Caminamos desde hace meses entre rostros sin gesto, semitapados por la mascarilla obligatoria; sólo podemos ver las expresiones ajenas a través de la mirada, de unos ojos que la mayoría de las veces expresan preocupación, incertidumbre o, directamente, miedo en medio de esta pandemia. La Sala de Exposiciones de Rectorado de la UMA es desde ayer una pequeña catedral de la cara humana gracias a Juan Martínez, que reúne casi un millar de «retratos urgentes elaborados sobre recortes de prensa» en una muestra que supone un cosmos humano pero también un afilado manifiesto político y social.

'Agora de los 1.000 rostros' reúne casi un millar de caras anónimas (casi todas: hay cameos de prebostes como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez) cuyas expresiones dialogan, a veces en directa contraposición, con los textos de las páginas de los periódicos en que fueron pintadas. «Es una búsqueda transparente y constante de la verdad que a mí particularmente me emociona que sea un homenaje al oficio periodístico, cuya función es, precisamente, proteger a esta gente, a los gobernados», aseveró el comisario de la muestra, Cristóbal G. Montilla, redactor de La Opinión de Málaga.

Dice Juan Martínez (Navas de San Juan, Jaén, 1942) que en su trabajo siempre le ha interesado «la gente corriente». Para este ágora ha huido del tono «más poético, menos directo» de su obra en favor de una línea de retrato potente, que puede contemplarse como un estudio sobre el rostro humano pero también como «un repaso de la influencia de la política en la vida de las personas». Durante un año, pintó arrodillado estas caras, «cada una con su pequeña historia y su reflexión», que ahora sirven de espejo para nosotros mismos, que nos podemos identificar a la perfección con la zozobra, asombro, extrañeza y alienación en este 2020 de la Covid-19.

Martínez asegura tener en «el derrumbe de la ética» el faro de su compromiso vital. Este hijo de emigrantes, lleva décadas paseando por medio mundo (Nueva York, Lausanne, Estocolmo, Berlín, Lisboa, Zúrich, Venecia, Teherán) su mirada existencial al alma humana, hecho diferencial de un corpus artístico que siempre ha tenido en la prensa escrita un aliado notable (ha colaborado con ilustraciones en 'The New York Times' y' Le Monde Diplomatique').

'Ágora de los 1.000 rostros' nació sin la pretensión de ser «obra importante», más como «una necesidad, un grito», pero ahora su autor contempla orgulloso los rostros nacidos de esos meses, convencido de la validez de su propuesta para «desbloquear la mirada». Conviene detenerse ante cada rostro de los casi mil reunidos hasta el 27 de noviembre en el Rectorado de la UMA para mirarlo, sentirlo y comprenderlo para, seguramente, empezar a mirarnos, sentirnos y comprendernos mejor a nosotros mismos.