Orquesta Filarmónica de MálagaTeatro Cervantes

Solista: Sergay Malov

Dirección: José María Moreno

Programa: Sinfonía española en re menor, Op. 21, de E. Lalo y Sinfonía nº 6 en si menor, Op. 74 “Patética”, de P. I. Tchaikovsky.

El tercero de los abonos de la temporada de la Filarmónica de Málaga se vio obligado por las circunstancias a cancelar el debut de la clarinetista Sabine Meyer con el conjunto y realizar un cambio de programa y solista, al menos en la primera parte, que fue todo un acierto. Quienes siguen los programas de la Joven Orquesta Barroca de Andalucía recordarán la participación, en la temporada pasada, del violista y violinista Sergey Malov que tan grata impresión dejó entre los aficionados. Si entonces lo hacía con su viola da spalla en aquel inolvidable monográfico Vivaldi, en este último abono se adentraba en el gran repertorio para violín del siglo diecinueve de la mano de E. Lalo y su 'Sinfonía española en re menor'.

La celebrada página del compositor francés -que sirvió de inspiración al propio Tchaikovsky para su 'Concierto en Re'- no acaba de encajar en el formato de la sinfonía romántica y tampoco se acerca a la suite en su perspectiva gala. Lo cierto es que desde su estreno, con Sarasate como dedicatario, se convirtió en una página imprescindible del repertorio francés. En la Francia de Lalo, España estaba de moda en los salones musicales y si bien es cierto que la influencia es reconocible, no lo es menos que esta es una página de la escuela vecina. Acotaciones aparte, Malov destiló complicidad con el conjunto y batuta hasta modelar la página en lo que fue un ejercicio de virtuosismo en continuo diálogo con la orquesta. Del frío allegro inicial Malov fue desgranando el segundo tiempo evocó los ritmos de la jota y cincelar en el andante un momento para la distensión antes de abordar el brillante rondo-allegro conclusivo.

A pesar de los cambios en el programa, con la inclusión de dos páginas sinfónicas equidistantes en el tiempo, el maestro José María Moreno aprovechó las circunstancias dialogando entre ambas visiones diametralmente opuestas tanto en lo formal como en el discurso que atesoran las dos sinfonías en concierto. Y es que Tchaikovsky vuelca en su Sexta Sinfonía, que cierra el tríptico que conforma con la cuarta y quinta, lo que sin duda es su testamento musical que músicos como Rachmaninov dieron especial continuidad con acreditada genialidad. Aquí el músico evoca a través del inagotable torrente temático momentos personales recurrentes propios de esa extremada sensibilidad que rodeó toda su existencia, las dudas, el desasosiego que provoca la muerte.

El adagio-allegro desplegado por el maestro Moreno fue levando de las cuerdas graves hasta el tema de los violines en una coherente línea dinámica mantenida durante toda la lectura de la sinfonía para continuar en el vals del segundo tiempo en una distensión llena de elegancia y sentido musical. El contraste llegó con el allegro molto vivace enérgico y generosamente aderezado en contraste con el momento sumible, enmarcable e irresistible del cuarto movimiento donde la emoción de la música se mezcló con el instante.