Este 2020 que está a punto de finiquitar ha sido un año aciago para la cultura, desde luego, pero especialmente para la música. Mientras, tras meses de confinamiento, los museos y los teatros reabrieron sus puertas para volver a cierta normalidad, con los pertinentes protocolos higiénico-sanitarios, las salas y clubs de música, las tablas cotidianas de los músicos, siguen la mayoría en un off cada vez más preocupante. Sin embargo, la temporada ha sido de lo más productiva para los músicos malagueños, que han entregado un puñado de álbumes que garantizan el horizonte inmediato de la escena boquerona.

Era cuestión de tiempo que la artista nacida Daniel Pozo llamara la atención de un talent scout avezado de Madrid. Carlos Galán, el capo de Subterfuge, puso los oídos y los ojos y descubrió a una artista camino de pequeño icono de la escena queer nacional. Acaba de lanzar un epé, ´Banana Split', que mantiene las coordenadas estilísticas de quien tiene en su altar a Beyoncé, Lola Flores, McNamara y una virgen semanasantera. ¿Que si el fichaje por la indie de indies puede haber maquillado la procacidad de La Dani? «Hoy esto se va a acabar / hoy voy a salir a bailar / y el primero que se cruce / yo me lo voy a chingar», así comienza la balada, a piano y autotune, con la que prologa su nuevo repertorio, Dew.

La banda madrileño-malagueña (los timoneles, Álvaro García, voz y guitarra, y Jorge Navarro, bajista y letrista, son boquerones) se ha marcado un álbum conceptual sobre nuestro enamoramiento con nosotros mismos a través de las tecnologías a lomos de un punk aguerrido, clasicote, perfecto para botar y corear. Biznaga escupen este grito razonado contra nosotros mismos por ser tan estúpidos como para ponernos nosotros mismos las esposas y también para creer que el rock, las guitarras, tienen tanto futuro como las profecías de Debord.

También recién salido del horno este mano entre el rapero malagueño Sergio Albarracín (inquieto, estajanovista) y el productor cordobés afincado entre nosotros Ciclo. Un disco fino, fino, evocador, con beats luminosos y evocadores sobre los que Elpho cabalga relajado, chillin'. La definición que ofrecen desde Ruanda Records (sello fundado por el propio Ciclo) es perfecta: «Bocados de realidad despojados de fantasía y expuestos con elegancia y sencillez».

Desde hace años el trío formado por Jorge, Sixto y Carlos entrega preciosos escupitajos de pop con poder, maridando referencias tan aparentemente dispares como The Replacements e Ilegales. Desde Sonido Muchacho, la casa de Carolina Durante y también de los esteponeros Airbag (ojo a su reciente epé, Discoteca, perfectísimo tentempié, tan vitamínico como siempre), debutan en el formato de larga duración consolidando virtudes y apuntando nuevos matices y aristas. Y, de paso, entregan uno de los grandes estribillos del año en España invertebrada: «Mierda en las tripas tienes ya / a ver si caes pronto en un desagüe / Me cago en tu puta madre».

Hace tres años el combo malagueño, un quién es quién de la escena metálica boquerona, publicaron su primer álbum, All what we left behind, Ta través de nada más y nada menos que Indie Recordings, el mítico sello discográfico noruego, hogar de luminarias como Satyricon, 1349, Solefald, Enslaved y Cult Of Luna, entre muchos otros grandísimos nombres del black, el death y otros subgéneros del heavy más imaginativos y vanguardistas. Los de Miguel Navarro (el jefe de Alone Records) mantienen su singular seña de identidad pero macerándola con aromas progresivos y de mayor ambición.

También desde Subterfuge, sorprendieron hace tres años a propios y extraños con ´Navarone', un debut de melodías contagiosas, propulsadas por el entusiasmo y aquilatadas por la veteranía de los componentes de la banda (viejos conocidos de la escena de la ciudad). Las guitarras siguieron brillando y los estribillos (ellos lo llaman pock, o sea pop con rock) siguieron pidiendo la voz del que los escucha en ´Odisea Ballena', disco adictivo de tomo y lomo.

Otro epé, el formato pujante en tiempos en que la escucha atenta es un lujo. El proyecto de Pablo Garrido y Javier Muñoz, integrantes de los recordados Tom Cary, más Marcelo Moreno y Juan García, entergan seis temas de «industrial, música disco y melodías pop latinas» (dicen ellos) para abordar mensajes proféticamente apocalípticos. Vamos, que el fin del mundo se puede bailar.

Nacho y Álex siguen profundizando en su visión del r n' b con acento andaluz, entregando una música seductora, sedosa, de colores y de neón, no muy lejos del primer The Weeknd. Las noches románticas y susurradas suenan así.

El sevillano Álvaro Romero, cantaor, poeta, performer y activista, y el malagueño Toni Martín, productor, se tiraron a la piscina con un neojondo intransferible, folclore revolucionado por la electrónica y que cita a incómodos como el chileno Pedro Lemebel para una celebración entusiasmada de la individualidad por encima de todo.

Seis álbumes ha lanzado el ambientmeister malagueño: Reiya, junto a Shinji Wakasi y Warmath; Fragments; ThousandPieces & Icebergs, como Dear Sailor; Contact, con Sita Ostheimer; Palettes, con awakened souls, y As a Silent Tongue Shadow, junto a David Cordero. Electrónica emocional, fascinante y evocadora, que hipnotiza a quien se ponga delante de ella con su pureza casi absoluta. No me extraña que popes del asunto como Rafael Antón Irisarri y Suso Sáiz se declaren fans y hayan colaborado con Galán.