El Centre Pompidou Málaga acogerá desde el 23 de julio hasta el 8 de noviembre la obra de Nicolas de Stäel, artista francés de origen ruso conocido por combinar figuración y arte abstracto. La exposición muestra un total de 25 ejemplares que el artista creó entre 1946 y 1955, nueve pinturas y 16 obras en papel. El acto de presentación, que se ha dado lugar en el Centre Pompidou de Málaga, ha sido dirigido por el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre; el embajador de Francia en España, Jean-Michel Casa; el presidente del Centre Pompidou, Serge Lasvignes; (a través de videoconferencia) y el comisario de la exposición, Christian Briend. "Esta exposición es un símbolo del compromiso entre España y Francia", ha destacado de la Torre.

También han presentado el acto el director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y otros Equipamientos Museísticos y Culturales, José María Luna; el director comercial de CaixaBank en Málaga, Córdoba, Jaén, Campo de Gibraltar, Ceuta y Melilla, Gerardo Cuartero; y el delegado de la Fundación Bancaria "la Caixa" en Andalucía y Melilla, Juan Carlos Barroso.

Nacido en San Petersburgo, Nicolas de Staël se traslada primero a Polonia y después a Bélgica, donde comienza sus estudios de Bellas Artes para después mudarse a Francia, pasando antes por España, país que le sorprende por las pinturas rupestres de Altamira. Tras viajes por Marruecos e Italia, se dio a conocer por primera en Francia en 1944 a través de una exposición en la Galerie Jeanne Bucher de París. A partir de entonces, experimenta un periodo de creación de arte abstracto hasta que en 1952 vuelve a la figuración. En 1953 se mudó al sur de Francia. En pleno apogeo y éxito de su carrera, en 1955, el artista decidió quitarse la vida saltando desde su estudio en Antibes.

"Esta exposición, igualmente intensa, es el testimonio de esa vida y esa creatividad conmovedora. De un hombre y un artista, Se llamaba Nicolas de Stäel. Y ahora, con nosotros, vuelve a vivir", escribe el alcalde de Málaga

Esta exposición, que es una retrospectiva del artista, se presenta en cuatro períodos. El primero, entre 1946 y 1948, muestra las obras pintadas y basadas en una abstracción austera. La segunda etapa abarca los años 1949, 1950 y 1951, un período en el que predominan los trazos gruesos y una alternancia entre luces y sombras. En la tercera secuencia, que transcurre entre 1952-1953, el artista vuelve a la figuración. En la última predominan materias líquidas y transparencias.