En tres años, tres novelas y millones de lectores. Tras Reina Roja y Loba negra, Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) acaba de publicar Rey Blanco, una trama con más acción incluso que sus predecesoras en la que Antonia Scott y Jon Gutiérrez se enfrentan con su pasado, con su destino y con su archienemigo. Al final del libro, el autor anuncia que sus aventuras continuarán si los lectores quieren. «Hay algo en ese mensaje que es muy importante -señala-: el reconocimiento de que yo no podía hacer algo como esto sin ayuda de los lectores. Los escritores hacemos la mitad del libro y la otra mitad la hacen ellos».

Un millón de lectores ya han cumplido con su mitad. ¿Va a seguir cumpliendo usted con la suya?

Bueno, a lo mejor me pongo con ello. Ya veremos. Yo estoy muy contento con esta saga. El próximo libro no será de Antonia Scott y Jon Gutiérrez, pero es posible que haya más aventuras en un futuro.

Después de 12 años trabajando en esta trama, ¿qué sintió cuando la acabó?

Mucho miedo. Son 12 años de curro, de esfuerzo, y el proceso no ha sido fácil. Tenía mucha inseguridad porque era un proyecto muy ambicioso... Había muchas posibilidad de que hubiese salido mal.

¿Han seguido los protagonistas el plan maestro que les había marcado?

Unos personajes como estos dictan sus propias normas. Yo tenía muy claro cuando me enfrenté a esta historia que estaba rompiendo las normas tácitas del thriller y la de que los personajes tienen que ser inmutables. Yo quería una evolución constante, que se transformasen el uno al otro y que lo más importante fuera el amor.

Mucho amor pero nada de sexo.

Es otra norma a la que tuve a bien ejecutar sumariamente. Parece casi imprescindible que en un thriller de amplio espectro haya sexo, pero a mí me resultó muy divertido no incluirlo. En estos libros no hay fórmulas, son dos personajes moviéndose en distintas circunstancias de sus propias vidas al tiempo que evolucionan.

«Rey Blanco» transcurre entre polígonos, centros comerciales y rascacielos con forma de pene. ¿Qué le aportan los escenarios feos a su aventura?

Lo feo es una manera de mirar. He intentado retratar de alguna forma la manera en la que miramos las cosas los españoles, esta mirada tan cínica, sarcástica y siempre irónica y divertida. Da igual lo que están pasando los personajes, que lo afrontan con sentido del humor. La novela transcurre mucho en un polígono pero, ¿qué español no pasa al menos una vez por semana en un polígono? Si no es para trabajar será para ir a Leroy Merlin.

De las tres novelas, es la que tiene más acción, pero también más estilo literario.

Ves, yo creo que eres tú el que se ha fijado por primera vez en esto. Reina Roja ya usa ese lenguaje, pero en esta quizá te ha chocado más porque va tan a toda hostia la trama que en un sitio donde no debería haber ni un símil ni una metáfora ni un quiasmo de repente aparece. O a lo mejor lo he hecho mejor y no hay que darle más vueltas.

¿Escribe mejor que hace tres años?

Sí, claro. Yo escribí los libros de manera no simultánea pero sí paralela para que mantuvieran las equivalencias entre ellos. Pero en la fase de aterrizaje y escritura final he ido creciendo. Y joder, que tengo 43 años y espero escribir ahora mejor que con 36 y peor que a los 50.

En la novela dos niñas pierden a un ser querido y usted escribe que «serán razonablemente felices, per siempre habrá un vacío que lo absorberá todo». ¿Es una pequeña concesión a la autoficción? (Gómez-Jurado descubrió a los 36 años que era adoptado).

Bueno, que un escritor reflexione sobre la pérdida es lo normal, y más cuanto más mayor se hace y más gente pierde por el camino...

¿No deja nada de usted en sus personajes?

No sé muy bien qué contestarte. Ojalá fuera una décima parte de inteligente de lo que la gente me atribuye. Intento contar mis historias con la máxima honestidad posible pero desde la diversión, y muchas veces encontráis en ellas cosas que yo no sé por qué las he puesto.

Hablando de encontrar, leí un reportaje sobre usted que asegura que ha «encontrado el método para hacerse rico escribiendo».

No existe un método para hacerse rico escribiendo, porque no eres tú el que te conviertes en un éxito. Son los lectores. Yo hago lo mismo desde que empecé: intentar escribir una historia en la que me lo pase bien y que de repente va convenciendo a cada vez más gente. Pero en la próxima lo más seguro es que le guste a mucha menos gente. Y no pasará nada.

¿Le gustaría hacer una novela que no lea nadie pero entusiasme a los críticos?

Honestamente, no sé si puedo hacerlo, probablemente no. Pero, ¿qué ganaríamos con ello? Yo escribo los libros para que me gusten a mí y disfruto muchísimo leyendo a Solzhenitsyn, Dickens, Tolstoi, Vila-Matas y Rosa Montero... Gente reconocida por la crítica pero que hace género. Al final, cada uno de ellos ha hecho lo que le sale de los huevos, y quizá es eso lo que hay que hacer.