La luz de Málaga amplifica la sonrisa que la vida le ha dibujado en su mirada a Clara Lago. Está de vuelta en una ciudad en la que, como ella dice, hay mucha gente a la que quiere. Y eso ya es suficiente. Además, el retorno se abraza a una apuesta por el cine en español que este año se sugiere más valiente que ninguna otra. La actriz participa en este 23 Festival de Málaga como la artífice de una interpretación que dará que hablar, de un papel estelar que la ha puesto a enfrentarse ante la cámara contra Ernesto Alterio en 'Crónica de una tormenta'. La entrevista empieza y termina surcando la misma geografía malagueña en la que sus impresiones se vuelven aún más expresivas cuando celebra la reciente recuperación de un tipo tan incombustible como Dani Rovira, que ya ha vuelto a los rodajes.

¿Qué es lo primero que le ha pasado por la cabeza al regresar a una ciudad como Málaga, a la que de algún modo está vinculada?

Le tengo mucho cariño a esta ciudad. Me siento ya hija adoptiva de Málaga. Siempre me da mucha alegría volver. Cualquier excusa es buena para venir a Málaga. Es una ciudad que a mí me ha dado mucho. Tengo aquí a mucha gente a la que quiero. Siempre hay un buen motivo y puedo aprovechar para ver a esa gente.

¿Ve una señal más de esperanza, en tiempos de tanta incertidumbre, en el hecho de que el motivo de su visita sea participar en un Festival de Cine que ha apostado de forma valiente por programar cultura segura?

Totalmente. Me parece súper valiente y necesario. Le agradezco al Festival que haya sacado adelante esta edición y que haya decidido seguir apostando por la cultura. Por mi parte, les doy las gracias.

¿Hasta qué punto se ha sentido en 'Crónica de una tormenta' cómoda e identificada con el personaje de la periodista Macarena, cuya vida como ella dice en la película son "montañas de periódicos"?

En ese sentido, no demasiado. Mi trabajo me encanta pero tiene mucha intermitencia. Cuando estás rodando, no existe otra cosa. Pero, de repente, terminas la película y a lo mejor te tiras seis meses sin trabajar en un rodaje. En esa intermitencia no hay tanto paralelismo. Pero el de Macarena es un personaje con el que me puedo sentir identificada con otras cosas que tienen que ver más con la parte moral. Y con el deseo de cambiar el sistema, de cambiar ciertas cosas que están establecidas y se dan por sentadas que son así. Que no van a cambiar. Y ella se niega. Hay una parte como de lucha, de decir no. Si todo el mundo se acomoda en eso y acepta que las cosas no van a cambiar, efectivamente nada cambia. En esa lucha, la puedo entender. Y me gusta lo que entiendo de ella.

¿Es bueno en los tiempos que corren ser adicto al trabajo, como le sucede con el periodismo a su álter ego en este proyecto?

En estos tiempos que corren, está bien hacer lo que te haga feliz. Si es por adicción o por ocultar otras cosas, no. Pero si tu trabajo te apasiona, te motiva y te hace vibrar, ¿por qué no le vas a dedicar más horas de la cuenta? Creo que, al final, no se puede hablar en términos absolutos. Depende de por qué y para qué estés haciendo eso.

¿Qué sensaciones tuvo en el rodaje mientras afrontaba, del modo que lo hace, el cuerpo a cuerpo dialéctico con Ernesto Alterio que exigía el guión?

Fue una maravilla. Es un regalo para cualquier actor o actriz. No todos los días te llega una propuesta así. El recorrido del personaje y del diálogo es tan rico y, además, sabes que va a ser una prioridad a la hora de rodar. Que se va a priorizar esa parte. Y que esto, por desgracia para los actores, no es siempre así en los rodajes.

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Festival de Málaga 2020 | Presentación de 'Crónica de una tormenta'

Este largometraje es una adaptación de una pieza teatral y se nota en el resultado ¿Puede que está sea la película que más se parece a una obra de teatro de todas las que ha hecho?

