Ahora hablamos mucho del empoderamiento de la mujer, pero esta Inés Suárez que usted interpreta sí que era una mujer empoderada y, encima, nada menos que en pleno siglo XVI.

Completamente. Yo creo que, al final, la esencia de Inés es la de una mujer adelantada a su tiempo. No deja de ser una mujer que se adentró en un mundo de hombres, porque pasó a la historia por ser una guerrera, la conquistadora de Chile. Ella fue la cabecilla de aquella lucha, aunque siempre iba con Pedro de Valdivia [Eduardo Noriega] .

En el primer episodio, centrado en su juventud, ya da muestras de su carácter, escapando del destino que tenían preparado para ella: meterla en un convento. Y lo hace para casarse con un hombre, Juan de Málaga (Carlos Serrano).

De jovencita ya se le veía con mucho carácter, rebelándose contra su abuelo. Y luego, en el viaje que emprende hacia Chile, era una mujer empoderada que luchaba por vivir la vida que ella quería.

¿Conocía el personaje de Inés Suárez antes de interpretarlo?

No. De hecho, al principio no sabía si era un personaje de fantasía que Isabel Allende había recreado en una novela o era real. Empecé a investigar y descubrí que era española, de Plasencia.

¿Cree que esta serie servirá para hacerle justicia a un personaje muy conocido en Chile, pero no tanto en España?

Aquí no es tan conocida, pero en Chile sí, como Pedro de Valdivia. Cuando fuimos a rodar allí, vimos que había un montón de parques y paradas de metro con su nombre, y tenían estatuas de estos personajes tan míticos. Creo que se la conoce por su manera de ver la vida y su manera de ser, que podía con quien se le pusiera por delante. Es muy interesante ver que hay mujeres que han pasado a la historia. Parece que los hombres son siempre los guerreros, los luchadores que pasan a la historia en el papel, pero hay muchas mujeres que conocemos, o que no conocemos, que se perdieron en la historia dando guerra.

¿Sintió que el rodaje la ponía a prueba? Porque tenía escenas montando a caballo y de batalla, manejando espadas.

El proceso, como actriz, fue enriquecedor y el hecho de la preparación del personaje era un reto. Porque tenía que saber montar a caballo bastante bien, ya que había momentos de lucha en los que tampoco podías controlar si el caballo se te iba a ir de la marca o se te iba a poner a dos patas, que alguna vez me pasó, aunque luego eso viniera muy bien para la escena. Todo eso lo tienes que controlar muchísimo para que no se note que estás con miedo, sino que te tienes que poner en la piel de una guerrera. Todo ese proceso lo disfruté muchísimo, aunque también fuera duro.

Rodaron en muchos espacios naturales. Desde España, en La Calahorra (Granada), Cáceres y Trujillo, a Perú (Cuzco) y Chile, en el desierto de Atacama, Santiago, Valdivia y Araucania.

Para nosotros, para poder recrear a estos personajes era un regalo poder hacerlo en espacios naturales. Hemos hecho el viaje casi literal que hicieron ellos. Hemos estado en pueblos de Perú a más de 4.000 metros de altura, en los que algunas veces teníamos que pedir oxígeno porque nos ahogábamos, en el desierto de Atacama de Chile, en las selvas amazónicas... Ha sido algo espectacular. El viaje, como tal, creo que había que contarlo, porque para Inés y Pedro fue trepidante y una aventura apasionante. Nosotros hemos tenido la suerte de poder recrearlo casi al cien por cien, lo que ha sido toda una maravilla.

¿Tenían el beneplácito de Isabel Allende?

Estaba encantada. Había leído los guiones y estaba entusiasmada por poder ponerle cara, ojos y gestos a su Inés. Me quedé con ganas de conocerla. Espero que ahora surja alguna oportunidad para hablar con ella, porque me interesa su opinión.