Literatura

«En este mundo el pecado más grave es la tibieza»

Después de deslumbrar con 'Pelea de gallos', su primer libro de cuentos, 'Páginas de Espuma' publica ahora 'Sacrificios humanos', de la autora ecuatoriana María Fernanda Ampuero, una de las literatas que se ha encargado de darle la vuelta al género de terror para reformularlo y otorgarle el protagonismo al horror que se agita en la realidad

María Fernanda Ampuero, escritora ecuatoriana de reconocida fama

María Fernanda Ampuero, escritora ecuatoriana de reconocida fama / L. O.

José Antonio Sau

José Antonio Sau

La escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero asombró a la crítica y a los lectores con su primer libro de cuentos, 'Pelea de gallos', en 2018. Ahora, tres años después vuelve al mercado con 'Sacrificios humanos' ('Páginas de Espuma'), un libro escrito durante el confinamiento domiciliario cuyo parto fue, según la autora, muy doloroso por diversos factores. Este periódico ha mantenido con esta escritora, que junto a otras está redefiniendo el género del terror latinamericano a golpe de cuento, una conversación telemática.

De risa generosa y verbo ágil, Ampuero considera que el verdadero pecado de hoy está en la indiferencia. «Este mundo, en este Sodoma y Gomorra global que vivimos... su pecado no es idolatrar ídolos falsos, ese no es el pecado más grave, el pecado más grave es la tibieza, porque además lo ves. Ahorita no podemos decir que no lo vemos. O sea, el mundo entero está en nuestra pantalla del móvil o del ordenador». Sus cuentos no hablan de cosas sobrenaturales traídas a la narración para dar miedo al lector, para explorar los arcanos oscuros del ser humano, sino que se centran en el «terror de estar vivo, el terror de la existencia, el terror de ser mujer, de ser de otro color, del color no adecuado, el horror de ser el otro, el horror de que desaparezca el mundo». Es decir, en al realidad y en la crueldad de los otros para con uno mismo. Eso es terror. «Que tu familia diga este es el símbolo de nuestra familia, esta prima, tu prima querida, tú no, tú eres todo lo que está mal de esta familia, eres obesa, tú tienes el pelito rizado, eres peluda, eres fea, eres morena, eso es terror». «Necesitamos esa taxonomía y lo que está pasando es que el mundo es intaxonomizable. Y la literatura siempre se ha resistido a eso», dice en relación al género de terror, del que se declara ferviente defensora y autora.

De cualquier forma, en el género han cabido tanto King como Bradbury pasando por Kafka o las Brontë. «Siento que eso que está dejando tan perpleja a la gente, esa nueva corriente latinoamericana, que tiene un poco de terror ecológico, no psicológico, también de este último, también habla de la violencia de las mafias, de las desapariciones, de los decapitados...», reflexiona, es «inclasificable».

Escribir este nuevo libro de cuentos ha sido doloroso, porque a los rigores del confinamiento, a la situación del covid-19 en su ciudad natal, Guayaquil, con muchos muertos, se sumaba la presión por no defraudar las expectativas creadas con su anterior trabajo y el «síndrome de la impostora». «La inseguridad es también un dolor», reflexiona.

«En verdad la alquimia de la literatura tiene algo que ver incluso con el milagro, porque no sabes, tú no sabes si va a resultar, si en el lector vas a lograr la emoción que quieres compartir, tú no estás seguro de nada, estás sentada en tu escritorio, sola, con tu ordenador, y ese loro demoniaco que te dice esto no es bueno, te van a comer viva, no publiques, quédate con Pelea de gallos, o sea en plan Salinger o Juan Rulfo», recalca, pero se impuso la literatura para ordenar el caos.

¿Por qué 'Sacrificios humanos'? Básicamente, porque todos podemos convertirnos en el ser u objeto a sacrificar. «La cosa en los sacrificios humanos es muy diferente a todos los tipos de sacrificio que se pueden hacer por otros. Porque el sacrificio humano es total, no hay medias tintas, o das tu vida o no, son las únicas dos opciones». «Tu madre fue un sacrificio humano para ti», recalca. Y habla de su experiencia como migrante y lamenta que los españoles aún no hayan hecho los deberes en relación a ese fenómeno, que no lo miren de frente con comprensión y humanidad. «No es que el emigrante no tenga miedo, sino que a pesar de que está muerto de miedo se va. Esa persona es imprescindible en una sociedad, es la que monta un negocio, una librería a pesar de todo», reseña. Para ella, el trópico en el que nació también ayuda a determinar su propia literatura.

«Todos podemos ser el demonio de otro»

«Todos podemos ser el demonio de otro. Todos podemos ser el sacrificio humano de ese otro». En esas dos frases se resume la potente sinopsis del nuevo volumen de cuentos de la autora latinoamericana, que retrata con precisión un «universo húmedo, podrido y hostil, donde la violencia marca la narrativa de nuestras vidas». Cada historia contempla a las víctimas de estos sacrificios humanos que permanecen en los altares de aquellos que los celebran.