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Los adioses de Hernández Silva

Reseña del concierto de abono de la OFM que supuso el regreso de su exdirector

Orquesta Filarmónica de Málaga

Solista: Ana María Valderrama.

Director: Manuel Hernandez Silva.

Programa: Genoveva, op. 81, de R. Schumann; Concierto para violín y orquesta en Re mayor, op. 77 y Sinfonía en Re mayor, op. 73 de J. Brahms.

Lugar: Teatro Cervantes

Un mes y medio después del último abono de la Filarmónica de Málaga, a finales de marzo, volvía la primera orquesta al escenario de la hégira azul con el fracaso del fallido 'Il Barbieri' de cuerpo presente, y la no menos controvertida noticia del reparto de pluses difícil de encajar e imposible de digerir. Abono que era también para el reencuentro con los aficionados y especialmente, en el centro de todo, los adioses del que ha sido maestro titular de la Filarmónica de Málaga hasta la pasada temporada, Manuel Hernández Silva. 

El maestro no desaprovechó la oportunidad para volver hacer gala del sentido orgánico con el que dota cada lectura de sus interpretaciones sobre la base de un pulso firme, los acentos sobre dinámicas coloreadas que en la emisión se resuelven con una factura sólida que no excluye la propia personalidad del maestro y donde el ritmo proporciona los cimientos de sus propuestas musicales. La Filarmónica de Málaga pierde una gran batuta, y hay que apuntarlo sin ninguna reserva, pero como conjunto se queda con todas estas claves que son las que definen a una gran orquesta, que en el caso de la OFM quedaron demostradas con las versiones de la Tercera y Sexta mahlerianas o la apuesta que realizó el maestro tanto de solistas, como de voces locales por anotar alguno de los éxitos y contribuciones.

Programa alemán, el del abono pasado, centrado en el romanticismo sinfónico de R. Schuman y su extensión en el universo sinfónico y concertante de J. Brahms. Nueva y ambiciosa propuesta musical en el concierto pasado -obertura, concierto y sinfonía- sobre el arco temporal de mediados del diecinueve y el comienzo del último tercio de centuria en pleno auge de las grandes escuelas nacionales en lo que apetecía, al menos en presupuesto, una continuidad formal y orgánica de dos compositores asentados en la herencia clásica.

Tras la interpretación de la obertura 'Genoveva' de la ópera romántica de R. Schumann quedaban anotadas las claves interpretativas del concierto dando paso al esperadísimo reencuentro con el violín de Ana María Valderrama. La gran intérprete española reivindicó el peso de una página central del gran repertorio como es el Concierto en Re mayor de J. Brahms dibujando un primer tiempo en continuo debate entre orquesta y solista ambicioso con la dificultad añadida de las líneas sinfónicas que vuelca el compositor en la partitura en contraste al sentido íntimo de intencionada vocación lírica que en el caso de Valderrama puso a prueba la musicalidad de las cuerdas de la gran intérprete española. En el allegro giocoso de cierre batuta y solista dibujaron un escenario sonoro danzante muy efectista que remata los esfuerzos de los movimientos precedentes.

La segunda incursión sinfónica del músico hamburgues cerraba el abono de despedida del maestro Hernández Silva, sobre la idea de un primer tiempo meditado muy contrastado con los tiempos centrales para enlazar con el firme y explosivo allegro con spirito de cierre gracias a la complicidad de unos metales decididamente inspirados, el no menos destacado papel de la maderas de la OFM y la densidad aportada por las cuerdas graves de la Filarmónica. 

Alejandro Fernández

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