La literatura erótica es tan antigua como la literatura. Si acudimos a las fuentes primigenias no nos será difícil darnos cuenta de que en los orígenes del género (allá por el antiguo Egipto) se caracterizaba principalmente por la unión (o, lo que es lo mismo, por el maridaje) entre lo divino y lo terrenal. Al fin y al cabo, aunque el término se haya consolidado en nuestro lenguaje cotidiano gracias a la gastronomía y la alusión a la mejor combinación entre la comida y el vino, maridaje es un concepto más amplio que hace referencia a la unión, analogía o conformidad con que algunas cosas se enlazan o corresponden entre sí. Y con esos mimbres, y con un profundo conocimiento de las vanguardias literarias del siglo XX, el poeta, ensayista y enólogo Jesús García Gallego acaba de publicar Maridajes (Jákara editores).

Jesús García Gallego se licenció en Filología y se especializó en las vanguardias, aquellas formas artísticas experimentales y transgresoras que crecieron a la sombra de las hondas crisis que sacudieron el mundo en el primer cuarto del siglo pasado. Y, anclado en ese hondo conocimiento, ha compuesto un libro de relatos (que bien hubiera podido ser una novela, porque hay un hilo narrativo que entrelaza todas las historias) donde la perspectiva cubista tiene vital importancia.

Es preciso recordar que los artistas cubistas se dieron cuenta de que para representar un objeto, este se podía mirar desde un punto de vista y hacer su reproducción desde ahí, pero si se giraba el objeto variaba el punto de vista y para representarlo desde el nuevo ángulo tenía que hacerse una nueva perspectiva. Por consiguiente, la realidad del objeto no se agota en un enfoque, y para representarlo integralmente tendrían que hacerse diferentes perspectivas, sobreponiendo las imágenes de un mismo objeto representado desde diversos puntos de vista para proyectar el conjunto en un mismo tiempo.

Y eso es lo que nos propone este libro, una yuxtaposición de perspectivas sobre un mismo hecho, en este caso, un encuentro amoroso. A veces se trata de dos voces, dos miradas (la de un hombre, César, que frecuenta un exquisito prostíbulo, y la de su amante de turno), y a veces tres (con la implicación de terceras personas) que llenan de perspectiva, esto es, de contenido, el relato. Y para esa multiplicidad de miradas Jesús García Gallego ha contado con Yolanda Sánchez, que pone voz a las mujeres en la mayoría de los relatos, y con Ana Isabel Almarcha, que colabora en alguno.

Y como de sumergirse en el mundo del placer y los sentidos se trata, Jesús García Gallego recurre a su vasto conocimiento de la enología para presentar a esas amantes con un original paralelismo entre mujeres y vinos.

Un libro que no dejará indiferente, que con un lenguaje explícito, exento de ambigüedades, desinhibido, introduce al lector en una peripecia sensorial múltiple, como múltiples son las perspectivas, las lecturas, las propuestas de este libro poliédrico que, para terminar de mejorar, cuenta con las magníficas ilustraciones del poeta, pintor e ilustrador de reconocida trayectoria José María Prieto.