Un simple hilo de Twitter se terminó convirtiendo en un hito editorial. Cristina Domenech (Málaga, 1987) es graduada en Estudios Ingleses por la Universidad de Málaga, donde cursó un máster de esta misma especialidad. Es la responsable de que 'Señoras que se empotraron hace much'o (Plan B), un libro sobre la historia de varias mujeres lesbianas en la época victoriana, fuera uno de los fenómenos editoriales de la pasada temporada (en apenas tres meses se lanzaron seis ediciones).

Acaba de lanzar su segundo libro, 'Señoras ilustres que se empotraron hace mucho' (Plan B), recorrido fascinante por la vida intelectual y amorosa de estas mujeres con un talento desmesurado, y nos descubre facetas a menudo silenciadas o tergiversadas por la historia. Por sus páginas pasean poetas como Safo o Emily Dickinson, artistas como Frida Kahlo y Tamara de Lempicka, literatas como sor Juana Inés de la Cruz y Virginia Woolf, una gran diva de Hollywood y hasta una reina de Inglaterra. La idea, eso sí, sigue siendo la misma: combinar el rigor académico y el afán divulgador con humor y guiños al lector para que la letra entre mucho mejor.

En este nuevo volumen de Señoras, las protagonistas, en general, son bastante más conocidas que las que rescató en el primer libro. Eso, supongo, que supondrá un reto, un desafío, porque escribir algo de interés, singular, sobre Frida Kahlo o Tamara de Lempicka, mujeres sobre las que hay mucha información, libros y películas, debe de resultar complicado.

Ha sido una experiencia muy diferente. Con muchas de las mujeres del primer libro el reto era encontrar suficientes datos para construir una narrativa coherente y esta vez el reto ha sido elegir qué fuentes escoger de entre todas las que existen, que solo para personajes como Kahlo o Woolf ya es un número inabarcable. Por eso la idea desde un principio fue no limitarme a una biografía al uso, sino hacer algo un poco más personal que aportara una visión más íntima de lo que estas mujeres significan para la comunidad sáfica.

De todas las mujeres que ha retratado hasta la fecha siempre destaca a Natalie Clifford Barney, por su trabajo para crear una red de apoyo para las mujeres queer. De alguna manera, usted continúa su trabajo, ¿no? Lo digo porque en su tarea antepones a las demás a su ego.

Es curioso verlo descrito de ese modo, como que debo anteponer a las señoras de las que escribo a mi ego. Desde que empecé con los hilos siempre he pensado que hago un poco la labor de un bardo: cojo una historia ajena, le saco brillo y hago todo lo posible por que la hazaña llegue lo más lejos posible. Y la verdad es que me encantaría pensar que mi trabajo sirve para acercar a mujeres lesbianas y bisexuales a su cultura y su historia, y estrechar un poco los lazos dentro de la comunidad, aunque me temo que tengo mucho que mejorar hasta poder ponerme a la altura de Barney (¡pero gracias por el piropo!).

Prosigue el tono juguetón y repleto de múltiples guiños simpáticos para hablar de amores y deseos, a veces, atormentados, difíciles. Dice que suele usar anécdotas y humor para que cale mejor la información. Quizás a la hora de hablar de lesbianismo ha habido demasiado énfasis en el tormento, ¿no?

Tristemente el drama y los tonos trágicos han sido (todavía son, aunque en menor medida) una constante cuando se cuentan historias sáficas, ya sean reales o ficticias. Es un problema que nos viene desde hace mucho: la figura de la lesbiana condenada a un destino trágico lleva casi tres siglos actuando como fábula y moraleja de los peligros de la homosexualidad femenina, y todavía arrastramos algo de esa inercia. Es curioso, pero aunque es cierto que ha habido mucho dolor y dificultades en nuestra historia, al final manufacturamos versiones aún más descorazonadoras cuando escribimos ficción. Introducir un poco de humor e irreverencia no está reñido con respetar el rigor histórico y apreciar los sacrificios que se han hecho por el camino, y creo que al final ayuda a contrarrestar el tono trágico que hemos heredado.

