Música

Pepo Galán: aventuras en el mundo del sonido

Hablamos con el del Palo, perfeccionista y estajanovista creador de música ambient intuitiva, evocadora y emocionante, entre la calma y el desasosiego

El músico Pepo Galán, en plena actuación.

El músico Pepo Galán, en plena actuación. / P.G.

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

La del 2020 fue una cosecha extraordinaria para la música local. De entre los lanzamientos discográficos de La Trinidad, Airbag, Hnos Munoz, La Dani, Biznaga y otros destacaron los álbumes editados a lo largo y ancho de los pasados doce meses por Pepo Galán (El Palo, 1981). Sí, «los álbumes», porque el ambientmeister malagueño estampó su nombre en seis discos, en solitario y cofirmados con otros músicos nacionales e internacionales de similar filosofía. Reiya, junto a Shinji Wakasi y Warmath; Fragments; ThousandPieces & Icebergs, como Dear Sailor; Contact, con Sita Ostheimer; Palettes, con awakened souls, y As a Silent Tongue Shadow, junto a David Cordero (éste, resaltado por varios blogs como uno de los mejores discos españoles de la temporada). Hablamos con Galán, un diseñador de sonidos y emociones más conocido allí que aquí.

La suya es una electrónica emocional, fascinante y evocadora, que hipnotiza a quien se ponga delante con su pureza casi absoluta. No me extraña que popes del asunto como Rafael Antón Irisarri y Suso Sáiz se declaren fans y hayan colaborado con Galán. Él, eso sí, se extraña de que un medio de su ciudad, como La Opinión de Málaga, se interese por su música: «Lo que hago es muy minoritario y generalmente reseñan mi música en blogs de USA, Inglaterra, Alemania e Italia. Por algún motivo, es donde más se escuchan mis álbumes. Pero también he podido contar con el apoyo local de publicaciones musicales», asegura.

¿Y qué es lo que hace Pepo Galán? Música que exige paciencia e implicación del oyente. En estos tiempos en los que la gente ya no escucha álbumes completos y las canciones van al grano en poco más de 180 segundos las piezas-río de decenas de minutos del malagueño ofrecen otra cosa. Apunta el productor: «A quien me escuche por primera vez le pediría una segunda oportunidad. En mi música podrá encontrar calma, a veces desasosiego, siempre una historia diferente en cada una de mis canciones. En realidad, no tengo la más remota idea del efecto que pueda causar. Imagino que para cada persona será una sensación diferente y no se si quizá tenga que ver el saber qué tipo de música estás escuchando. Es rara, a veces transmite melancolía, otras veces puede acompañarte en momentos complicados... Digo esto porque una vez contactó conmigo una chica de Colombia y me dijo que mi música le ayudó mucho y le acompañó en momentos difíciles de pérdida. Un escritor noruego me aseguró que usaba mi música para inspirarse a la hora de escribir. He visto gente tumbada en el suelo con los ojos cerrados mientras daba un concierto en Córdoba, y también he recibido críticas de amigos cercanos que se burlan de mi música y la definen como un pitido constante que te crea paranoias», dice el productor.

Lo de Pepo Galán es la labor de un autodidacta inquieto: empezó como batería de un grupo punk, militó en diversas bandas de pop y rock durante los años 90, fue DJ de electrónica de baile y alrededores... Aventuras en el infinito espectro musical, siempre sin más brújula que la intuición. Por eso, aunque pueda parecer meditadísima, calculada, su música es instintiva: «A la hora de componer, simplemente dejo que salga lo que está en mi cabeza. Sin tecnicismos, ni mayores pretensiones», apunta. No busquen en esta entrevista declaraciones enigmáticas de un geniecillo epatante; Pepo Galán parece alérgico a ese mystique que tanto se da en el campo de la música ambient. Por ejemplo, cuando le preguntamos por su labor de indagación y perfeccionamiento en el sonido, responde: «Tengo una pequeña empresa de reformas. Eso quiere decir que cuando llego a mi casa, casi siempre tengo alguna tarea extra. También soy padre de familia y tengo dos hijos pequeños. Así que, no me queda tiempo para indagar. No me queda tiempo para ensayar y perfeccionarme como músico, así que por las noches, grabo sin más y me conformo con lo que está al alcance de mis posibilidades. Realmente pienso que esas posibilidades podrían ser inagotables pero lamentablemente no puedo dedicarme al 100%, así que esta faceta creativa se convierte en secundaria y posiblemente carezca de madurez».

Hablamos, desde luego, de un perfeccionista absoluto. «Estaré satisfecho cuando realmente disfrute con mi música. Cometo muchos errores, tengo altibajos y honestamente, me avergüenzo de escuchar algunos trabajos anteriores. Soy un músico pésimo, pero debo admitir que tengo buen oído y quizá, de algún modo tenga gran capacidad para crear canciones. Mi intención es seguir aprendiendo de otros músicos que sigo, y poco a poco cultivar mis conocimientos de la manera más acertada». Lo dice alguien cuyos discos son distribuidos en Europa por el icónico sello Kompakt.

Lo cierto es que este maldito 2020 con su maldito coronavirus le ha ayudado en esa labor, permitiéndole pasar más tiempo que nunca en su estudio doméstico. «Normalmente soy muy activo con la música, pero este año, debido a las circunstancias víricas, he tomado la creación musical como una gran vía de escape», asegura. Total, que además de los discos señalados anteriormente que publicó en 2020 ha empezado tres, en colaboración con Warmth, Isaac Helsen y la australiana Karen Vogt, y otro que se lanzará en febrero a través de Fluid Radio (Bristol) con el japonés Shinji Wakasa. Perfeccionista y también, como ven, estajanovista.

Encima, Pepo Galán dirige un sello discográfico, El Muelle Records, refugio de «propuestas resucitadas de un rebalaje con una profundidad infinita». «Llevaba muchos años con las ganas de crear un sello discográfico para publicar música experimental local. Le comenté sobre esta loca idea a mi hermano Nacho, quien tiene conocimientos infinitos sobre todo tipo de música, y a mi amigo de la infancia, Julio Senmove, que lleva desde principios de los 90 trapicheando con ordenadores, sintetizadores y todo tipo de artilugios sonoros», recuerda. Los tres se pusieron en marcha, enseguida les llovieron propuestas de otros talentos al margen de lo ordinario y han ido ampliando un catálogo exquisito y sorprendente. «Hoy día no nos da ningún beneficio, pero somos felices ayudando a músicos desconocidos que nos parecen interesantes y lo seguiremos haciendo mientras podamos», asegura Pepo. Que sea por mucho tiempo.