En épocas de vacas flacas, nunca mejor traída esta expresión, la cuerda se rompe siempre por el lado del más débil. En el mundo del toro, que ha vivido de primera mano la parálisis provocada por la pandemia, son los novilleros con picadores los que se encuentran más vulnerables. Sin el respaldo de las escuelas taurinas, y sin el poder de las figuras del toreo, este escalafón intermedio amenazaba con hundirse sin remedio en este 2020.

Ha sido la Fundación del Toro de Lidia, con el respaldo de la Junta de Andalucía, la que ha salido al rescate de los novilleros con un circuito en el que están participando un representante de cada provincia, más el vencedor del pasado año en la Maestranza de Sevilla.

Este sábado, en la plaza de toros de Antequera, entra en acción el fuengiroleño Juan Carlos Benítez, el representante malagueño en este ciclo. A él le ha «tocado la lotería» en un año que pensaba que iba a pasar en blanco, ya que su nombre fue el que sacó la mano inocente entre los nueve aspirantes de nuestra provincia.

En épocas de crisis pueden llegar las mejores oportunidades, y así lo ve este joven, que considera que «es algo que no se puede desaprovechar, porque el esfuerzo que está realizando tanto la Fundación como la Junta por apoyarnos es algo extraordinario que no se puede dejar de pasar».

«Estaba convencido de que la temporada se iba sin que pudiera vestirme de torero, y fíjate, ha salido esto sin esperarlo», señala ilusionado. «Ha sido una suerte», insiste. Así, desde que recibió la llamada de la organización, «ha habido que ponerse a punto en muy poco tiempo».

Horizonte

Aunque nunca ha dejado de entrenar, «pese a no tener ninguna fecha en el horizonte», a Juan Carlos le ha tocado en los últimos meses centrarse en el trabajo en la empresa familiar que en mover los trastos de torear. «He pasado de estar alicatando piscinas a estar concentrado las veinticuatro horas del día en la novillada de Antequera», por lo que ha trasladado su cuartel general a la localidad sevillana de Lora del Río, donde se hace más sencillo el contacto diario con los animales en el campo.

En los chiqueros del coso antequerano aguardará un encierro de Domínguez Camacho. «No queda otra que cortarle las orejas y pasar a la final, ya que hay días claves que te pueden cambiar la vida, y éste es uno de ellos», manifiesta rotundo, «porque la recompensa para el ganador es poder torear el año que viene en Madrid y en Sevilla, y eso hay que ganárselo».

Competencia

No obstante, sabe que sus compañeros de cartel, el almeriense José Cabrera y el hispalense González-Écija, no se lo van a poner fácil, pero acepta la competencia consciente de que solo puede quedar uno que pase a la final del día 27 en Úbeda. «Siempre uno va pensando en ser el mejor, pero esta vez más aún, y por eso no me voy a dejar nada dentro y pienso entrar en quites y donde haga falta», dice para aseverar que «esto es así, es una competición y hay que estar por encima de los demás».

Ante esta grandísima oportunidad, Juan Carlos Benítez promete «sobre todo muchísima entrega, ya que no puedo defraudar a todas las personas que creen en mí y que me siguen». «A todos les voy a demostrar que yo quiero ser torero y que voy a pasar a la final», concluye convencido el fuengiroleño.