Quizás no haya personajes realmente interesantes, de ésos más grandes que la vida, en el mundo actual de los focos y el corazón, pero lo cierto es que la televisión está buscando en nuestro pasado reciente esas biografías sabrosas con que atraer al espectador. El éxito de la nueva versión de 'Hormigas blancas', formato de reportaje con debate que recupera la vida y la obra de un famoso patrio (Lola Flores, Camilo Sesto y Rocío Jurado, entre otros) a partir de material de archivo, es sólo un ejemplo de una tendencia que pronto engordará el nuevo proyecto de Los Javis, una ficción para TNT que pretende crear el perfil del juguete roto a partir de las peripecias reales de, entre otros, Amparo Muñoz

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La serie, con título aún por determinar y en la que Javier Calvo y Javier Ambrossi ejercerán como productores ejecutivos, contará «la vida de una mujer que regresa a su pueblo después de conocer la gloria de la fama en los años setenta y las miserias de las adicciones». ¿Les suena? No será un biopic como 'Veneno', la serie sobre la vedette y prostituta Cristina Ortiz con la que el tándem está actualmente el candelero, pero sí, desde luego, una mirada oblicua, en diagonal a la existencia de la mujer bella más triste de todas, la que dijo: «En ocasiones la belleza me ha salvado, como cuando pasaba un mal momento y me ofrecieron la portada de Interviú, pero otras veces he deseado rajarme la cara».

Ojála Los Javis restituyan con su serie las luces de la malagueña, porque Amparo Muñoz fue mucho más que un juguete roto; repescar su vida es conocer a una pionera en algún que otro aspecto: plantó cara a los responsables de Miss Universo y renunció a la corona por negarse a participar en «bacanales», mantuvo una relación con un intelectual de la talla de Elías Querejeta (formando un fugaz tándem tipo Marilyn Monroe-Arthur Miller), denunció el supuesto maltrato psicológico que le infligió Patxi Andión, denunció las utilizaciones de la industria del cine («A los directores les importaba un bledo si sabía actuar o no, y a veces los desnudos se rodaban a lo bruto; era como una violación continua», dijo)... Lástima que sus paseos por los arrabales de la drogadicción (fue detenida en Barcelona durante una redada mientras intentaba comprar su dosis de heroína) terminaran por devorar nuestro recuerdo de ella.

La menor de seis hijos, nacida en una familia humilde formada por un forjador y un ama de casa, tuvo siempre en la belleza su don y su maldición. «La gente se volvía para mirarme», recordaba Amparo, que a los 17 años trabajó como dependienta en Almacenes Mérida; cuentan los que la conocían que los potenciales compradores, atraídos por la belleza de la adolescente, casi la trataban más como uno de los maniquíes del escaparate que como una vendedora. Algo similar le ocurrió cuando, siendo secretaria de una empresa de publicidad, terminó convertida en el propio producto: animada por los clientes de la agencia de marketing, se presentó a Miss Costa del Sol. Y ganó. Y fue aupada a Miss España en 1973. Y luego a Miss Universo. Seis meses después, lo dejó. Fue la primera de las muchas huidas que jalonaron su vida. Quiso marcar sus reglas pero su personalidad, tan volátil como extremedamente sensible, impidió a la joven zafarse de las jaulas de oro que este mundo reserva a las bellezas.

Así que su vida, amplificada por los medios de comunicación, casi siempre tan dados al tenebrismo moralizante, se redujo a titulares para el shock: Amparo caminando peligrosa y confusamente en el balcón de un hotel, Amparo enzarzada en una pelea física con la compañera de un reparto, Amparo demandada por una productora por incumplimiento profesional, Amparo víctima de una paliza en un ajuste de cuentas... De Miss Universo a Miss Heroína. Al final, ella participó del circo del cuore más tremendista: los coches despampanantes en barrios desaconsejables no se pagan solos.

Amparo Muñoz falleció en marzo de 2011, víctima de un cáncer cerebral. Apenas podía caminar y no se le entendía casi ni palabra de lo que pronunciaba. Había regresado a Málaga tras su exilio valenciano; fue su última huida: «Vengo aquí a morir», dijo. Se recluyó en casa, de donde no podía pero tampoco quería salir (cualquier movimiento podría precipitarla hacia la muerte): «Tenía miedo de que la gente me mirara y me viera cómo estaba». Ahora Los Javis se inspiran en el triste magnetismo de su sonrisa. Esperemos que no sean los últimos en la larga lista de personas que usan y abusan de una mujer que dijo pagar un precio muy alto por todo lo que había hecho y por lo que no había hecho también.