Docuserie

'McCartney 3, 2, 1': confesiones de un genio

En la docuserie de seis capítulos, el beatle desmenuza los clásicos de la banda y reflexiona, abriéndose en produndidad, sobre la creatividad en compañía del superproductor Rick Rubin

Rick Rubin y McCartneycharlan distendidamente enla serie dirigida por Zachary Heinzerling.

Rick Rubin y McCartneycharlan distendidamente enla serie dirigida por Zachary Heinzerling. / juan manuel freire

Juan Manuel Freire

A la espera (quedan tres meses) de The Beatles: Get back, la serie de Peter Jackson que nos sumergirá en la grabación del álbum Let it be, los beatlemaníacos y amantes del pop en general pueden deleitarse con McCartney 3, 2, 1 (Disney+), la sorprendente serie de seis episodios que une al beatle y el superproductor Rick Rubin (Beastie Boys, Johnny Cash, Adele) en entusiastas conversaciones sobre la historia musical del primero, secretos de clásicos y no tan clásicos de los Beatles o los misterios de la creatividad.

Al director Zachary Heinzerling, nominado al Oscar en 2014 por ‘Cutie and the boxer’, no le hace falta demasiado material de archivo ni muchos cambios de escenario para entretener: se basta y sobra con la conversación distendida y natural entre estos dos iconos de la música, entre un Macca de entusiasmo perenne (se arranca a cantar clásicos que debe haber cantado millones de veces) y un Rubin de mirada permanentemente fascinada. Ayuda al encanto ese cuidado blanco y negro de Stuart Winecoff, el mismo director de fotografía de, por ejemplo, el vídeo TKN de Rosalía con Travis Scott.

No es tan común, y tiene algo de acontecimiento, escuchar a McCartney abriéndose en profundidad sobre todas las partes de su vida. Esto empezó como una entrevista sobre música, pero hace parada finalmente en las relaciones familiares y personales del músico, en parte porque sin ellas no habría sido ese músico. Macca creció escuchando el piano de su padre, quien se vio obligado a dejar de tocar por la artritis y cedió a Paul la misión de animar las fiestas familiares de Nochevieja.

Según recuerda McCartney, John Lennon creció en un ambiente doméstico muy distinto; su padre marchó de casa cuando él tenía tres años. Eso pudo influir en que fuera menos abierto que Macca y siempre pareciera a la defensiva. Al parecer, no se prodigaba con los piropos. Uno de los mayores elogios que Macca le escuchó fue sobre Here, there and everywhere, la balada de Revolver. Mientras escuchaban el disco en el chalet de esquí que compartieron durante el rodaje de ¡Socorro!, John le dijo a Paul sobre aquella canción: «Ésta me gusta». Eso fue todo, pero eso fue mucho.

A lo largo de la serie, McCartney demuestra una memoria prodigiosa: es capaz de explicar exactamente cuándo, cómo y por qué los Beatles hicieron muchas de las cosas que hicieron. Rubin aísla pistas en la mesa de mezclas y Macca da todo el contexto imaginable sobre lo que estamos escuchando. Como relojeros en un taller, desgranan todas las piezas de lo que creíamos mecanismos mágicos. Y, bueno, muchas cosas siempre serán mágicas: la línea de bajo de «Michelle» surgió en el momento en el estudio, durante la hora y media que tuvieron para grabar la canción. Eso por no hablar del día en que Macca despertó habiendo soñado la imborrable melodía de Yesterday.

Si había un mago en los alrededores, ese debía ser el productor George Martin, justamente conocido como el quinto beatle. «Cuando llegábamos al estudio, George Martin podía no saber con lo que íbamos a salir. Salíamos con algo. Y después, dándole unas vueltas, teníamos una grabación de los Beatles, en lugar de solo esta pequeña canción que se nos había ocurrido», explica Macca.

Las influencias más diversas

Las canciones de los Beatles, como todas las canciones, son parte de un continuo, no nacen en un vacío. Pero no todos los grupos tienen la inquietud o el talento para aprehender influencias tan diversas. McCartney señala a Bach como «compositor favorito de la banda» y recuerda haber descubierto la trompeta piccolo, usada de forma emblemática en Penny Lane, mientras veía un Concierto de Brandenburgo nº 2 en televisión.

En cuanto a armonías vocales, sus primeros héroes fueron los Everly Brothers (Paul era Phil; John, el recién fallecido Don). Luego se fijaron en The Beach Boys, con los que había, dice Macca, cierta rivalidad transcontinental. «Creo que [Brian Wilson] había escuchado uno de nuestros álbumes y pensó, He de hacerlo mejor, ya sabes. Y eso fue Pet sounds, que me encanta». Como respuesta, los Beatles grabaron el ambicioso Sgt. Pepper’s, disco en el que se colaron influencias de la música de vanguardia. Para A day in the life, Macca pidió a todos los músicos de una orquesta sinfónica que empezaran tocando desde su nota más baja y fueran subiendo hasta la más alta de forma no sincronizada.

Sobre todo en el cuarto episodio, McCartney 3, 2, 1 reivindica a The Beatles como incansables exploradores de nuevas influencias, nuevos experimentos, nuevas inspiraciones… En el documental se puede hablar en profundidad de Michelle o Penny Lane, pero también de una pieza tan poco canónica como Maxwell’s silver hammer, en la que Macca se marcaba un solo con el por entonces nuevo sintetizador Moog.

«Vive y deja morir»

Si se puede poner algún pero a McCartney 3, 2, 1, debe ser el escaso tiempo dedicado a la carrera de McCartney más allá de los Beatles, que incluye grandes discos con Wings o a su nombre. Tras la separación de una banda en la que creyó «iba a estar toda mi vida», Macca se convirtió por un tiempo en autodefinido «granjero hippie» en Escocia, pero más pronto que tarde su vena artística volvió a emerger con fuerza. McCartney, de 1970, fue un «pequeño proyecto casero» convertido, finalmente, en disco importante y cada vez más reivindicado. Luego llegarían otros muchos grandes logros.

No se deja a un lado Live and let die, el tema de McCartney y Wings para Vive y deja morir, octava película de la saga Bond. La reconstrucción de su creación es casi tan emotiva como aquel clip en el que Angelo Badalamenti recuerda cómo se compuso el tema de Laura Palmer. Cuando entra la orquesta, es «puro [George] Martin», dice Macca. Y es fácil que broten las lágrimas.