Nuevos caminos

Aurignac: del club de jazz a los atriles de la música clásica

El saxofonista malagueño recoge los frutos de un año centrado en su faceta como compositor: acaba de ser seleccionado como finalista del Concurso Internacional de Composición de la Academia de Música Clásica de Viena gracias a una pieza para orquesta de reciente creación, una de las partituras con la que dice buscar nuevos sonidos, músicas especiales y diferentes en sí mismas

El músico malagueño

El músico malagueño / ERNESTO AURIGNAC

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Pues parece que hay muchos Ernestos Aurignacs. Todos conocemos al animal de escenario, al que se sube a la tarima a su saxofón pegado para cabalgar libre y desbocado sobre notas, tempos y flows. Pero no reduzcan a este hombre al cliché jazzero: acaba de ser seleccionado como finalista del Concurso Internacional de Composición de la Academia de Música Clásica de Viena; todo un espaldarazo desde el mundo académico para un músico cada vez más centrado en el trabajo «en la sombra», la composición: asegura que sólo este 2021 ha anotado 19 obras, incluyendo conciertos para solistas y orquesta, obras sinfónicas, obras de cámara como dúos, quintetos de metales, cuarteto de saxos y piano, pasodoble para banda de música, obra para coro y orquesta, marchas de procesión, obras para diversos ensambles, concierto para solistas y banda de música y temas para quinteto de jazz.

«Siempre puse toda mi energía en encontrar mi sonido a través del saxo, pero ha sido en la composición y de forma natural, sin buscarlo, donde lo he encontrado»

«Descubrí la composición cuando escribí la música para mi primer disco, UNO, lo primero que compuse, música escrita para una orquesta de 21 músicos. Fue en 2014. Desde entonces no he parado de componer para todo tipo de formaciones. He encontrado mi sonido en la composición, y ha sido mágica la sensación, pues sin buscarlo la música que escribo tiene mi sonido, me reconozco, nunca antes había sentido esta experiencia. Siempre puse toda mi energía en encontrar mi sonido a través del saxo, pero ha sido en la composición y de forma natural, sin buscarlo, donde lo he encontrado», asegura el malagueño. Para él, esta faceta le completa y le permita transitar caminos imposibles como saxofonista: «Disfruto encontrando sonidos en el complejo y eterno abanico de tímbricas, colores y sensaciones que resulta de la conjunción de instrumentos, melodías y armonías. Hago todo lo que me imagino y que no puedo hacer con un saxofón, que sólo puede generar una línea melódica».

«Una obra para orquesta, con vientos reducidos, consta de varios movimientos» y que espera que algún día se estrene «con una gran orquesta» es la partitura que le ha llevado a la selecta final vienesa. Quién se lo iba a decir a aquel chaval que entraba en contacto con los metales en bandas de música señeras de la ciudad. ¿La clave? El entusiasmo y la curiosidad, por supuesto. «Nunca he estudiado composición, ni orquestación, ni arreglos, ni contrapunto. Sin embargo, he estudiado un montón de cosas, que tienen que ver con la armonía y lo melódico-rítmico, que junto a mi experiencia musical, desde mis 10 años como componente de las Bandas de Música de Miraflores-Gibraljaire y de Las Flores, pasando por toda mi carrera musical, mi entusiasta experiencia auditiva, mi interés por tantas músicas siendo un melómano sin remedio, hasta mi momento actual como saxofonista internacional de jazz; han creado mi manera de escribir música y me han llevado de forma natural a ser y sentirme compositor».

Mismo músico

Le preguntamos si el Aurignac que compone para orquesta es diferente al que compone y toca jazz. Y nos responde: «Soy el mismo músico en ambos sitios. Ahora bien, uno me permite una libertad distinta al otro. Lo que sí tengo claro es que cuando escribo música para orquesta no escribo música clásica ni escribo jazz. Simplemente escribo lo que imagino, que posiblemente tenga mucho de estas y de otras muchas influencias, pero el resultado creo que no da evidencias de una fusión o mezcla, sino de un ente vivo único y especial en sí mismo». Y le pinchamos un poco más: ¿Duke Ellington o Gustav Mahler? «Los dos, y añadiría un tercero: Luis Alberto Spinetta».

El Concurso Internacional de Composición de la Academia de Música Clásica de Viena entregará sus premios en el Mozarthaus de Viena, donde residió Wolfgang Amadeus Mozart durante unos años. Ernesto Aurignac no se ve allí subiendo a recoger el galardón. «Ser uno de los finalistas es ya el premio. Hace poco mi amigo y pianista Marco Mezquida me escribió con cierta guasa refiriéndose a la gran producción de obras que estoy escribiendo: Eres el nuevo Mozart. Si voy a Viena iré al cementerio de St. Marx y me haré un selfie en la tumba del Maestro Wolgfang Amadeus para mandársela por Whatsapp».