Hace unos días también ha llegado a las librerías 'Amigas', una selección de relatos de amor entre mujeres publicados por escritoras anglosajonas de los siglos XVIII al XX. No creo que sea una casualidad, una coincidencia. ¿Por qué hay este interés por estas mujeres en este preciso momento?

Sería un poco largo de explicar, pero en general existe un interés creciente por el género histórico, tanto libros como películas, series, juegos, etc. Y nuestra historia siempre ha sido la gran desconocida, así que los primeros intentos bien recibidos de narrarla (que creo que podemos achacárselos a las novelas de Sarah Waters hace unas dos décadas) despertaron mucho interés y poco a poco se han multiplicado hasta llegar a este momento en el que tenemos películas de Colette, la reina Ana, Elisa y Marcela, Virginia Woolf, una serie de Anne Lister, etc. También se podría discutir si la representación pasada por el colador del entretenimiento mainstream recupera o deforma aún más la historia, pero al menos el elemento de visibilidad está ahí y es positivo.

Sé que es pronto pero, ¿por dónde podría ir un tercer volumen de señoras?

Señoras Ilustres es un proyecto que me debía a mí y a los lectores, que me han pedido muchísimo que hablara de estas mujeres tan famosas que por supuesto merecían su propio libro, pero realmente me encantaría, si hubiese un tercer libro, volver al estilo del primero y hacer una recopilación de biografías de mujeres sáficas muy poco conocidas, que es lo que me verdaderamente me apasiona.

¿Qué señora destacaría de la actualidad, que esté vivita y coleando?

Voy a dejar que me posea el espíritu académico y voy a decir Emma Donoghue. No solo escribe novelas maravillosas, muchas basadas en mujeres sáficas de la historia, sino que además escribe libros académicos sobre el tema que son un placer, divulgación académica bastante densa, pero muy fácil de digerir.

Si alguien hiciera un libro sobre señoras del siglo XXI y la incluyera a usted, ¿qué le gustaría que destacaran de usted, de su historia, de su trabajo?

La verdad es que me da un poco de vértigo verme en esa situación, aunque sea hipotéticamente! Pero si tuviera que elegir algo€ me gustaría que se destacara que siempre sentí pasión por cada mujer de la que escribí y que convencí a mucha gente (sobre todo gente joven) de que lo académico no debe ser necesariamente aburrido.

Si le dicen cuando empezó el hilo de Twitter que publicaría un libro sobre el asunto que llegaría a su novena edición, ¿qué habría pensado?

No me lo habría creído ni por un momento, porque llevaba muchos años rostizando a mis amigos a fuego lento con datos de lesbianas históricas y a nadie le importaba demasiado, así que todavía a día de hoy me parece alucinante que haya tanta gente queriendo saber más.

¿Le habría ayudado leer un libro como éste a los 15 años?

¡Muchísimo! Con quince años mi investigación era vagar de biblioteca en biblioteca y de librería en librería como un alma en pena, porque había muy poco material al respecto y mucho menos en español. Quiero pensar que quien lea el libro ahora tendrá al menos un escaloncito pequeño en el que apoyarse si decide que quiere saber más e investigar por su cuenta, y que así llegará en su día más lejos de lo que he llegado yo. Esa es la belleza de la investigación académica: dejar un escalón más para quien venga después.

Para terminar, no puedo dejar de formularle esta pregunta: ¿Cree que el colectivo queer y el feminismo radical, últimamente tan distanciados, están condenados a entenderse?

El colectivo queer y el feminismo radical siempre se han entendido, desde hace décadas, aunque hubiese desacuerdo en algunos temas. Supongo que la pregunta se refiere a la parte del feminismo radical (que no constituye en absoluto la totalidad del movimiento) que aboga por excluir a las mujeres trans del feminismo, y en ese caso debo decir que no. No creo que vayan a entenderse porque creo que la parte minoritaria del feminismo que quiere excluir a las mujeres trans acabará desapareciendo de forma natural, como ya desapareció en su día la parte minoritaria del feminismo que quería excluir a las mujeres lesbianas. Este tipo de resistencia basada en la desinformación siempre ha existido como reacción a cualquier avance en los derechos LGBTQ y, por supuesto, en el caso de los derechos trans no iba a ser diferente.