El Teatro Cervantes volverá a abrir sus puertas con la European Union Youth Orchestra bajo la dirección del granadino Pablo Heras-Casado, con un programa con piezas de Beethoven, Purcell y Stravinsky, entre otros. Charlamos con el músico granadino sobre el recital, el buque insignia musical de la UE y los tiempos de la pandemia.

La European Union Youth Orchestra hunde sus raíces a mediados de los años setenta ¿Ha cambiado la realidad y la oferta para los jóvenes instrumentistas y solistas españoles?

La pasión, el talento y la ambición decidida de tantos talentos españoles y andaluces por estudiar y forjar una carrera artística no siempre contó con los apoyos necesarios desde las instituciones o el academicismo para que estas circunstancias se dieran. Obviamente estas circunstancias han cambiado y la prueba la tenemos en la vigencia de este proyecto europeo donde el componente español tiene su representación pero que no obstante precisa de un apoyo más decidido y especialmente para las generaciones venideras. España es una potencia cultural y musical muy fuerte a nivel europeo en estos momentos.

Ya que hablamos de música y jóvenes piensa que Andalucía necesita una vuelta más en su apuesta por la música con un centro de alta cualificación.

Se trata de una reclamación por derecho porque existe ese talento que en el caso andaluz refuerza incluso esa necesidad de cubrir esta laguna. Este proyecto en el contexto de Andalucía hay que comenzarlo desde la base con la inclusión de la música en el currículo escolar como parte de esos valores esenciales de los que participa la música. La música debe ser una asignatura obligatoria porque es un bien de primera necesidad. Es por esto que el apoyo debe partir de los conservatorios elementales, en las escuelas municipales de música que tenga finalmente la estructura necesaria que desemboque en un proyecto tan necesario como al que alude.

En este tipo de encuentros donde la experiencia dentro de una orquesta se concentra en muy poco espacio de tiempo ¿Existe el intercambio entre batuta y atriles?

Por supuesto, lo tengo clarísimo, es toda una fuente de inspiración, un reto. Cada vez que me enfrento a una partitura nuevamente es una oportunidad para explorar dimensiones nuevas en este arte inagotable que es la música. Al enfrentarnos a páginas como la Quinta de Beethoven te encuentras con un grupo de músicos jóvenes con la suficiente preparación técnica e intelectual para alcanzar una nueva perspectiva de la obra y ésta debe ser la preocupación y el objetivo de cualquier músico esté en la orquesta que esté. Para mí es una oportunidad para la preparación y el aprendizaje

Inaugura el programa del próximo día diecisiete con el barroco inglés de Purcell y concluye en el clasicismo alemán de la mano de Beethoven. ¿Cual es el hilo conductor de este viaje musical entre dos continentes?

Me interesa muchísimo este tipo de diálogo a través de la historia, de los estilos musicales. No concibo la historia de la música como una sucesión de compartimentos estancos más bien todo forma parte de una misma estética. Hace unos días paseaba por el Museo Thyssen, donde te encuentras con un palacio del siglo XVII y descubres elementos anteriores como el artesonado de tradición mudéjar que contrasta con la propia colección de pintura española del diecinueve y donde todo dialoga sin conflictos. No hay choque cultural en el caso del Arte más bien una necesaria continuidad orgánica. En el caso del programa en el Teatro Cervantes y ya que estamos en el año Beethoven con una plantilla con las dimensiones para asumir esta partitura que comienza en un do menor y va evolucionando hacia esa tonalidad de Do Mayor triunfal tiene mucho de simbólico en este momento en el que cabe enviar un mensaje positivo y lleno de luz. El propio comienzo del concierto con Purcell y su Fanfarria para los funerales de la reina Mary apetece un sencillo homenaje que quiere ser puro y austero con sus acordes en modo menor a todas aquellas personas que hemos dejado atrás en el camino, a modo de reflexión. Nuevamente el contraste lo encontramos en Aaron Copland y su Fanfarria para el hombre común con una vertiente del hombre anónimo, del ciudadano. Una idea que salta tres siglos y que ya no piensa en un rey o una reina sino en cualquiera de nosotros mismos. Es una forma de hacer que dialoguen los siglos, los estilos y abordar en el caso de proyectos como éste de la European Union Youth Orchestra un programa interesante tanto para el público como para los propios músicos; incluso las pequeñas piezas que conforman las dos suites para orquesta de Igor Stravinsky constituyen en sí mismas todo un caleidoscopio de estilos y aspectos para trabajar con la orquesta.

Al abordar páginas del tamaño de la 5ª de Beethoven ¿Dónde acaba la técnica y comienza la interpretación?

Con los músicos jóvenes hablo de igual a igual. Si no incidimos en el aspecto cultural del sonido difícilmente es posible captar el aspecto histórico, social y cultural donde fue concebida la obra. Una partitura no es una sucesión de notas. Esta idea a la que hace alusión debe ir de la mano en el aprendizaje musical. Es una cuestión que requiere cierto tiempo y por supuesto tiene un componente de madurez artística que se adquiere con el tiempo. Al interpretar debe existir el componente emocional pero también el filosófico no entiendo la interpretación sin estos componentes. Cada nota, cada acorde debe tener contenido, algo que nos refleje. Y esto es aplicable tanto en el trabajo con una orquesta profesional como con orquestas como la European Union Youth Orchestra. Resultaría frustrante no poder transmitir un mensaje. El talento y el virtuosismo tiene mucho que ver con esta actitud de pensar la música, es necesaria una mirada transversal de la música. Hay camino por hacer en el caso de España pero también un largo recorrido como prueba que en la Academia Karajan de Berlín cuente entre sus atriles con tres músicos españoles. Hay motivos para la ilusión.

Supongo que ve con preocupación la vuelta a la normalidad tras el confinamiento y la dificultad añadida que supone limitar aforos.

Los artistas queremos volver a los escenarios y queremos que el público vuelva a las salas de conciertos y la clave quizás esté en la prevención y en no tener miedo pero siempre con mucha precaución y cautela pero sobre todo no tener miedo y este aspecto es quizás la clave para volver al punto donde lo dejamos. La situación es diferente y no podemos dejar de vivir. El público y los artistas han ofrecido alegría, pasión y responsabilidad en este regreso; ahora toca también a las instituciones responder. Mensajes como el que envía el Teatro Cervantes al mostrar su apoyo al proyecto de la European Union Youth Orchestra es un claro ejemplo de este apoyo institucional que se necesita.

¿Cómo recibe su nominación a los Opus Klassik como director del año?

Pocas veces tengo ocasión de poder pararme y mirarhacia atrás, porque en la esencia de un artista está siempre el proyectarse hacia el futuro: la manera de abordar una obra, el nuevo repertorio, el siguiente reto... Los premios y las nominaciones, esta mirada hacia atrás, sirven para ubicarme, para no perder los referentes o la perspectiva de todas esas elecciones por las que se debe optar en la vida y los desafíos superados.