¿No tiene miedo a que se hable más de usted casi como personaje que como artista?

No, y si lo tengo cada vez menos. Exponerse, públicamente, siempre conlleva ciertos miedos y reparos, pero cuando entiendes que la práctica artística está por encima de eso, lo llevas a un segundo plano.

Con tanto renovador del flamenco, ¿lo más revolucionario no sería hacer flamenco puro y duro?

No hay tanto renovador como se dice, ni hay tanto clasicismo. Todas estas categorías, tildarlo de renovador o no, creo que es más un ejercicio periodístico o de barra de bar. Son debates superfluos, que no tienen nada que ver con nuestra práctica.

Pregunta

¿Por qué cree que ha habido tanta inquina hacia usted por parte de los que se consideran puristas y guardianes de las esencias del flamenco?

Porque me he enfrentado a ellos y sus posiciones conservadoras. Como tienen ese sentido totalitario, les molesta que tengamos voz y voto o un cierto poder.

¿Cree que el flamenco debe evolucionar?

El flamenco, como otros, tiene sus inquietudes y necesidades. Es un arte que ya de por sí evoluciona, pero la cuestión es hacia dónde. La evolución va en la práctica, la cosa es cómo la canalizas y hacia dónde. Yo hago esto para contar cosas, no para que sea más o menos moderno; nunca ha sido ése mi motor.

¿Se considera un progre del flamenco o antiflamenco que rompe los esquemas?

Ni uno ni otro, odio los términos medios. Soy muy crítico con los progres del flamenco porque soy muy contrario a esas posiciones, que mezclan lo tradicional y la vanguardia. Pero también de esas posiciones conservadoras de muchos flamencos.

Nunca ha tenido tapujos para hablar de política en sus entrevistas, ¿cree que la música y el pensamiento ideológico están relacionados?

Claro, sin duda alguna. La música está totalmente sumergida en lo político, pero tenemos que ver cómo lo formalizamos y lo representamos en el arte.

Se celebran estos días diez años de la declaración del flamenco como patrimonio inmaterial por la UNESCO. Para usted, ¿qué supone un reconocimiento así?

No supone nada, solo un aliento al sector para los nacionalistas y conservadores, que anhelan esos discursos idealistas ideológicos. Esto no tiene nada que ver con la práctica, viene muy bien cara a la galería, pero no ha supuesto nada, cero. Fue un gran desengaño. Lo vieron como si fuese un aliciente, sobre todo para ganar dinero, que es lo que nos interesa [ríe]. Pero nos hemos dado una hostia con un muro de realidad.

Dice que el confinamiento, le ha hecho «mucho daño». ¿En qué sentido?

En el espiritual sobre todo, he tenido tiempo para darme cuenta de que actuar en el mundo del espectáculo es necesario en mi vida.? El problema ha sido la ruptura de una vida, eso ha sido terrible.

Su próximo disco está inspirado por el realizador granadino Val del Omar, que ya inspiró álbumes de Lagartija Nick, por ejemplo. ¿Cómo será el álbum?

Lo presentamos, hace un par de semanas, en el Festival Rayo en Madrid. Es un disco conceptual, de edición limitada, ya que serán mil discos de vinilo y se pondrá en redes cuando se agote. Es un disco con mucha música electroacústica, contemporánea; en definitiva, música alternativa.

Siempre que C. Tangana y usted sacan una canción se convierte en un éxito, ¿Cómo es trabajar con Antón, y que todo lo que hacen se convierta un éxito?

Eso es más labor y premio de Antón. Yo siempre lo que hago es acompañarlo de manera profunda. Estar al lado de él es una gozada, y siempre me lleva a mundos que nunca experimenté, como es el éxito.