Alioli es Ajonesa es un proyecto que cuenta la historia de la ciudad desde sus fachadas, recopilando los rótulos de los comercios malagueños para transformarlos en una identidad gráfica única. Con esto quieren concienciar a los malagueños para que también defiendan el patrimonio de la ciudad, sobre todo el del pequeño comercio.

Cada recoveco de Málaga cuenta una historia, pero nadie se paró a pensar que sus negocios, y en especial las fachadas de estos, suponen una identidad visual única. Solo hay que levantar la cabeza de los móviles para verlo.

Pero para ello, dos diseñadores gráficos malagueños, Roberto Espartero y Juan Martín, decidieron fotografiar y recopilar la historia de la ciudad, contada desde los rótulos que dan nombre a negocios tradicionales. «Ahora con la globalización todas las ciudades se parecen y queremos darle a Málaga una identidad gráfica propia», aseguran.

Los malagueños decidieron iniciar su proyecto bajo el nombre de Alioli es Ajonesa, en 2017, y comenzaron a recopilar la esencia de la ciudad a través de estas tipografías: «Esto surge a raíz de que veíamos cómo iban desapareciendo los negocios locales y por tanto la identidad visual de Málaga», dicen sus creadores. Por eso decidieron crear este proyecto para intentar concienciar a los malagueños para que también defiendan el patrimonio de la ciudad, sobre todo del pequeño comercio.

El objetivo de Alioli es Ajonesa es «la conservación, tratar los rótulos como patrimonio gráfico para no perderlo». Y comenzaron por abrir una cuenta en Instagram, donde compartían sus fotografías de rótulos, como el de Casa Mira, el Cine Albéniz o Los Paninis, donde nacieron los camperos.

Para que la identidad gráfica de Málaga no acabe en la basura

Su última adquisición ha sido el rótulo de la tienda de abanicos Celyan, en la calle Nueva, que seguía teniendo las letras de su antiguo nombre, Miramar; un rótulo, que data del año 1966 con tipografía Serif Extendida. «Una vez que fotografiamos el rótulo. lo que hacemos es pasarlo a ordenador y vectorizarlo», afirman.

Tanto Espartero como Martín están abiertos a la colaboración ciudadana, y reciben fotos de todos aquellos que comparten su misma afición: «Este proyecto es muy colaborativo, la gente manda fotos o lo reinterpreta, le añaden ilustraciones, textos, etc. Es algo que toca la fibra porque reflejamos negocios de toda la vida, como el ultramarino donde compraba la abuela. Al fin y al cabo es un patrimonio de Málaga, que es de todos», reiteran.

Estos diseñadores gráficos realizan talleres en San Telmo, donde intentan concienciar a los jóvenes del gran patrimonio comercial de la ciudad: «Damos paseos por las calles comentando rótulos, traemos a la actualidad un negocio tradicional, vectorizamos el rótulo y después hacemos que su sistema de cartelería tenga un toque moderno. No hay que destruir lo que ya está se puede adaptar a la realidad».