Crítica
Vida adolescente desde el tacto y el corazón
Reseña de 'Las motitos', en ZonaZine
Las motitos
Dirección: Inés María Barrionuevo y Gabriela Vidal
Intérpretes: Carla Gusolfino, Erika Cuello, Carla Gusolfino, Ignacio Pedrone
Soy extremadamente pejiguera con las películas sobre adolescentes: exijo coherencia en los pósters de grupos musicales de sus habitaciones, me fijo hasta la obsesión en la ropa que llevan, en las cosas que dicen y en cómo las dicen... Nadie me lo ha pedido pero me he arrogado el cargo de defensor del reflejo de los chavales en el audiovisual, y no se extrañen si dentro de poco hago un test de ésos como el de la Bechdel. El caso es que si realmente me pongo con ello tengo claro que 'Las motitos' lo pasaría sobradamente: la calidez, naturalidad y emotividad con la que se acercan las directoras Inés María Barrionuevo y Gabriela Vidal a Juliana y Lautaro, los protagonistas de una historia de amor con embarazo no deseado, ofrecen las mejores imágenes que se han visto en este Festival de Málaga. Aquí no hay grandes gestos de guión, ni diálogos rotundos ni encuadres pensados para salir en la cuenta de Twitter @oneperfectshot; la idea es capturar la vida adolescente en una de sus peripecias más complicadas, pero desde la comprensión, sabiendo lo importante que es sentirnos acompañados en nuestros dilemas.
Coautora de todas estas virtudes es Carla Gusolfino, la actriz principal, de dulzura extraordinaria y magnetismo callado, que tiene algunas escenas, de verdad, para el recuerdo, como la del llanto en la bañera, perfecto ejemplo de cómo todo en esta película está manejado con tacto y corazón. Lástima, eso sí, que haya algunos momentos tan alargados sin motivo aparente (¿cuánto dura el baile a cámara lenta de la madre? ¿Por qué el plano final, una conclusión tan preciosa, se explaya tanto sin razón?), que por algo sigo siendo un pejiguera, así, en general. Pero es un mal menor dentro de un conjunto más que recomendable. Aunque supongo que si alguien lee esto y se decide a ver 'Las motitos' podría salir del cine con ese consabido: "Bah, pues no es para tanto" que suele endilgarse a películas que buscan con tanto empeño como modestia capturar pequeños momentos, pequeñas vidas. Como las nuestras.
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