A punto está de terminar un 2020 que hemos caminado entre rostros sin gesto, semitapados por la mascarilla obligatoria; sólo hemos atisbado las expresiones ajenas a través de la mirada, de unos ojos que la mayoría de las veces expresan preocupación, incertidumbre o, directamente, miedo en medio de esta pandemia. En este contexto resulta de lo más pertinente la nueva temporal del Centre Pompidou Málaga, 'Dar la cara. El retrato incierto', una panorámica de la evolución reciente del retrato en la fotografía y el vídeo, a partir de piezas de creadores tan decisivos e intransferibles como Nan Goldin, Cindy Sherman, Gilbert & George, Thomas Ruff, Wolfgang Tillmans o Esther Ferrer, entre muchos otros.

La muestra documenta cómo entre el siglo XX y el XXI la fotografía se ha convertido en el gran aliado del retrato para liberarse de los límites de la veracidad o del psicologismo, para abrazar nuevos objetivos como la lucha contra los estereotipos sociales o sexuales y, muy especialmente, el cuestionamiento de la construcción pública de la identidad individual en la era de las redes sociales y los softwares de reconocimiento facial. "La exposición explica muy bien cómo la fotografía ha pasado de ser un testimonio, un documento de veracidad a suponer un campo de batalla o de diálogo entre la identidad propia y la percibida", aseveró José María Luna, director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Pablo R. Picasso y otros equipamientos culturales.

'Dar la cara' reúne un total de 120 piezas (entre fotografías y vídeos) de 26 artistas que rehuyen las máscaras para acercarnos a las miradas directas, transparentes propias o de los otros. Colgadas en las paredes de la zona temporal del Cubo hay pequeñas grandes aventuras expresivas, como la de Esther Ferrer para 'Autorretrato en el tiempo' (1991-1999): un work in progress con el que la artista compone un collage de instantáneas de sí misma, combinando lados de su rostro tomados en diferentes momentos de varios años de autofotografía, para mostrar cómo el tiempo nos transforma, manteniéndose sólo la identidad. También aparecen obras de Cindy Sherman, más una artista visual que una fotógrafa, que juega con el propio concepto de sí misma: utilizando atrezzo y localizaciones, recurriendo al artificio, juega a la ficción y la verdad en pequeñas performances sin explicaciones. O Nan Goldin, la gran captadora de momentos, de apuntes al natural junto a amigos y familiares, desde los presupuestos de la contracultura y la fotografía vivida. Y las aportaciones de Bernard Faucon, prodigios de mise-en-scène que bien pueden ser contempladas como películas estáticas.

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El Pompidou acoge la exposición 'Dar la cara. El retrato incierto. Fotografía y vídeo 1972-2011

Como aseguran los comisarios de la temporal del Pompidou, Florian Ebner y Marcella Lista, en el retrato contemporáneo "el rostro se vuelve un prisma singular y complejo que huye de la interpretación inequívoca". Ya no existe ese utópico objetivo de la instantánea como intento de aprehender el alma del retratado; aquí, en cambio, se acepta la imposibilidad de "la visión transparente del individuo" para contribuir "un espacio de libertad entre el yo y el otro, o el yo como otro". A través de siete secciones (Walk on the Wild Side, El final del retrato psicológico, Como un cuadro, Una inquietud cultural, Manifiestos de lo íntimo, Pasiones y personajes y 'Editar' la sociedad), 'Dar la cara' ofrece múltiples reflexiones para que, cuando por fin nos podamos despojar de las mascarillas pandémicas, nuestra mirada al otro, y por qué no a nosotros mismos, sea más abierta y libre.