Orquesta Filarmónica de MálagaDirección:

José Serebrier

Programa: Las bodas de Fígaro, K. 492 (obertura), de W. A. Mozart Sinfonía nº49 en Fa menor, Hob.

I:49 “La Passione” , de F. J. Haydn y Sinfonía nº 8 en Fa mayor, Op. 93 , de L. v. Beethoven

Lugar: Teatro Cervantes

Tres páginas orquestales protagonizaron el último abono de la Filarmónica de Málaga en lo que sin duda fue una mirada al período clásico desde la perspectiva austro-alemana de tres decisivos sinfonistas: Mozart, Haydn y Beethoven. En la sombra la decisiva influencia de la escuela de Mannheim y el decisivo movimiento Sturm und Drang, que abrirá los horizontes hacia un nuevo estilo, el romanticismo, asentado en la forma clásica y los modelos creados por los tres genios que ocuparon el programa dirigido por la batuta invitada de José Serebrier.

El maestro Serebrier, con quien la OFM ha grabado tres álbumes, capitaneó el podio del conjunto destilando los brillos de la madurez en la batuta. En momentos artísticos como éste las batutas se permiten la licencia de ir más allá de lo anotado en el pautado y esa es la clave para encuadrar este último programa de abono.

Hasta en tres ocasiones colaboraron Da Ponte y el genio de Salzburgo. De estos trabajos nace en 1786 uno de los grandes títulos del gran repertorio lírico, 'Le nozze di Figaro' que es quizás uno de los títulos más redondos de todo el repertorio lírico. La obertura se presenta como una página que, si bien no recoge temas o motivos de la ópera, respira el ánimo inquieto y cómico que domina esta ópera. Serebrier demostró una dirección centrada en la articulación de los temas subrayando los elementos técnicos sobre los que Mozart construye la obertura.

Sin abandonar el podio los cuatro tiempos que conforman la Sinfonía cuarenta y nueve de Haydn completaban la primera parte del concierto. Partitura que no oculta dado su espíritu abstracto e inspiración en la sonata da chiesa los primeros destellos de un nuevo estilo musical que tendrá a la sinfonía como protagonista y su evolución a lo largo de todo el siglo diecinueve y parte del siglo pasado. El maestro Serebrier dibujó una lectura centrada en la evolución orgánica de la sinfonía desde la oscuridad del lento de apertura hasta los destellos del presto. El director uruguayo centró la interpretación de los profesores de la OFM en el empaste de las secciones especialmente las cuerdas y el brillante papel desarrollado por las maderas de la orquesta. Si el allegro del segundo movimiento destacó por su espíritu contrastante y el desarrollo de los temas el minuetto del tercer tiempo se caracterizó por el pulso ingenuo y grácil para desembocar en el presto en un ejercicio de color y pulso.

Redactada entre 1811 y 1812 el estreno de la Octava Sinfonía de Beethoven hubo de esperar dos años su estreno. Organizada en cuatro movimientos destaca por su mirada hacia las fuentes clásicas en lo que es un nuevo ejercicio musical desarrollado por el genio de Bonn. Versión sincera aunque deshilada la ofrecida por el maestro Serebrier a pesar del esfuerzo de concreción del conjunto. El enérgico allegro inicial contrastó con la serenidad del segundo capítulo hasta el espíritu triunfal que atesora el cuarto movimiento sin olvidar el tono grácil del menuetto que lo precede.