Literatura

Pálido Fuego retrata al David Foster Wallace profesor a través de sus guías docentes

La editorial malagueña recopila algunos de los programas de instrucción del heterodoxo autor, hasta ahora inéditos en castellano, en 'Profesor'

El escritor y profesor David Foster Wallace

El escritor y profesor David Foster Wallace / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Otro tanto para Pálido Fuego. La editorial tan atrevida como exquisita capitaneado por José Luis Amore, se zambulle en uno de los charcos menos pisados de la vida y la obra de David Foster Wallace. El sello malagueño ha reunido en 'Profesor' las guías docentes del autor de 'La broma infinita', unas piezas que, aseguran quienes las han leído, son una coda más que interesante del corpus literario del malografo autor.

El de Ithaca «dejó su impronta en varias instituciones universitarias cuyos alumnos le recuerdan con un sentimiento rayano en el amor», aseguran desde la editorial. «Era un instructor —como él se autodenominaba— exigente a la par que cálido y, cómo no, enormemente ingenioso y divertido. Adoraba dar clase hasta el punto de avergonzarse de cobrar por su trabajo, y se desempeñaba con la misma dedicación y energía que invertía en su obra literaria. Buena muestra de ello son las guías docentes que entregaba al inicio de cada curso, «característicamente divertidas, desenfadadas y exigentes», como recuerda Stephen J. Burn, editor del célebre 'Conversaciones con David Foster Wallace'», detallan.

'Profesor' (atención, bibliófilos: en edición no venal y tirada limitada, así que hay que darse prisa) supone una amplia selección de esos programas, inéditos hasta ahora en castellano. Por supuesto, no podría ser de otra manera al hablar de Foster Wallace, se trata de piezas absolutamente heterodoxas: parece que encontró en los best sellers de Stephen King y Jackie Collins una herramienta más atractivo que los grandes clásicos de Shakespeare para intentar interesar a los alumnos en los modos profundos de la literatura. 

Uno de sus estudiantes del Pomona College recordó así las clases del escritor poco después de suicidarse: «Es cierto que Dave tenía algo de intimidante. Pero no era su obvio genio, su reputación o su horrible ropa (una sudadera de 'Star Wars' cortada y un pañuelo para atar su grasiento cabello). Era fácil, accesible, a menudo divertido. Fue el trabajo lo que intimidaba. Sus talleres requirieron un pensamiento crítico intensivo. Exigió lealtad, no a sí mismo ni a la clase, sino al idioma mismo (...) Cada semana regresaba nuestras historias con tomos de comentarios, meticulosamente organizados y anotados, cada página una zarza de bolígrafo rojo. Una historia de cinco páginas podría recibir cinco páginas de notas al dorso. A cada historia le dio la energía que le dio su propia escritura. Su atención provenía del profundo respeto que sentía por sus estudiantes».

Pálido Fuego nos acerca ahora a ese David Foster Wallace que trató de inculcar en sus jóvenes pupilos la devoción, el respeto absoluto por las palabras y lo que podemos conseguir con ellas.