Aunque en su DNI figura como Adrián Maldonado Ruiz (30 años), SpokSponha es su carta de presentación, su aka y también un tributo a la esponja amarilla que moraba en una piña debajo del mar, uno de sus personajes favoritos de su adolescencia. Eso sí, con la h aspirada. «Más andaluz, tú sabes», aclara Adrián, un malagueño del barrio de Martiricos con 159.000 seguidores en Instagram y cerca de 42.000 en Twitter.

¿Su éxito? La creación de contenido «goloso» o, lo que es lo mismo, contar con la capacidad de hilar un sinfin de alegorías, símiles y referencias cargadas de humor mientras dobla instantáneamente una serie de vídeos de diferentes temáticas, de esos que se pasan por WhatsApp o que sacan unas risas distraídas mientras se desliza el dedo pantalla arriba.

De manera que lo que empezó como un hobby es ya toda una dedicación que compagina con un trabajo en almacén y distribución. «A la peña le gusta», reconoce, ya se percibe un cambio: «Te planteas que sí, que funciona, empiezas a estudiar vídeos que te puedan llevar a hacerlo más grande».

Ahora, con 172 capítulos descargados, SpokSponha ha rescatado a Pingu, una de las joyas animadas de los noventa que precisamente marcó su infancia: «Qué mundo más maravilloso, qué idioma será ese, qué estarán diciendo... le rindo un culto a Pingu brutal», comenta Adrián. «Pingu hace mimo, es puro acting, es un lenguaje ficticio, entonces tienes una plantilla para crear la historia que tú quieras, eso es súper divertido». Y sobre esa plantilla, este malagueño piensa crear una serie paralela que irá subiendo por capítulos a YouTube, siempre de dos en dos, «como lo echaban entonces en Canal Sur».

Cultura cultivada

De su infancia noventera, Adrián, recuerda la imagen de los niños arremolinados en los kioskos, de los «bollycaos que los tenían a todos revolucionados», de una juventud inquieta que él supo disfrutar.

Sin embargo, sus días siendo un niño también se vieron copados por horas y horas pegadas a los cómics de Mortadelo y Filemón, a los vinilos, a los libros, al cine... y al dibujo, su primera eclosión artística. «Veía unos papeles y me ponía a dibujar. Fue una manera de desarrollar el lenguaje artístico», rememora Spoksponha. , que cursó el bachillerato de arte en San Telmo. «Ha hecho que me dedicase al grafitti, del grafitti al rap, del rap a improvisar, de actuar a poner voces y de eso al doblaje».

El rap, una de sus pasiones desde hace años, le concedió la soltura de pensar rápido y los años de cultura acumulada son la base sobre la que traza sus diálogos cómicos. «Al tener una biblioteca de recursos mentales, crear es mucho más fácil. El trabajo duro es acumular tanto en tu cabeza».

Con este armamento, cuya argamasa se compone de la cultura popular y del propio imaginario malagueño, Adrián sostiene que el 90% de sus vídeos son espontáneos, salvo ese 10% en el que un vídeo le interesa y decide construir un guion.

«Mola porque atrae a la gente, me paran hasta señoras mayores», dice entre risas. Sobre la fama, dice no tener problema porque «en Málaga todo el mundo se conoce».

Futuro en el humor

La agenda de SpokSponha rebosa de proyectos, como la grabación de un nuevo disco de rap , lanzarse a los directos en Twitch o la gestación de un podcast llamado La pajarería de Transilvania, un guiño a una serie antigua emitada en La 2. Aunque si mira al futuro, lo que más le atrae es el humor, los monólogos y la actuación. «Llevo toda la vida en la música y la gente me decía que tenía mucha gracia... nunca me lo tomé tan en serio. Simplemente soy yo de cara al público».