Uno de los grandes premios de la próxima ceremonia de los Goya, de nuevo malagueña y conducida por Antonio Banderas y María Casado desde del Teatro del Soho CaixaBank, tendrá otra vez aroma boquerón. Si la pasada gala fue protagonizada de manera invisible por Pepa Flores (la ex niña prodigio no acudió al Martín Carpena para recibir la distinción de la Academia, y delegó en dos de sus hijas la comparecencia), la próxima velada del cine español rendirá su homenaje, su Goya de Honor, a la gran Ángela Molina, muy vinculada a nuestra tierra. Y es que la madrileña es la hija del gran Antonio Molina, una de las gargantas más ilustres de la Costa del Sol.

Cuentan que Ángela Molina y su hermano Micky suelen visitar Totalán, el pueblo de su padre, para visitar a la docena de parientes que aún conserva. Porque, dicen los que la conocen, que jamás ha olvidado las raíces de una saga familiar artistica de la que es una de sus grandes ramas. El gremio, sus compañeros, reconocen la valentía de su extensa trayectoria, jalonada por trabajos para autores como Luis Buñuel, Jaime Camino, Jaime Chávarri, Jaime de Armiñán, José Luis Borau, Pontecorvo, Bigas Luna, Josefina Molina, Marco Bellocchio, Ridley Scott, Alejandro Agresti, Miguel Picazo, Gerardo Vera, los hermanos Taviani, Pedro Almodóvar, Luigi Comencini, Ricardo Franco, Alain Tanner, Giuseppe Tornatore, Agustí Villaronga, Imanol Uribe, Isaki Lacuesta, Julio Medem y Pablo Berger, entre muchos otros. Y ojo que la artista sigue en la brecha a sus 65 años: acaba de rodar la serie 'La valla', junto a su hija Olivia; Lalla Aïcha', una película en la que tenía que aprender la lengua bereber, y se incorporará pronto al reparto de la ficción de Amazon 'Un asunto privado', con Jean Reno y Aura Garrido.

La Junta Directiva de la Academia de Cine ha decidido otorgar este premio honorífico a la actriz madrileña, «protagonista de numerosos títulos indispensables del cine español y europeo": "Con esa distinción queremos reconocer la trayectoria excepcional de esta compañera tan querida por todos por su autenticidad, su indiscutible talento y su especial sensibilidad».

«Estoy muy, muy feliz. Ha sido una alegría inmensa, me ha llenado el corazón. Hace unos días estuve en la Academia, y cuando vi el busto gigante del maestro Goya le miré y sentí algo como muy familiar, y resulta que me lo voy a encontrar en mi casa dentro de poco», cuenta la intérprete, quien debutó a los 16 años. «Los premios te vienen en momentos determinados. Cuando estuve nominada por primera vez al Goya por 'La mitad del cielo' -también optó al galardón por 'Luces y sombras', 'Las cosas del querer', 'Carne trémula' y 'Blancanieves'-, pensé que me lo iban a dar. Fue para Amparo Rivelles, por "Hay que deshacer la casa", y pensé: Amparo es mayor, yo tengo tiempo. Y ahora me toca a mí, que soy mayor. Todo es muy hermoso, todo está en su lugar, viene cuando tiene que ser, si es que tiene que ser», manifiesta la intérprete. Ahora le toca a ella, y en una tierra muy cercana a su corazón.