Mencionar la palabra debut cuando uno se refiere a un veinteañero tan precoz como Nacho Sarria no es del todo correcto. Porque el cantante y guitarrista malagueño acaba de saltar al ruedo en solitario con 'Gitana', el primer sencillo de un álbum que prevé lanzar en el primer trimestre del inminente 2021, pero milita en bandas desde que tenía 14 años, ha sustituido a Álvaro Suite (músico de Bunbury) en la formación sevillana Los Labios (para la que primero fue pipa), con la que grabó un disco en los estudios privados de Lenny Kravitz en las Bahamas, a las órdenes de su guitarrista, Craig Ross; por no hablar de haberse pateado garitos pequeños y grandes escenarios de medio mundo (Estados Unidos, Australia, Latinoamérica, Inglaterra y media España). Pero, sí, 'Gitana' es su primera canción a su nombre (en realidad, a su apellido: así ha bautizado su proyecto personalísimo), y suena a lo que siempre ha sonado la Gretsch de este rockero de melena rizada y con un swag rockero de impresión: música de diseño clásico, que aún suena a madera que cruje y nylon que vibra, alérgica a ordenadores.

«El disco suena a rock, eso está claro; pero tendrá también muchos aires de folk y de soul. Su sonido va a ser una amalgama de nuestras influencias y de la personalidad de cada uno de nosotros. Y estamos muy contentos de cómo va saliendo, porque le hemos puesto muchas horas de trabajo para afinar esta vuelta de tuerca a la música que nos gusta sin anclarnos en épocas pasadas, pero teniendo muy claro que se basa en nuestras influencias, que realmente son muy clásicas», declara Nacho a Sevilla Disonante.

El álbum es un trabajo de amor en toda regla: «Empecé a almacenar canciones y recopilar maquetas, viendo poco a poco que en ellas había un posible disco, y guiado por la ilusión de hacerlo realidad me he llevado casi tres años dándole vueltas y volviéndome majara con todo ello. Me imponía mucho respeto e incluso me daba miedo meterme como solista, pero estaba decidido a grabar esas canciones», asegura el malagueño. Por supuesto, un hombre de equipo como Nacho no está realmente solo en la epopeya: Fernando Reina y Ricky Candela, ex-compañeros en Los Labios, y el teclista José Vaquerizo (Quentin Gas & Los Zíngaros) le han arropado en el estudio de grabación. Juntos firman un repertorio abierto: «A mí me gusta el concepto beatleliano de que cada canción sea de su padre y de su madre, pero que suene todo como a lo mismo, que sean plurales pero que estén todas dentro de un tono singular», dice su autor. Se notará en los próximos adelantos del álbum (de sólo ocho canciones), que tendrán más acústicas, más aires folkies.

Regreso

Es también un disco de regreso a su tierra, esa Málaga que ha estado esquivando desde hace años en la búsqueda de sus sueños rockeros. De vuelta, «deprimido», de Madrid y Sevilla, finiquitada su aventura con Los Labios, se ha reinstalado en su Rincón de la Victoria natal: «Ahora necesito mi tierra; me he llevado mucho tiempo fuera de mi casa y ahora para estar a gusto necesito ver el mar y estar con mi familia cerca; aquí es donde me encuentro bien y donde me nacen mejor las cosas».

Algunos ya ficharon al malagueño cuando formaba parte de California, una especie de respuesta local a Pereza, con acento más stoniano. Sacaron un epé cuando algunos de ellos estaban de Erasmus, con un sonido macarra del que se sentían orgullosos y que ahora Sarria perfila en una propuesta bastante más madura y asentada. No es fácil ver sobre el escenario a alguien con su personalidad y carisma, con el descaro de su edad pero la sabiduría del que estudia la enciclopedia del rock n´ roll (de hecho, cursa en estos momentos estudios de producción, grabación y sonorización, hambriento de conocer todos los secretos tras los botones de una mesa de mezclas). La parroquia que echa de menos la música alérgica a la supremacía de los Pro-Tools seguro que abraza con entusiasmo su propuesta.