Entender + con la Historia

V de vacuna, no de victoria

Obsesionados por la épica, los dirigentes se empeñan en buscar referentes en el pasado para convertir la pandemia en una heroicidad bélica. Pero esto no es una guerra

Celebración del Día de la Victoria  en Londres, en 1945

Celebración del Día de la Victoria en Londres, en 1945 / Xavier Caimanu Mainadé

Xavier Caimanu Mainadé

2020 ya es historia. De momento, la más reciente. Pero irán avanzando los años y el recuerdo de lo vivido se difuminará en la niebla del pasado. Se acumularán otros hechos que no se pueden ni imaginar, y lo que ahora parece de gran trascendencia cada vez ocupará menos espacio en los libros de la historia de la humanidad. Del mismo modo que guerras y pestes de otras épocas, que dejaron un rastro de muerte y destrucción terribles, ahora han quedado jibarizadas a unas cuantas frases. Como esas elipsis constantes que utilizan en el cine para saltarse las partes aburridas de la vida.

Es posible que con la pandemia del covid-19 pase lo mismo. Las crónicas describirán la parálisis global de 2020 y lo resumirán explicando que se acabó gracias a la campaña de vacunación, iniciada el 27 de diciembre. El V-Day, como lo han bautizado las autoridades europeas. En realidad el primero en usar el término fue el ministro británico de Sanidad, Matt Hancock, el 7 de diciembre, cuando se distribuyeron las primeras dosis en el Reino Unido.

V-Day es un concepto de enorme significado para todos los países involucrados en la Segunda Guerra Mundial. Es el nombre con el que se bautizó el día de la victoria aliada contra las tropas nazis, el 8 de mayo de 1945. Desde entonces, en Europa occidental, cada año se conmemora la efeméride. Del mismo modo que en los países de la órbita rusa, la celebración se hace el día 9 y en la zona del Pacífico la fecha señalada es el 15 de agosto, porque fue la jornada en la que el Imperio japonés ofreció su rendición. Lo que no es tan conocido es que el concepto apareció por primera vez en los medios de comunicación en septiembre de 1944. Parece que el primero que lo utilizó públicamente fue el jefe de la Oficina de Movilización de Guerra de EEUU, James Byrnes. Para entenderlo, hay que tener en cuenta el contexto: tres meses antes se había efectuado el Desembarco de Normandía (el famoso día D), que marcó el inicio del fin de la guerra. Y este es uno de esos momentos en que se produce la elipsis, como si entre el día D y el día V solo hubiera pasado un suspiro, obviando todo lo ocurrido durante los 11 meses pasados entre el momento en que las tropas aliadas asaltaron las playas francesas y el punto final de la guerra en Europa.

No tiene ningún sentido comparar una guerra con la lucha contra un virus, pero la necesidad de la épica constante de la sociedad actual hace que sea necesario señalar momentos cruciales, que conecten con las grandes proezas bélicas del pasado, a menudo idealizadas porque solo queda de ellas un vago recuerdo. Incluso en España se intentó, al principio de la pandemia, llenando de hombres vestidos de uniforme la sala de prensa del Gobierno. Al virus le importan un bledo los galones.

Se decidió bautizar el 27 de diciembre como el V-Day del coronavirus. De acuerdo, pero la V es de vacuna, no de victoria. Puestos a buscar paralelismos épicos habrían podido rememorar el día D y explicar que estas inyecciones se parecen más al desembarco de 1944. Quedan muchos meses de lucha, esfuerzo y sacrificio, porque hasta que la pandemia quede bajo control todavía habrá miles de personas que, desgraciadamente, se quedarán por el camino.

Después del día D

Si alguien necesita comparaciones militares que tenga presente que entre Normandía y la rendición de Alemania, Hitler continuó bombardeando Londres y el sur de Inglaterra con sus V-1 y los aliados tuvieron que liberar Europa, pueblo a pueblo y ciudad a ciudad. En agosto París, en septiembre Bruselas, en octubre Atenas, en noviembre Estrasburgo, en febrero de 1945 Dresde, en abril Viena... Todo esto forma parte de la elipsis entre el día D y el día V. Tenemos la fortuna que, a pesar de la dureza de lo que nos toca vivir, no es nada comparable a una guerra mundial. Los únicos uniformes útiles son los EPI del personal sanitario, y la única heroicidad que tenemos que hacer es que cada uno sea responsable de sus propios actos.