Sí, definitivamente.

En 'Crónica de una tormenta', dos periodistas os quedáis encerrados en la redacción una Nochebuena a causa del temporal de lluvia. Si forzamos el paralelismo y miramos a lo sucedido en los últimos meses con esta desconocida pandemia, ¿cómo vivió el confinamiento?

El confinamiento como tal no lo sentí tanto como confinamiento porque depende como te pille. No es lo mismo pasar el confinamiento en una casa de campo que pasarlo en Madrid en un piso interior, en un bajo de 35 metros. En ese sentido, me siento una privilegiada. Pero también es verdad que coincidió con otras cosas que estaban pasando y que, para mí en ese momento, eran perioritarias. No puedo tener una visión objetiva, o exclusiva, del confinamiento por el Covid. Ha sido una experiencia que ha englobado muchas cosas.

¿Cuánta fuerza le ha chutado esa reciente buena noticia que confirmaba la victoria de Dani Rovira en su lucha contra el cáncer?

He podido acompañarle durante gran parte del proceso. Luego, ya tuve que volverme a Madrid porque yo empezaba con la grabación de la segunda temporada de la serie 'El vecino' y, entonces, ya fue un acompañamiento más desde la distancia. La verdad es que el pronóstico siempre fue muy bueno, eso siempre es tranquilizador y esperanzador. Ha sido más fácil no tener que entrar en terrenos demasiado oscuros ni en miedos terroríficos, pero hasta que no tienes esa confirmación por parte de los médicos no respiras con toda la capacidad pulmonar. Ha sido la noticia del 2020 para mí. Y creo que para mucha más gente también.

¿Cómo esta él?

Él está muy bien. Es un espartano y lo ha llevado todo lo bien que se podía llevar un proceso así. Está ya recuperado y está ya rodando. Lo de este chico no es normal. Este niño malagueño que tenéis aquí no es normal.

¿Qué le aporta, al alternarla con el oficio de actriz, la rutina paralela que -junto a Dani Rovira y otros compañeros de viaje- le ofrece la Fundación Ochotumbao?

Es, probablemente, el proyecto más bonito quer haremos nunca. Es un privilegio contar con una plataforma así con la que poder ponerte en acción rápido. Nos sucedió con el confinamiento. Hay mucha gente que ayudó a pequeña escala, y eso es muy importante también. Ofrecerte para ayudar a un vecino de la tercera edad o a gente de riesgo para hacerle la compra ha sido la cosa que más me ha maravillado de todo el proceso del coronavirus. En el caso de Dani y mío, con una plataforma ya hecha y un altavoz tan grande como somos nosotros y la Fundación Ochotumbao, pudimos hacer -gracias al tercer patrono y gerente Dani Solano, que es una bestia trabajando- la campaña para recoger máscaras de protección facial para los sanitarios. Sentir que estábamos ayudando, gracias también a toda la gente que participó, es muy bonito. Es bonito siempre pero en tiempos de crisis todavía más.

¿Le gustaría volver como hacia cada diciembre con Dani a las funciones solidarias del Teatro Alameda, ahora convertido por Antonio Banderas en el Teatro del Soho?

Bueno, las últimas han sido en el Cervantes y me encantaría volver también al Soho. Lo de 'Improviciados' es algo que ya es tradición. O es 'Improviciados' o sería algo unipersonal de Dani porque, a veces, no se puede. Ahora me voy a rodar una serie a Argéntina y, ojalá, pueda cuadrarlo para poder venir porque esas fechas siempre son importantes y las espero con mucha ilusión. Siempre es una maravilla volver a Málaga y más si no es solo para disfrutar sino para poder contribuir a la ciudad.

Terminamos con una pregunta más distendida, ¿sería capaz, así de repente, de decir ocho apellidos malagueños?

Ni de coña (risas). Pero ni malagueños, ni madrileños, ni 'ná'. No sé. No tengo ni idea. Ni de coña.