Entrevista

Antonio Fontana: «Vivimos sin mirar las cosas cara a cara y sin enfrentarnos a la realidad»

'Hasta aquí hemos llegado', una visión sutil y llena de humor negro de la ancianidad a partir de unas señoras que peroran sobre obsesiones y memorias en una residencia en Málaga, le ha valido al autor y periodista boquerón el prestigioso Premio de Novela Café Gijón. El libro acaba de llegar a las librerías

El escritor malagueño, en una foto promocional reciente. | LA OPINIÓN

El escritor malagueño, en una foto promocional reciente. | LA OPINIÓN / víctor a gómez. málaga

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Hasta aquí hemos llegado transcurre en una residencia de ancianos, una de esas muchas que durante la pandemia del coronavirus nos han ofrecido imágenes y noticias terribles. ¿Habíamos olvidado, voluntaria o involuntariamente, esos refugios de mayores para que nuestra conciencia siga tranquila?

No, no los habíamos olvidado, aunque aparentáramos que sí o fingiésemos creerlo. De ahí nuestra mala conciencia. Pero así es como vivimos en el siglo XXI: sin mirar las cosas cara a cara y sin querer enfrentarnos a la realidad. O enfrentándonos a ella desde el salón de nuestra casa, a través de esa ventana llamada televisor.

¿Los ancianos, los mayores, han sido decisivos en su propia vida y su forma de concebir las historias? Desde luego son de los mejores contadores que existen, unos auténticos fabuladores. Ya en Sol poniente, su anterior novela, la abuela del narrador era bastante importante...

Nuestros mayores son nuestra memoria. Una memoria de andar por casa y, encima, en zapatillas. Deformada, muchas veces, esa memoria; mentirosa, distorsionada. Puro adorno, pura ficción. La materia prima ideal para cualquier novelista; o, al menos, para un novelista como yo.

Además, los mayores, con el camino hecho y el futuro corto, tienen poco más que perder que la vida y, por tanto, suelen decir lo que quieren. ¿La auténtica libertad se logra sólo en la vejez?

La vejez, desde luego, ayuda a que pegues un golpe en la mesa y grites: «¡Hasta aquí hemos llegado!». Y, sobre todo, lo que te da la vejez es otra perspectiva: si en la juventud te crees inmortal, en la vejez empiezas a sospechar que no lo eres. Mi novela se inspira en el Decamerón; pero, a diferencia de los personajes de Boccaccio, que huyen de la peste bubónica, mis protagonistas tratan de zafarse de un virus mucho más mortal: el virus de la vejez, del que nadie escapa.

« Si en la juventud te crees inmortal, en la vejez empiezas a sospechar que no lo eres»

Antonio Fontana

— Escritor malagueño

Muchas veces caemos en cierto ternurismo a la hora de abordar la vejez; usted, en cambio, opta por el humor negro. ¿Por qué?

Porque el humor, negro o no, lo suaviza todo, hasta la mayor barbaridad o la situación más extrema. Con humor, todo duele menos. Mary Poppins, que es muy inteligente, lo canta así: «Con un poco de azúcar esa píldora que os dan, / la píldora que os dan / pasará mejor». Dicho de otra forma: contra la amargura, azúcar. Es decir, humor. Del color que sea.

El premio Café Gijón es un espaldarazo brutal, un galardón con solera y trayectoria insobornable; se une a una nómina impresionante de autores destacados. De alguna manera, veo que Hasta aquí hemos llegado podría haber sido una película de Fernán Gómez o de Jardiel Poncela, que tiene una conexión con ellos. ¿Me equivoco?

Una película... O, quién sabe, una obra de teatro. Con actrices como Susi Sánchez, Charo López, Elvira Mínguez, Candela Peña, Loles León, Pilar Bardem, Blanca Portillo, Lolita, Ana Belén, Marisa Paredes, Verónica Forqué, Victoria Abril, Carmen Maura. E incluso, si me apuras, Karina. ¿Algún director se anima?

¿Qué diría o pensaría el coordinador de la sección de libros de un suplemento de periódico al recibir una copia de Hasta aquí hemos llegado y ver su solapa?

«¡Hombre, un colega!». Y, si ese coordinador fuera yo, miraría el libro con lupa, exigiéndole más que a cualquier otro libro. Y reconociéndole sus méritos, si los tiene.