Mi gran despedidaDirectores:

Antonio Hens y Antonio Álamo

Intérpretes: Eloína Marcos, Jesús Castro, Rocío Marín, Óscar Lara, Aïda Santos-Allely, Carolina Herrera

Había una buena película en 'Mi gran despedida', pero una nada fácil de conseguir. Hacen falta dominio y soltura para crear la tensión lenta, en ebullición (lo que los guiris llaman 'slow burn'), y manejar tonos y maneras para que el espectador realice el pequeño viaje que pretenden Antonio Hens y Antonio Álamo: pasar, en tan sólo 80 minutos, del retrato del típico (cutre) almuerzo de despedida de soltera (pasteles con forma de pene, risas estentóreas como las del público senior de los programas de Juan Y Medio en Canal Sur, etc) al relato de varias pequeñas victorias en la lucha de la mujer actual por destrozar las convenciones que la atenazan.

Pensada, desde lejos, la película (oportuna, oportunista, quién sabe) tiene puntos valientes y certeros: que comience con una petición de matrimonio de ésas especiales y supuestamente guays, diferentes (ya saben, el culmen del amor romántico como seductora puesta en escena), y termine como termina, sin amarguras ni tragedias, con comprensión y gratitud, tiene su gracia. Pero es que, de cerca, vista 'Mi gran despedida' se enfanga por todos lados: la realización busca la naturalidad pero se queda en imágenes ramplonas, cuando no directamente feas (la escena del boy, que es, perdón, la del clímax argumental, es verdaderamente horrible); algo parecido les pasa a las interpretaciones, lastradas, como tantas veces pasa en Andalucía, por esa búsqueda del latiguillo grasioso (para la cosa simpática) y el "pues me cago en tu puta madre" (cuando la cosa se pone fea) que terminan agobiando. El reto que se proponían Hens y Álamo necesitaba de un mayor control de todo, no de unas situaciones y diálogos infraescritos en busca de la espontaneidad y la complicidad del espectador a cualquier precio.