Los dos años de Late motiv -el programa que dirige y presenta en #0 de Movistar+- que Andreu Buenafuente relata en su último libro se escribieron cuando lo más parecido a una pandemia que conocíamos era el guion de una película apocalíptica de serie B. Sin embargo, el título parece pensado para este momento postraumático que vivimos: Reír es la única salida (HarpersCollins). Algo sabe él del poder terapéutico del humor.

¿La risa cura?

Es paliativa, no curativa. Por desgracia, aún no se ha demostrado que puedas superar una enfermedad o un problema económico riendo, pero hacerlo le quita hierro a la vida, que es un concepto que a mí me gusta mucho. En situaciones chungas y menos chungas, siempre hay un momento en el que dices: ¿sabes qué?, mejor me echo unas risas y tiro pa'lante.

¿Habla por experiencia?

Sí, porque llevo mucho tiempo en esto y las he pasado de todos los colores. Recuerdo momentos cabrones, como la crisis del 2008, en la que solo recibía inputs negativos y parecía que todo se iba al garete. Pero de repente me encerraba en un plató con el público a tope y los compañeros animando y salía diciéndome a mí mismo: hay que ver lo mal que estoy y lo bien que lo he pasado. Ahí comprobé el potencial evasivo que tiene la comedia.

¿Cómo funciona?

Hay muchos estudios sobre lo que segregamos cuando nos reímos. Incluso los psiquiatras aconsejan ver comedias clásicas cuando estamos deprimidos. Yo me quedo con su efecto acogedor y con lo mucho que alivia y acompaña en los momentos duros. En el libro hablo de una señora de 90 años que me encontré un día en Barcelona y me dijo: "Gracias por tu trabajo, porque las desgracias vienen solas, pero las alegrías hay que buscarlas". Es lo más bonito que me han dicho nunca.

¿Esa fórmula vale para un momento tan complicado como este?

La comedia siempre hace falta, la defiendo sostenida en el tiempo. Es cierto que ahora, por todo lo chungo que hemos vivido, andamos todos como suplicando: «¡Dame humor como si fuera una medicina!». Pero la comedia es necesaria en todos los momentos. Y es mágica, porque siempre logra abrirse paso. Es como el oxígeno: por más presión que le metas, siempre encuentra la rendija por la que colarse. Hasta la situación más complicada de la vida tiene un ángulo que te permite quitarle hierro. Ahora también.

¿Es más difícil hacer reír en mitad de una pandemia?

No necesariamente, eso depende del estilo de cada uno. Cuando estábamos en el epicentro del confinamiento, algunos días me preguntaba cómo empezar el programa. Entonces decidimos variar nuestro estilo de comedia para hacerla menos ácida y más amable. Ahora que nos hemos alejado un poco del drama, va tocando afilar de nuevo el humor para exorcizar lo vivido. Ya sabe la máxima: drama más tiempo es igual a comedia.

¿Ve a la población predispuesta a reír?

Sí. La gente tiene ganas de evadirse y ya le va bien que la comedia le permita relativizar sus miedos y angustias. Me llama la atención lo rápido que nos hemos adaptado a esta situación y cómo hemos reducido nuestras expectativas. Si no podemos viajar, no viajamos y no pasa nada. En cambio, hemos descubierto lo cercano, las casas, los entornos familiares, y hemos aprendido a estar solos, que es algo que el mundo moderno penalizaba. De esta saldremos diferentes. Si sabemos aprovecharlo, saldremos mejores.