Son murcianos. ¿Qué conexión tienen con Bogotá?

Bogotá es el primer lugar del mundo en el que sonaron nuestras canciones. Acabábamos de formar la banda, y yo fui a visitar a unos amigos. Me llevé las maquetas que habíamos preparado y se las enseñé. Y allí en un coche de fiesta en Bogotá tuvimos nuestras primeras críticas, y fueron muy positivas. Cantamos Antiaéreo camino a algún antro, y me animaron a apostar por la banda. Cuando escucharon esa historia, mis compañeros tuvieron claro que el nombre del grupo debía ser Arde Bogotá.

Su historia es muy curiosa. Con apenas un single en las plataformas de streaming, todos los medios ya hablaban de vosotros.

Evidentemente, fue una sorpresa la acogida de Antiaéreo. Nosotros intentamos cuidar al máximo todo lo que hacemos, y estuvimos muchos meses preparando nuestro primer lanzamiento. Nos gusta pensar que una parte del resultado que obtuvimos se debe a las muchas horas que echamos en aquel garaje de Santa Ana para terminar esta canción, pero sin duda la repercusión que ha tenido y los sitios a los que nos ha llevado superan con mucho lo que esperábamos.

¿Cómo se han adaptado durante la pandemia? ¿El aislamiento les ha ayudado a concentrarse?

Ha sido difícil, la verdad. Una parte esencial de nuestro trabajo ocurre con los cuatro peleándonos en un mismo espacio para componer, para planear y para ensayar. Llevar esa pelea a Skype no ha sido fácil, y nos ha costado aprender a trabajar en la distancia. Sin embargo, hemos trabajado mucho, hemos estado muy activos, hemos publicado nueva música y nos hemos preparado para lanzar un álbum.

La gran noticia llegó con su fichaje por Sony Music y el lanzamiento de su epé El tiempo y la actitud. ¿Cómo fue esa llamada? ¿Qué tal las primeras impresiones con la discográfica?

¡Esa llamada fue un mail, y la celebración en un vegetariano! Pero ha sido un hito importantísimo, por supuesto, y estamos muy contentos. Para nosotros lo más interesante de Sony es que el equipo se agranda y hay más gente entusiasmada con nuestro proyecto y ayudándonos a hacerlo realidad. No tiene nada que ver con el mito de la discográfica con el látigo obligándote a cambiar las letras; todo lo contrario, es un grupo de profesionales que apoyan nuestras locuras y a los que les encanta si decimos «culo» en algún tema.

Arde Bogotá se presenta coo un grupo de rock. ¿No son indies entonces?

La pregunta es qué es ser indie. ¿Indie viene de un factor de la gestión del proyecto? ¿Está relacionado con el sonido de la banda? Sinceramente, es un término que ha perdido un poco su significado. Por eso, si nos pides que definamos nuestro sonido, yo te diría que somos una banda de rock. Y este es otro término que tampoco me gusta cómo se usa, porque parece casi peyorativo, y que solo se es rock si eres Extremoduro o si llevas tachuelas. Pero yo creo que en ese término caben muchas cosas, desde Héroes del Silencio a Queen, y creo que también caben Viva Suecia, Cala Vento, Carolina Durante, y, por qué no, Arde Bogotá.

Su arco musical es amplio. Citan a Kanye West, Arctic Monkeys, Bowie, Foo Fighters...

Un factor clave de nuestro sonido es lo eclécticos que somos para las influencias. Hay mucho que aprender de Kanye o de Miley Cyrus o de Bad Bunny, incluso si quieres hacer rock. Entender sobre la innovación en los ritmos es imposible sin escuchar a los grandes productores de hip hop. Para aprender sobre melodías vocales son cruciales las estrellas del pop; saber qué baila o qué grita la gente de fiesta es algo que solo sabe quien escucha reggeaton. En la variedad está el gusto, desde luego.

Cuando de primeras se reciben tantas alabanzas, es fácil perder un poco la cabeza. ¿Cómo lleváis lo de mantener los pies en el suelo?

A pesar de todo el ruido, nosotros somos muy conscientes de nuestra situación. La nuestra es una banda emergente y tenemos mucho camino por delante, así que no, nadie ha perdido la cabeza ni lanzado ningún televisor por la ventana de un hotel.

¿Crees que es necesario que los artistas se hagan oír, que cuestionen las cosas, que protesten?

Yo creo que lo interesante es que se cuenten cosas de verdad, que el mensaje transmita algo real. Si el discurso del artista es más o menos político o social, creo que solo depende de lo que el artista quiera contar, de cuál sea su verdad. Igual de valioso es para mí el autor introspectivo que el autor protesta si me dicen cosas que me retuercen por dentro.