Librería

Irene Vallejo también firma por Proteo

La escritora y filóloga se solariza con la librería y se encontrará con sus lectores el 22 de junio

La escritora Irene Vallejo

La escritora Irene Vallejo / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Si hace unos días María Dueñas, la autora de 'El tiempo entre costuras', se solidarizó con la Librería Proteo, asolada por un incendio hace unas semanas, firmando ejemplares de su nueva novela, ahora es otro nombre propio de la literatura española contemporánea, Irene Vallejo, quien muestra su compromiso con el establecimiento del Centro Histórico. La autora del ensayo más leído de los últimos años en nuestro país, 'El infinito en un junco', acaba de anunciar que también se sentará frente a la puerta de Proteo para dedicar su libro a sus lectores para apoyar la reconstrucción del local. Será el 22 de junio, a partir de las 11.00 horas.

Y es que Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) es una absoluta enamorada de la letra impresa: le parece casi sobrenatural que un libro te diga con las palabras exactas algo que has sentido. Le fascina que podamos identificarnos con lo que dijeron nuestros antepasados. Su pasión por el mundo clásico y las palabras riegan 'El infinito en un junco', ensayo que la doctora en Filología Clásica convierte en una aventura que destila admiración por la belleza de lo frágil y que lleva casi dos años sobrecogiendo a otros amantes de los libros. Todos podrán citarse con ellas el 22 de junio. Por la mejor de las causas.

Proteo ardió la madrugada del 6 al 7 de mayo, un devastador incendio que ha inutilizado su primera planta, acabando con todos sus libros y ordenadores. Un cortocircuito, confirman los bomberos, fue la causa de las llamas (los electrodomésticos de tres locales vecinos están inutilizados); afortunadamente, no se produjeron daños personales. «Ha sido un milagro, ya que la estructura del edificio no se ha visto damnificada», cuenta el propietario de Proteo, Jesús Otaola, un clásico del gremio librero de nuestra capital. Es lo único que no se ha perdido: «Los libros que no se llegaron a quemar se mojaron por el agua de los bomberos».