosotros, los que entráis supone su regreso a la narrativa después de unos años centrado casi exclusivamente en la poesía. ¿Los versos le han hecho mejor novelista?Vosotros, los que entráis

Al final, es el escritor el que emerge de manera unitaria por encima de los géneros y transmite, de una manera u otra, sus reflexiones, opiniones, sentimientos y expectativas. La poesía y la narrativa no afloran como realidades enfrentadas, sino como una mera cuestión sobre la forma que, desde su particular sensibilidad literaria y sus potencialidades, el escritor habrá de escoger para ver qué frente se adapta mejor a lo que quiere contar.

¿Y el periodismo, la columna periodística [publica cada lunes en La Opinión de Málaga], qué está suponiendo para su escritura, cómo la está transformando?

El columnismo, como decía Manuel Alcántara, es «la última forma de esclavitud», pero también te permite posicionarte responsablemente desde el escaparate y frente al mundo, estar al tanto de lo que acontece y, por encima de todo, mantenerte en forma y potenciar de manera forzosa cierta agilidad de pluma que todo escritor precisa, tanto desde el trabajo diario como a través de la sana comparativa y aprendizaje que uno va asimilando con la lectura de los renglones de otros compañeros de batalla.

¿Habría muchas novelas que escribir de lo que ve en el Juzgado de Primera Instancia nº 9?

Como es fácil de suponer, la casuística de la Ciudad de la Justicia, en todos sus sentidos, es infinita y goza de potencialidad para cualquier tipo de género, sea escrito o cinematográfico. Pero también le digo que basta la vida misma, desde su más irrisoria cotidianidad, para que salte la chispa que transforme nuestra realidad en una novela.

¿Qué tiene el genero policiaco, el noir, para atraerle tanto como para dedicarle sus incursiones en la narrativa?

La literatura policiaca nos puede aportar un escenario oscuro en el cual no nos solemos mover desde nuestro habitual día a día. Es una ventana trepidante a la que nos podemos asomar de manera controlada y sin peligro para beber de las fuentes del misterio y de lo inesperado, pero siempre con la valiosísima salvaguarda de que, una vez cerrado el libro, nos volveremos a encontrar, sin temor alguno, en el salón de nuestra casa.