Fuera de compás

A un amigo con bigote

Fernando Soriano

Quien seas y como te llames, amigo que te dejas bigote este mes de Movember: lo primero, deseo que te quede mejor que a mí, que me parezco más a un figurante de Garci que a Nick Cave. Segundo, gracias, porque durante este mes, a través de este movimiento nacido de la contracción de moustache y november concienciaremos al personal, pero sobre todo a otros tíos, sobre la salud masculina, el suicidio y algunos tipos de cáncer.

Inmersos en la construcción de una nueva masculinidad, al hombre de nuestra generación le cuesta gestionar emociones e inseguridades de las que antes no se hablaba. Aterrados por no cumplir con los nuevos retos, acabamos desarrollando trastornos y desequilibrios psicológicos derivados de la absurda insatisfacción que causa no caber en el caduco modelo machista y patriarcal. Con suerte, familias, amistades y parejas están para escucharnos, pero algunas veces no son apoyo suficiente. A su pesar, no son capaces de entendernos. Admitamos entonces que las consultas de psicólogos, psiquiatras y terapeutas son el mejor lugar al que acudir en determinados momentos. Desgraciadamente no todo se arregla en un bar, bebiendo, charlando y recordando a los ídolos musicales caídos por la depresión, la soledad, la incomprensión y el abandono. Kurt Cobain, Ian Curtis, Pete Ham, Nick Drake, Michael Hutchence y Chris Cornell merecieron más ayuda, necesitaron más atención. Busquémosla nosotros, que podemos.

El suicidio es la principal causa de muerte externa en España, el de hombres triplica al de mujeres. Es un fenómeno complejo que entraña múltiples factores, el final de un negro y doloroso proceso que necesita comunicación, comprensión y auxilio profesional para revertirlo. Ser hombre no es sinónimo de ser más fuerte o más capaz en muchos sentidos. La presión social nos empuja a pensar que sí. No tolera la debilidad. Y por eso callamos, y el asesino silencioso va ejecutando su obscena tarea. Porque el que se queja por estas cosas es un blandengue, sentenciaban ciertas cabezas huecas coronadas de caspa e insensibilidad de generaciones anteriores o, mucho peor, de la nuestra. La campaña del bigote os dice que visitar a un especialista no os hace peores personas, amigos, parejas o padres. Ni, de lejos, menos hombres. Hablemos, comuniquémonos. Sin miedo y en voz alta.

Toquémonos las pelotas, literalmente y con atención. Sin vergüenza. Autoexplorarse es fundamental para descubrir a tiempo un tumor testicular, infrecuente hace cien años pero que actualmente es el más común entre varones jóvenes. Contra el cáncer de próstata, lo mismo. Nacemos con una de esas glándulas, punto. Hay que prestarle la misma atención que a los pulmones, al hígado o al páncreas. No os saltéis las revisiones, acudid sin falta. La detección precoz es importantísima. Este tipo de tumor es el segundo más común en la población masculina y se llevó por delante a Frank Zappa y Lemmy Kilmister, dos genios mostachudos. A Rob Halford se lo pillaron a tiempo y puede seguir paseando su níveo vello facial.

Atribulado amigo que te has dejado bigote o te preguntas por ellos este mes: no estás solo. Pide ayuda y cuídate. No quiero perderte. Recuerda que tu vida vale más que todas las canciones del mundo juntas.