El Diccionario de la Real Academia de la Lengua describe la 'grafomanía' como la "manía irresistible de escribir".

Es un mal que, al contrario que otros, que sólo traen la merma de la cuenta corriente y la caída progresiva del cabello, produce algo tan beneficioso para la Humanidad como son los libros, aunque los hubo que fueron grafómanos para asaetear a familiares y amigos con cartas (esos fueron los casos de H.P. Lovecraft y Lewis Carroll) o peor aún, con cartas al director.

Enrique Gallud Jardiel -como en su día Josep Pla, Lope de Vega o su abuelo, Enrique Jardiel Poncela- pertenece a la categoría de los grafómanos que escriben libros en sus horas libres, un preciado tiempo que lejos de dedicarlo a conocer el último escándalo cortijero de la familia Pantoja o a contemplar cómo empata la selección española, lo dedican a la creación literaria.

El caso del valenciano Enrique Gallud, doctor en Filología Hispánica y profesor universitario, tiene doble mérito al poner su creatividad al servicio del humor, como ya hizo su abuelo. Un empeño quijotesco porque en España, pese a ser una de las grandes fuentes del humor universal, de cuyas aguas se nutre, por ejemplo, el humor inglés, escribir de humor se asemeja en el mundillo literario a ser paria en la India (un campo, el indio, del que Enrique Gallud es por cierto un grandísimo experto).

Su último libro (o habriá que decir el penúltimo, porque su grafomanía es más veloz que la del reseñista) se titula 'Como ser culto en diez días' y ha sido publicada por la prestigiosa editorial Renacimiento, en la colección 'Espuela de Plata. Los humoristas'. En esta misma colección ya publicó obras como 'Historia estúpida de la literatura' o 'El arte de hacer de todo'. En esta ocasión, el autor pone el punto de mira de su sorna en esos libros que prometen el oro y el moro para conseguir todo lo que uno se proponga en diez días, en este caso, la adquisición de una cultura general.

Como en obra anteriores, la tormenta de ideas del autor se traduce en un amplio abanico de estilos literarios como ese ingente compendio en verso de la ingente obra lopesca, que consigue embridar en octosílabos rimados nada menos que 200 obras de teatro del Fénix de los Ingenios.

Pero es que el entrenado sentido humorístico del autor es capaz de convertir en sátira todo lo que se mueva, por eso puede deconstruir la vida y milagros del gran Diego de Velázquez, contarnos en pocas páginas el caudaloso movimiento impresionista o ser políticamente incorrecto y arremeter contra el género operístico, algo que antes sólo se habían atrevido a hacer Groucho Marx y sus hermanos.

Balzac, la Historia de Inglaterra, Góngora o el Nuevo Orden Internacional se juntan en estas páginas que deben disfrutarse en pequeños sorbos, para apreciar las posibilidades humorísticas de tan magna panoplia que sólo persigue dos fines: hacernos reír y hacernos más cultos.

Enrique Gallud Jardiel recuerda en su forma de escribir a su abuelo. Tiene la misma proteica capacidad para analizar todo desde el punto de vista de la sonrisa y eso se vuelve a apreciar en 'Cómo ser culto en diez días' (o incluso en menos).